Error→[YoonMin] | Two Shot | ✔️

🌹01→[Inició]

En un futuro o universo lejano, existía un hombre de 38 años.

Este hombre es de estatura promedio para aquellos años. Su piel es tan pálida como la nieve. Su complexión era delgada debido al poco alimento que ha consumido durante los últimos años. Sus ojos color negros y gatunamente feroces. Este individuo también mantenía una sonrisa hermosa donde se podía apreciar la mayoría de sus dientes y un poco de sus encías rosadas.

¿Su nombre? YoonGi Min. Este chico (no tan chico), se la pasaba día y noche en su laboratorio, durante los últimos ocho años, los 365 días del año, ¿la razón? Esa razón tenía nombre y apellido: JiMin Park. ¿Qué tiene que ver ese nombre aquí? Pues... hace ocho años ese hombre vivía y era el amante de YoonGi.

Cuando JiMin murió, la tecnología ya estaba bastante avanzada y se podían crear androides; sin embargo, ninguno tenía esencia humana. Así que él decidió crearla con ayuda de sus conocimientos en la ciencia, física, electrónica y otros. Intentaría y experimentaría durante los años que fueran para traer de nuevo a la vida al pelirrojo chico que tanto amo.

Él ahora peliblanco, pasaba horas sentado en la silla frente al monitor del computador, el cual escaneaba meticulosamente el ADN de algunos otros seres humanos de experimento. Todos ellos escritos en códigos diferentes, dichos números y más, YoonGi era capaz de entender. Analizaba cada posible falla, cada pequeño error y cada posibilidad de un triunfo. Sin perder nota, siempre anotaba cada descubrimiento en su cuaderno.

Cuando Min termino de revisar algunos códigos que había desarrollado de otros ADN, volteó su mirada a un lado de su lugar, en donde se encontró con cinco androides inconclusos. Los cuales estuvieron bastante cerca de ser su producto final, de donde supo que le faltaba y que sobraba, gracias a ellos tenía todas las piezas para su creación definitiva.

Se quedó observando al más reciente, ya que gracias a ese descubrió la pieza faltante.

Finalmente comenzó con la creación del cuerpo de su amado. No tuvo que pensar demasiado, porque recordaba cada extremidad, cada detalle que JiMin tenía en vida, nunca se le olvidarían y mucho menos las sensaciones que tuvo con él.

Tanto fue su empeño que paso días enteros sin descansó, haciéndole resaltar aún más las ojeras en su pálido rostro. Su necesidad de tenerlo de nuevo era más fuerte que su necesidad de dormir.

El único alimento que consumía eran galletas saladas y una gran taza de café, porque eran las comidas que le permitían seguir trabajando en su objetivo y no le consumían mucho tiempo. Cuando se trataba de sus necesidades básicas, como ir al baño o bañarse, lo hacía pero tenía cierto límite de tiempo. Todo su tiempo estaba dedicado únicamente a su amado, no tenía tiempo para nada más.

YoonGi estaba saliendo del baño, caminando a pasos largos por el acho pasillo de su laboratorio bajo tierra, en donde lo único que se escuchaba a su alrededor era el eco de sus pisadas en el suelo. El silencio era sumamente aterrador para una persona normal, pero él que ya estaba más que acostumbrado a esa atmósfera solitaria y no le causaba sensación alguna. Sus fallos y errores eran los que le obligaban a quedarse más tiempo en aquel lugar.

Ya hace casi 8 años que no salía realmente de ese lugar. Sus únicas salidas eran por sus suministros, como: agua, café, galletas, algunas prendas de ropa y algunos otros utensilios de aseo personal. Podrá pasar la mayor parte del tiempo con la mente puesta en reconstruir el cuerpo de JiMin, pero también sabia la importancia de su apariencia y salud.

Ha olvidado algunas cosas, como el horrible momento donde perdía a su pelirrojo, o quizás él mismo había bloqueado ese recuerdo por aquel gran dolor que le causo.

Aquellos esfuerzos por reconstruir el cuerpo de su amado, por fin después de tantos años habían dado frutos. Pudo obtener la copia exacta del cuerpo de JiMin. Él cual era unos centímetros más bajo que él, de complexión esbelta pero bastante en forma, sus ojos rasgados color miel y sin mencionar esa hermosa sonrisa que portaba. En cada sonrisa sus mejillas se abultaban y sus ojos se volvían dos hermosas lunas, que obstruían su vista.