Una Mascota Para Clemencia

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Tener una mascota es de las cosas más maravillosas de la vida; eran una compañía ideal, fieles como nadie más podía ser, siempre ahí para ti, mejoraba tu situación emocional. Aunque si requerían de ciertos cuidados, que no muchos estaban dispuestos a brindar o eran demaciado descuidados como para cumplir con ellos. Entonces ¿Por qué le conseguia uno a Clemencia apesar de haber demostrado antes no ser suficientemente responsable? Darle de comer, sacarlo a pasear, asegurarse de que no estuviera enfermo, saber cómo regañarlo sin llegar al maltrato y para que el perro entendiera, no malcriarlo.

White, mirando en perspectiva, se dio cuenta de que no era la mejor idea darle una a Clemencia, pero se lo había prometido y además seguramente él terminaría siendo el encargado del animal.

Hoy era el día en el que saldrían, Clemencia y él, a buscar al nuevo integrante de la familia, pero por culpa de un nuevo compromiso, aún más urgente, no pudo acompañarla. Pero White no iba a decepcionar a su pequeña, por lo que termino por mandar a un remplazo con ella, a Slug, al cual no le hacía ni cinco de gracia tener que acompañar a la niña para algo que no era de su incumbencia, pero al final termino aceptando.

El compromiso al cual White no podía saltar era la visita a Jack. Este se encontraba esperando por él, su comida y un juego de ajedrez.

La serpiente se encontraba viviendo en el subterráneo de la mansión desde el día en el que devolvió a Slug a la mansión. White la verdad estaba muy agradecido por su ayuda y por eso cumplió con su parte del trato, apesar de que le parecía bastante asqueroso y desagradable lo que este le pedía de cenar, y como regalo extra le permitió volver a vivir en la mansión oficialmente, ya que Jack en realidad solia mantener casi todo el tiempo dentro de esta como un intruso silencioso espiandolos a todos desde las sombras, excepto a White Hat ya que este siempre le pillaba.

- No sé cómo te puedes comer eso- dijo evitando vomitar ante el desagradable espectáculo.

La razón de su visita era establecer las nuevas reglas y prepararlo para la presentación de este ante el resto de la familia.

- No seas exagerado Hat, deberías agradecerme que lo único que te pedí fue pizza con piña y no otra cosa más... encontra de tus principios- dijo cogiendo otra rebanada con la cola de la caja y dándole un mordisco- ¿Empezamos?- pregunto Jack refieriendose a los temas que iban a discutir ese día.

- Cuando termines de comer- respondió White antes de vomitar.
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Slug y Clemencia caminaban hacia la perrera listos para adoptar a una linda mascota, la cual se encontraba en una calle llena de tiendas de mascotas.

Iban cogidos de la mano de una manera en la cual todos los que los veían al pasar pensaban que eran pareja, ya que Clemencia estaba demaciado cerca del contrario mientras esté leía la lista de indicaciones que le había dado White con una concentración absoluta.

- ¿Donde piensa ese idiota de Blanco que encontraremos a un animal como ese?- se quejo voz alta el científico después de leer por tercera vez la lista- Nisiquiera creo que un animal como ese exista.

- ¡No seas pesimista Slugly!- trato de mantener el positivismo- Ojeemos en las tiendas de mascotas en lo que llegamos a la perrera- dijo soltandolo y entrando a la tienda por la que pasaban.

- ¡Maldita sea Clemencia! Él dejó claro que teniamos que adoptarlo no comprarle- dijo entrando siguiéndola para sacarla, y repitió ese proceso por cada una que pasaban hasta llegar a la perrera. No queda decir de más que ningún animal de las tiendas encajaba con el descrito en la lista.

Cuando al fin llegaron a la perrera Slug casi no la reconoce por lo bien que esta lucia, era una casa gigante pintada de un rosa pastel muy claro, con puertas y ventanas blancas, con un patio enorme donde se veían todo tipo de animales domésticos, y no tanto, muy saludables, correr y jugar de un lado a otro. Los cuidadores eran jóvenes entre los 20 y los 30 años. Más tarde Slug se enteraría de que todos ellos trabajaban de voluntarios, los cuales tenían una gran y brillante sonrisa en el rostro.

No Soy Un MonstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora