XX

504 86 74
                                    

Toco tres veces la puerta de azul marino y retrocedo un paso por mera costumbre.

Esperando.

Es Viernes por la noche, son exactamente las diez y veinte, y estoy frente a la supuesta casa de LayLa. La chica lo ha invitado a pasarla con ella, viendo alguna película y comiendo uno que otro aperitivo.

Me siento un idiota aquí parado.

Porque he permitido que LayLa me invite a su casa y me incentive a hacer algo de lo que no estoy muy seguro si estoy a favor; o incluso, si se hará al pie de la letra.

Desde hace bastante que no me entusiasmo con ver alguna película y comer aperitivos o sandwiches, disfrutar de una buena trama o la compañía que me agrada.

Desde hace bastante que no hago esto de tener una sesión de cine en casa y solo porque la única razón por la que lo hacía antes, ya no me quiere cerca.

Habituábamos hacerlo numerables veces por semana en mi casa, viendo cine de terror y una que otra película de aventuras filtrada por entre mi itinerario. SeokJin preparaba con sus grandes dotes en la cocina, dos o tres fuentes de palomitas que sin duda se terminaba devorando individualmente. Éramos jóvenes, pequeños e inocentes, que al primer acto de fantasmas y monstruos en pantalla estallábamos en gritos, un espasmo de escalofrío o atinando a escondernos entre las almohadas del sofá.

Disfrutaba tanto de verlo inquietarse, que por las noches, aunque me quejaba de su terrible miedo a estar a oscuras, me resignaba a acostarme junto a él mientras acariciaba su cabeza tranquilizando sus pensamientos.

Si mamá en ese entonces nos hubiese visto, no cabe duda en que me tiraría de la oreja para separarme de ese niño mimado.

Ahora era todo tan distinto.

Tan solitario.

No voy a negar que la discreta invitación de LayLa, me hace rememorar inevitablemente esos días.

SeokJin, tan testarudo como nadie, sigue vívido en mi cabeza y doliéndome en el alma.

Y no es solo el hecho de que lo tenga como vecino lo que hace que esté tan incrustado en mi cerebro, sino también compartir tantos recuerdos, tantos aspectos, tantos detalles, que no hay tregua alguna.

Así que, con el orgullo en un alto puesto, hoy decido olvidar su imagen y tratar de dejarlo atrás como él lo hace conmigo.

Intentar, más que otra cosa.

---Ya no somos novios.

Ha de decir una tarde en que Jin regaba el pasto y yo me pronunciaba por un costado, de vuelta de la escuela más tarde de lo habitual.

SeokJin observaba el suelo cuando me lo aclaró, y no recuerdo cómo o cuándo comenzamos un diálogo más tenso que cualquier otro.

---Oh--- no supe qué responderle, mucho menos por qué le pregunté por él y NamJoon en primer lugar.

---Sí--- continúa indeciso, mientras me da la espalda lentamente, redireccionando la manguera con agua. ---Lo bueno es que ahora somos amigos.

Y sentí una punzada tan repentina e intensa que retrocedí un paso diminuto en mi lugar. Procurando que él no me viese, ni captase mi dolor escrito en el rostro. Por supuesto que se harían amigos, el cretino nunca perdería la oportunidad de seguir fastidiándole la vida a Jin y yo, que ahora no puedo ni estar unos segundos junto a él, sin dejar de pensar en devorar sus labios; no pienso en otra cosa que correr a su lado y apartarlo de todo el daño.

Pero no me corresponde.

La cosas están claras.

Yo soy la fuente más rica en destrucción que el mismo NamJoon y, confiarme tanta confianza en mi con Jin, solo ocasionará un corazón roto. Ya sea el mío o el de él.

Apodyopsis[MYG~KSJ].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora