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Se encontraba sentada en la mesa leyendo un libro, pero lo único malo que había ahí era su padre.


— ¿Puedes dejar de beber esa basura? —preguntó ella. Ya estaba muy preocupada por su padre.

— ¡Que te calles! —respondió él a su comentario.

— ¡Lo hago por tí! —dijo— ¿Quieres terminar mal? ¿Muerto? ¿O cualquier cosa parecida?

— No me digas que hacer —respondió el— Sé lo que hago. Ya no me hagas enfadar.

— Extraño a mamá... —susurró ella. Se quedó pensativa, una lagrima pasaba por su mejilla.

— Ya no llores estúpida —dijo su padre. Suspiró y bebió un poco más— Ella ya no está. Acostumbrate, ella está muerta. ¿De acuerdo?

— ¿Porqué eres tan malo? —preguntó Margaret. Ella trató de no quebrarse en llanto.

— A ti eso no te importa. Será por algo, ¿no? —respondió él a la pregunta de su hija.

— ¿Sabes algo? 

— ¿Que me dirás ahora? —dijo él. Bebió otro poco de su bebida.

— ¡Te odio! ¡Y demasiado! —dijo ya muy enfadada.

— ¿Sabes algo? — Dijo imitando su voz — No me interesa —respondió su padre.

Ella se levantó de la silla. Tomó su libro y caminó rápidamente a su habitación. 

Se encerró con llave en su habitación. Se lanzó rendida a su cama y se quedó pensativa por unos minutos.

No pensó más y se levantó de su cama. Abrió cada uno de los cajones de su mueble y empezó a buscar. Ya terminada la búsqueda tenía una navaja en sus manos.

— No aguanto más... —se dijo ella misma en su mente.

Comenzó a pasar lentamente su navaja por su muñeca. Lentamente pasaba la navaja, hasta que logró hacerse un pequeño corte. 

Siguió pasando la navaja por su muñeca, esta vez la pasaba lentamente pero mantenía firme la navaja en su mano. Logró hacer un gran corte en su muñeca. Trató de no quejarse del dolor.

— Mi vida es una mierda. —susurró ella. Una lágrima logró caer.

Dejó la navaja a un lado y se quedó pensativa unos minutos. A ella definitivamente le sucedía algo.


Cubrió su muñeca con unas de sus pulseras y salió por la puerta de su habitación. Caminó hacia la puerta de salida, giró la manilla de la puerta y salió de la casa. 

Se subió a un taxi y la llevó a una cafetería. Ella bajó del taxi y entró tranquilamente en la cafetería. Estaba mal, muy mal. Se sentó solitaria en un rincón y se quedó observando hacia afuera.

Un simpático chico caminó hacia ella. Tenía una sonrisa que sin pensarlo enamoraba a todas las chicas y también una linda mirada. El se quedó mirando a Margaret. Hasta que ella notó la presencia de él.

— Hola... —dijo él sonriendo— ¿Puedo acompañarte? —ella secó sus lagrimas. Le mostró una sonrisa falsa, ella asintió con la cabeza.


silent screams (Zayn Malik)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora