Tres días después, Jimin se encontraba sentado en una silla de ruedas, sujetaba la manta que su madre le había colocado sobre sus piernas, Taehyung estaba a su lado, escuchando atentamente las instrucciones del médico, todo había sido muy raro y muy rápido para su gusto, su padres y uno de sus hermano se presentaron en el hospital, pero su memoria seguía sin recordar nada, estaba comenzando a ahogarse en sí mismo, su madre le enseño infinidad de fotos de él, de su familia, de su casa, pero no supieron arrojar luz en cuanto su relación con Taehyung, ¿Por qué no le había contado eso a sus padres? Al parecer toda su familia pensaba que él seguía trabajando como asistente en la constructora de Kim y asociados, para ellos fue una sorpresa enterarse que no era así, que hacía meses que había dejado su trabajo y mantenía una relación con su exjefe.
Nada de esto tenía sentido, por las fotos, se dio cuenta que mantenía una relación muy estrecha con su familia, ¿porque los había dejado fuera? ¿Por qué ocultarles algo tan importante como su relación? Ellos no se sorprendieron de que su prometido fuera un hombre, desde los dieciocho sabían de su inclinación sexual y lo apoyaban plenamente, esa era otra de las razones por la cual se sentía culpable, ¿Por qué mantenerlo en secreto?, todo esto estaba comenzando a producirlemigraña.
Taehyung empujó la silla de ruedas hacia la entrada del hospital y, cuando salieron a la calle, Jimin parpadeó, cegado por el sol, había una limusina aparcada en la puerta, levanto la vista para mirar a sus padres, sus ojos se llenaron de lágrimas, esta era la despedida, no era como si no volvería a verlos.
—Mi niño hermoso— su madre lo abrazó — no estés triste mi corazón, tu novio ha prometido llevarte al rancho— ella disimuladamente le dedico una mirada a Taehyung, aunque ella trato durante ese tiempo de mostrarse cortes y amable, era obvio para todos que él no le gustaba para nada.
—Los extrañaré— dijo el abrazando a su padre—tengo tantas preguntas más que hacerles— él había querido saberlo todo sobre su vida, pero el médico les aconsejo no sobrecargarlo con tanta información.
—Estamos seguros que en el rancho J, podrías recuperarte del todo, ¿seguro que no quieres venir con nosotros? — su padre insistió, Jimin levanto la vista, Taehyung tenía una mirada ilegible, pero por la forma en que apretaba la mandíbula, le indicaba que no le parecía para nada la insistencia de llevárselo, había sido una larga discusión, pero al final Jimin decidió quedarse en Nueva York después de todo aquí había sido su vida durante los últimos años, tal vez si volvía a su rutina diaria lograría recuperar la memoria.
—En cuanto este recuperado de sus lesiones, los visitaremos— dijo él tajante, después de la despedida Taehyung lo ayudó a subir a la limosina, unos minutos después, el lujoso coche se deslizaba por las calles de Nueva York, la ciudad le resultaba familiar, podía recordar algunas tiendas, algunos edificios, pero lo que faltaba era la idea de que aquél era su hogar, su sitio. ¿No había dicho Taehyung que vivían allí? se sentía como un artista frente a un lienzo en blanco, pero sin la habilidad de pintar retrato alguno.
Minutos después, la limusina se detuvo frente a un moderno y lujoso rascacielos que no despertó en él ningún recuerdo, pero cuando se abrieron las puertas del ascensor, durante un momento brevísimo fue como si estuviera a punto de recordar, a punto de rasgar el velo oscuro que lo apartaba de su pasado...
—¿Te encuentras bien? Te has puesto pálido— Taehyung lo tomo de un brazo, como evitando que cayera al piso.
—Yo he estado aquí— susurro con voz temblorosa.
—¿Has recordado? —negó con la cabeza.
—No, pero me resulta familiar—
—Aquí es donde vivimos... Es natural que lo recuerdes. — Jimin arrugó el ceño, se daba cuenta de que allí pasaba algo raro, pero no quería preguntar, lo haría en otro momento, cuando se sintiera más seguro, aunque no sabía si algún día sucediera eso, al entrar en el lujoso apartamento y fueron recibidos por una mujer joven y atractiva rubia que puso una mano en el brazo de Taehyung en un gesto que a Jimin le resultó demasiado familiar.