↬ꜰᴀᴋᴇ ʟᴏᴠᴇ♥ [ᴊɪɴᴋᴏᴏᴋ]

Parte 9.

No sé, no sé, no sé por qué.

Aunque no me conozco a mí mismo.

Sólo sé, sólo sé, solo sé por qué.

Porque todo es un falso amor.

Había empacado sus maletas, sin que nadie se enterara, como un fiel depredador, de forma silenciosa salió de aquella casa y subido en un taxi, se dirigió a Busan, con su familia nuevamente, dejando atrás 5 años importantes de su vida, había solicitado un año sabático, aprovechó la situación ya que recientemente habían terminado el tour mundial por su nuevo álbum, no le fue fácil convencer al CEO ya que tenía un contrato que cumplir pero al final terminó accediendo -obviamente omitió la verdadera razón de su huida- y lo justificó como cansancio y que extrañaba a su familia -lo cual no era mentira-, sabía que su familia lo apoyaba y era todo lo que necesitaba, sabía que estaba siendo inmaduro al dejar sus responsabilidades por un mal amorío pero no le importaba, lo único que quería era ser libre de todo ese dolor incrustado en su pecho, dejaría a sus amigos ser felices, se permitiría a él mismo encontrar esa felicidad en otro lado, ya había decidido que se iría a Japón, tendría unos meses para explorar la ciudad de Kioto y se dedicaría a su pasatiempo favorito, la fotografía, empezaría de nuevo, sabía que en más de algún lugar lo reconocerían y sería un caos cuando se enteraran de su salida temporal del grupo, pero era necesario para él.

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Había llegado a Japón 3 meses después de su salida, recibió llamadas y mensajes de sus compañeros exigiéndole las debidas explicaciones a su reciente abandono, menos de la única persona a la cual vivía aferrado, SeokJin. Con eso el menor entendió que el pelinegro le había dejado ir, eso era suficiente para él, ya no podía vivir con la vana esperanza sabiendo que Jin era feliz con su amigo, al principio le pareció descabellado el hecho de que estuvieran juntos, pero no le sorprendió ya que él notaba la química de ambos sobre todo cuando se olvidaban de los demás y lo demostraban en los conciertos, esas miradas, caricias, sonrisas, y los acercamientos sin pudor que se dedicaban, mataban cada pequeño destello de esperanza que aún habitada en el corazón dolido del menor.

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