Deep (Leone Abbacchio)

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Leone Abbacchio x Reader

*-*-*-*

Nos miramos fijamente, no quitamos la vista el uno del otro. Aun me tenía sentada contra  el sofá, mientras él se apoyaba en los antebrazos del mueble, su rostro tan cerca del mío, esa mirada tan profunda, esos labios, su rostro,  esos ojos...  Esos ojos ámbar.

 -¿Segura que no quieres nada?- me volvió a preguntar, en ese acento italiano, y su pelo blanco corrió un poco sobre sus ojos pero no me impedía dejar de verlo. Yo no le respondí –Dime- insistió

-¿Qué quieres que pida?- pregunte, sin dejar de mirarlo

-Lo que quieras- sonrió muy poco, sin siquiera parpadear

-¿Qué puedes darme?- pregunte indecisa

-Lo que sea- susurro, saboreándose sus labios, frente a mis ojos.

-No sé que pedir- dije nerviosa, mordiéndome mis labios

-Entonces, solo recibe- murmuro.

                 Nunca pude dejar de mirarlo, sus ojos no se apartaban de mí, y yo tampoco los apartaba de él. Pero sus manos si se quitaron del sofá, corrieron por el mueble, pude sentirlo alrededor de donde estaba sentada.

                Su mano finalmente toco mi rodilla, dándome un masaje suavemente, no evite sentir un escalofrió en mi interior, pero me resistí a dejar de verlo a los ojos. Con su mano recorrió mi pierna, deslizo suavemente mi piel y se hundió, desapareciendo bajo mi vestido. Temblé en mi interior, y no evite soltar un suspiro al sentir como su mano, sus dedos ya me tocaban la ropa interio.

-¿Te gusta?- me pregunto, con una sonrisa picara. Pero yo no pude hablar, trate de apretar las piernas, cruzarlas, pero ya temblaba al sentir como me rozaba lentamente. Las puntas de sus dedos, presionándome cada vez más. Sus manos eran divinas bajo mi piel, acariciaron a mí alrededor y no evite humedecerme. Me estaba provocando, me estaba excitando totalmente, que solo me rendí, tiro con sus dedos la prenda, y finalmente las yemas de sus dedos tocaron mi entrepierna. Me perdí

                Deje de verlo a los ojos, y solo sentí, la humedad, la tensión, lo mojado que el estaba.

 -Mmm-aah- murmure, apretando los labios, y su mano se adentro a mí, sus dedos me penetraron lentamente, sentí como deslizaban, me tocaban. Los giro un poco dentro de mi cuerpo y lentamente los introdujo más, yo solo pude apretarme más contra el sofá –Abb... aah- quise decir su nombre, pero no me lo dejo.

                Sus labios se encontraron con los míos, adentro su lengua dentro de mi boca. Sentí que corrió hasta mi garganta, me frotaba cada parte de mi piel, mientras me robaba el aliento con suma intensidad y dejaba que sus dedos tocaran mi interior. Entraban, salian, bailaba su lengua con la mia y mi cuerpo ardía en calor.

                Lo conocía, él no se conformaba con tan pocas cosas. Su otra mano aun estaba libre, y no tardo en guiarla hacia mi vestido. Soltó el listón tras mi cuello, dejando caer la prenda hacia delante, al ser de espalda descubierta. Y me dejaba semí-desnuda.

                No pude negarme, no pude alejarlo, gozaba sus caricias totalmente. ¡Oh, Leone!

Tuvo la maldita suerte de que no llevara sostén, con semejante vestido escotado no lo necesitaba. Pensaba que nadie se percataría, nadie se daría cuenta, y además nadie me lo quitaría. Pero me equivoque.

                 Soltó mis labios y me dejo respirar finalmente. Estaba exhausta de semejante beso, pero su mano dentro de mi aun me tenia tensa, y el placer iba en aumento. Quería más, necesitaba más, y Abbacchio beso mi rostro, mis mejillas, corriéndose hacia mi cuello.

-Abbacchio- susurre, con la voz entrecortada. Pero él, solo giro su mano dentro de mí, me estremecía completamente, que no sabría cuanto más duraría. Saco su mano de mi, sabía que no debía sentir el éxtasis aun, y su rostro lo hundió contra mi pecho.

                Un beso, su lengua corrió por mi piel, me beso entre mis senos y me acaricio las piernas levantando ese vestido, Iba a romperlo, al saber que le estorbaba. Sus manos se corrieron a mi estomago, y me siguió besando mi cuerpo. Sus dedos se corrieron a mi pecho, me masajeo lentamente con las yemas de sus dedos, me tenso completamente el cuerpo, erizando mi piel.

                Sentía frio al inicio, sentía nervios a cada momento. Pero después sus labios me humedecieron, se alimento de mí, besándome los senos. Corrió su lengua por mí, beso suavemente después y al final me succiono. Hizo lo mismo en el otro lado, a la vez que me rompió el vestido por la espalda. Ya no habia prenda que le estorbara.

 -Abba... por... favor- trate de hablar, más y más me sentía tan tensa, estaba tan excitada. No sabía cuánto más podría durar con semejante placer, con las caricias que me daba. Él nunca hablo, sabía que no era necesario en lo más mínimo.

Volvió a besarme los labios, sentí su lengua en mi boca de nueva ocasión. Y solo hundí mis manos en su pelo, le quite la camisa, le quite su ropa. Todo.

                Sus manos me levantaron, y así como estaba apoyado él en un inicio en el sillón, me apoyo a mí contra él. Mis manos se apoyaron sobre el sillón, inclinándome un poco sobre él, para al siguiente instante. Sentir como se adentro en mi cuerpo.

  Se deslizo entre mis piernas, penetro mi cuerpo, sentí todo tan tenso pero deleitable dentro de mí. Un escalofrió corrió por mi piel, y poco a poco empezó el movimiento. Se movía adelante y hacia tras, su cuerpo se frotaba contra el mío, me tomaba completamente, mi cuerpo le pertenecía a él, en cada movimiento que hacía. Y solo oía un gemido salir de mis labios, cada vez que aceleraba el paso. La fricción, su erección, rozando mi entrepierna hacia que me volviera cada vez más loca, por él.

-Oh...Abba... cchio - decía, suplicaba, y mi cuerpo ardía totalmente. Él solo acelero el paso, y sentía que hasta el mueble se iba a caer –Siiiii... - trate de hablar, pero un gemido salió de mi boca.

Más, más, más. Más duro, más fuerte, más rapido. No pude aguantar. Mi cuerpo se estremeció y ambos quedamos quietos, al sentir el orgasmo golpearnos totalmente, mi cuerpo estaba acelerado, complacido, humedecido, debil. 

                 Temblábamos suavemente, pero el placer valió la pena. Bajamos al suelo lentamente, y me tomo en sus brazos. Gracias al cielo, estábamos en la sala, y no había nadie en casa, nadie iba a llegar. Él podia hacer conmigo, lo que quisiera.

-Te quiero - me murmuro, besando mis labios. Él sabía, que yo también lo amaba, y amaba que me hiciera sentir deseada, amada, todo... y tan profundo.

Contigo (Passione X Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora