❝ Capítulo VI ❞

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—¿Estás diciéndome que quieres a ese joven como tu esposo?

—Así es padre, moveré mar y tierra si es necesario.

—¿Tu que piensas YoonGi?

—A decir verdad sus majestades, creo que será sumamente difícil encontrarlo, las únicas pistas que tenemos es que es rubio, de ojos azules y que el guante que dejó es suyo. Hay muchas personas en el reino con sus características.

—Tienes razón...¿Por qué mejor no te casas con la princesa del reino vecino?

—Padre, por favor, sabes que no suelo llevarte la contraria ni pedirte nada, ayúdame a encontrarlo.

—Supongamos que accedo, ¿Cuál sería tu recurso para encontrarlo?

—El guante, me casaré con quien logré hacer que el guante se ajuste a su mano, chica o chico, no importa que no sea él, cumpliré mi palabra.

El rey lo miró y después a su segundo oficial más importante, este solo se encogió de hombros.

—Está bien...Min y Kim se encargarán de buscarlo y espero cumplas lo que has dicho, no quiero berrinches ¿Entendido?

El menor asintió con una sonrisa, después de hacer una reverencia salió de ahí, debía buscar un disfraz para acompañar a los oficiales porque ni de chiste su padre lo dejaría ir.








—Entonces...¿Vas a leer ese pergamino y seré yo quien le coloque el guante a cualquiera?

—Así es, no le veo lo complicado.

—¿Iremos solos?

—No, nos acompañarán cuatro guardias, saldremos en 10 minutos así que prepárate.

El moreno sólo asintió y vió al pálido despedirse. Por otro lado, el príncipe había convencido a uno de los guardias le prestara su uniforme.









El rubio y sus hermanastras estaban en el mercado comprando algunas telas y provisiones, los tres vieron llegar a los oficiales siendo acompañados de guardias, algo intrigados se acercaron pero mantenían una distancia prudente.

—¡Atención! El rey ha enviado un mensaje que procederé a leer—inició el pálido, llamando la atención de los demás.—El príncipe Jeon ha dicho que busca a aquél chico de cabellos rubios, como no hay ninguna forma exacta de comprobar que sea él estaremos realizando una prueba. Cada persona del reino, sin importar la edad, deberá probarse el guante, si a alguno o alguna llega a quedarle a la perfección deberemos llevarlo al reino para que el príncipe lo o la despoje. Gracias por su atención.

Todos en ese instante se emocionaron, las hermanastras y el rubio no eran la excepción, los tres se dirigieron a casa lo más rápido que pudieron para poder alistarse después de contarle la noticia a la mayor de todos.

TaeHyung estaba en el ático arreglándose para cuando el príncipe llegara, mientras cepillaba su cabello comenzó a bailar de una manera lenta pero siguiendo los mismos pasos que habían hecho esa noche. Lo que él no sabía era que su madrastra —que ya sospechaba de él— se encontraba observándolo. Justo cuando dió media vuelta la vió pero ya era tarde, en cuanto habían conectado sus miradas, lo encerró ahí, ignorando los gritos, quejidos y golpes que el menor daba a la puerta.









Ambos oficiales comenzaban a frustrarse, no habían tenido suerte en encontrar al chico y nadie lograba ajustarse al guante, algunos les quedaba demasiado grande, a otros muy chico que parecía que se rompería.

—No creo que logremos encontrarlo, el príncipe se recepcionará de nosotros al igual que el rey.

—Manten las esperanzas NamJoon, aún nos queda una casa por revisar.

El más alto asintió, su pálido hyung tenía razón.

Cuando llegaron a la casa llamaron a la puerta y les atendió quien parecía ser la dueña de ésta.

—Sean bienvenidos—hizo una reverencia.

—¿Sabe porqué estamos aquí madam?

—Por supuesto, pasen.

Y así lo hicieron, ambos se adentraron a la humilde morada dejando a los guardias afuera. Ambas hermanastras bajaron con una sonrisa en sus rostros.

—¿Quién será la primera?—preguntó el pálido.

—Seré yo—dijo Jennie. El moreno asintió y sacó el guante del estuche, la chica extendió su mano y procedió a colocarlo de manera delicada. Le quedaba grande, la menor hizo un gesto de tristeza.

—Sigo yo—su hermana la hizo a un lado y extendió su mano y repitieron el proceso. Justo cuando parecía que el guante le había quedado la punta de los dedos seguía vacía.

Ambos oficiales suspiraron decepcionados. En cuanto confirmaron que no había nadie más ahí salieron de la casa y subieron a sus corceles. Cuando estaban a punto de partir escucharon una grave y hermosa voz, haciendo que miraran a la viuda con intriga.

—¿Hay alguien más?—ella negó.—Le ordeno que deje que revisemos su casa.

—¿Disculpe? Creo que eso no es posible—sonrió falsamente.

—¿Quién se cree que es para desobedecer la orden de un oficial real y mano derecha del rey?¿Es acaso una duquesa?¿Una princesa?—habló esta vez el moreno.

—Nam, cálmate—dijo entre dientes y en cuanto la mayor iba a negarse nuevamente, uno de los guardias bajó del corcel y quitó su capa y sombrero, todos quedaron asombrados al ve que era el príncipe y se vieron obligados a hacer una reverencia.

—Revisaremos su casa y no lo diré nuevamente.

—Claro, su majestad—se hizo a un lado y los oficiales entraron después del príncipe.

NamJoon subió acompañado de la "dueña" de la casa hacia el ático, al abrir la puerta vió a un muy apuesto chico y de finas facciones que se sobresaltó debido a la inesperada entrada de ambos.

—El príncipe quiere verlo. Si es tan amable de seguirme.

El rubio lo siguió dudoso, cuando pasó al lado de su madrastra ésta la tomó del brazo.

—No olvides quién eres andrajoso—susurró.

El oficial y el chico bajaron las escaleras, una vez que estuvieron en el primer piso el pálido le indicó que el príncipe estaba en la sala principal.

—Príncipe—le llamó el hizo una reverencia. En cuanto él se dió la vuelta y quedaron frente a frente continuó.—No soy un príncipe, no tengo familia y no soy de una clase alta, tengo muchos defectos al igual que virtudes pero si estás dispuesto a aceptarme tal y como soy, con mucho gusto aceptaré que seas tú quien me despoce.

En pelinegro lo miró con una sonrisa, se acercó a él y tomó su mano colocando el guante, era su chico, sí, su chico y futuro esposo. Acarició suavemente las mejillas del mismo y después unió sus labios. Fue un beso largo y suave en el que ambos se transmitían lo que sentían, terminaron separándose por la falta de aire.

—TaeHyung—susurró cerca de los labios del pelinegro.—Mi nombre es TaeHyung

Ambos se sonrieron, salieron de la sala tomados de la mano para salir de la misma forma de aquella casa. Ambos se dirigieron al castillo seguidos por los oficiales y guardias.

Cuando llegaron el rey recibió con una enorme sonrisa a ambos. Esa misma tarde la madrastra del rubio fue desterrada del reino y no podría volver jamás, sus hermanastras se habían quedado bajo la promesa de que cambiarían y no harían nada en contra de la relación de ambos.

Cinderella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora