Piel con segunda residencia.

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Y quién me iba a decir a mí que, yo, a estas alturas, es cuando iba a empezar a quererte para mí. Que todas aquellas palabras que sentí en su momento, sí, esas, todas las que representaban mis sentimientos y mi forma de pensar.... Esas mismas, las que tú no te creías, esas... Sigan siendo verdad.

Y es que no es de extrañar que no te pueda olvidar, con ese pelo oscuro y un tanto áspero que tanto me gustaba acariciar. Tu piel pálida y lisa que rozaba tus huesos con casi apenas músculos. La piel con la que acariciabas mis manos, mis piernas, mis brazos... La piel que yo todas las noches poseía y proclamaba como mía. La piel que ahora, le pertenece a otro.

Al igual que tus ojos, que en lágrimas se hundían cuando yo te conocí y que con ellos, se ahogaba tu alma. Que me sonreías con ellos y no con los labios, ya que con éstos me besabas y me acunabas en tus dulces palabras. En tus obvios sentimientos, que sólo veías tú.

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