XIV

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Su piel había cambiado de color; ahora era de un tono amarillento y apagado.
Sus ojos estaban tristes.
Sus labios, marchitados.
Su pelo se partía y estaba seco.
Al igual que su sonrisa, rota.
Al igual que su alma.
Desaliñada, pobre.
Vagaba por las calles en busca de la felicidad
y sólo se encontraba con la realidad
que le hacía sentir aún peor
Entonces, en ese momento,
a partir de ese instante
Ella, empezó a amar la oscuridad
la soledad,
el no salir de casa.
Ella no quería ser vista por otros
porque se avergonzaba
de lo que los demás
tenían que ver

Pensamientos superlativos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora