Su piel había cambiado de color; ahora era de un tono amarillento y apagado.
Sus ojos estaban tristes.
Sus labios, marchitados.
Su pelo se partía y estaba seco.
Al igual que su sonrisa, rota.
Al igual que su alma.
Desaliñada, pobre.
Vagaba por las calles en busca de la felicidad
y sólo se encontraba con la realidad
que le hacía sentir aún peor
Entonces, en ese momento,
a partir de ese instante
Ella, empezó a amar la oscuridad
la soledad,
el no salir de casa.
Ella no quería ser vista por otros
porque se avergonzaba
de lo que los demás
tenían que ver