Peroración 02: know my name

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𝑺𝒕𝒊𝒍𝒍 𝒅𝒐𝒏'𝒕 𝒌𝒏𝒐𝒘 𝒎𝒚 𝒏𝒂𝒎𝒆

La verdad muchas veces no puede ser dicha, a veces dicen que una mentira blanca hace todo menos doloroso, pero a veces lo mejor es solo esperar y guardar ciertos secretos, muchas veces si no se tiene la suficiente precaución, podrían cometerse err...

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La verdad muchas veces no puede ser dicha, a veces dicen que una mentira blanca hace todo menos doloroso, pero a veces lo mejor es solo esperar y guardar ciertos secretos, muchas veces si no se tiene la suficiente precaución, podrían cometerse errores y eso lleva a decir que cada mentira tiene patas cortas. Pero si te mentalizas de que no es una mentira, no estás pensando constantemente en que realmente estas haciendo mal y eso no transluce en tus acciones, porque los humanos somos tan finos como la seda, en cuestiones de cosas que se supone que están mal que acabamos por cagarla.

Quizá por eso ambos no se dieron el problema de luego de esos años comentar de su amorío, no es que estaban hartos de sus parejas, claro que no los amaban, pero en ocasiones hay atracciones, porque era eso, era atracción y no tanto amor, que hace que caigas mil veces en el mismo circulo vicioso, del cuál no puedes siquiera despejar tus ojos, como la adicción y se vuelve eso, lo consumes hasta que tu cuerpo se acostumbra pero quiere más y más. Ambos estaban en ese limbo, nunca quisieron saber el nombre del otro porque eran encuentros simples de folladas, del tipo que necesitaban. La consigna era esa y también que solo se acostarían el uno con el otro y todo fue bien hasta que se encontraron.

Ahora aquellos dos hombres estaban por primera vez ingresando de nuevo a ese sitio pero sin mascaras, eran dos personas que ya conocían cada rincón de sus cuerpos y aún así no sabían nada de ellos, el tiempo volaba entre las palabras dichas y guardadas, ningún vocablo quedó fuera de sus pláticas, nada que fuese a ser causante de malentendidos, nada que fuese el disparo a lago que los haría perder todo, no. Eran dos adultos, que se entendían y a la vez comprendían que sus actos traerían represalias si no sabían jugar, porque ya estaban en aquel juego y no deseaba ninguno dejar aquella partida.

Ambos volvieron a acabar en el manto de la lujuria. Sus manos no podían quedarse en un sitio si podían realmente el mantenerse sobre el cálido cuerpo del contrario por eso ambos estuvieron horas y horas siendo uno, entre tantos sonidos, aromas, posiciones y palabras que no eran posibles de dejar de exclamar al sentirse uno, de nuevo, como solo sus cuerpos podían saberlo. Luego de que la noche fuese acabando ambos durmieron completamente abrazados, juntos como cada instante, no era amor del que les traían a sus parejas, era como una conexión diferente, algo que no podían romper, no deseaban tampoco romperlo, no lo querían eran amantes obsesivos en su propia obscuridad, no deseaban la luz, no la necesitaban.

Seokjin había despertado ya unos minutos atrás, estaba cansado y hambriento, logró salir del abrazo del mayor y sonríe al delinear los labios del contrario con sus dedos, de manera lenta e impalpable. Sus pasos lo llevaron al baño, luego se dirigió a la cocina, no sabía bien que haría, pero al menos agradecía estar en su apartamento, el mismo que nunca vendió, sino que conservo a pesar de sus años de casado, preparó un desayuno mediano, café, algunas tostadas, algo de frutas, jugo y huevos revueltos, sabía que a Jeongguk le daba mucha hambre por las mañanas y que solía ser su alimento más pesado, también sabía que no le gustaban demasiado las cosas dulces, que prefería lo salado, pero que el café lo tomaría cada hora del día. Quizá solo tenían sexo, pero también hablaban de sus gustos, era de lo único que hablaban, los problemas no se asomaban a sus pláticas por lo que agradecía ahora el de su típica pregunta de todos los encuentros, del debes decirme una cosa que te guste.

still don't know my name ── 𝗸𝗼𝗼𝗸.𝗷𝗶𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora