Cenizas de días mejores

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—¿Vas a pedir un deseo, Tou-chan?

La voz femenina y gentil se desliza en el mundo onírico al que es incapaz de acceder. Una mano acaricia su cabello mientras dos pares de ojos infantiles le miran esperando su respuesta.

—¿Puedo pedir lo que sea?

—Claro, es tu cumpleaños.

Dabi sabe que sonríe, aunque es un sueño lo siente, del mismo modo en que siente las llamas azules. Es un gesto involuntario y sincero, lo que ya no suele suceder, ahora su repertorio de sonrisas se limitan a gestos adustos, sarcásticos, crueles. Es la clase de gesto que no podría dedicarle a la mujer que acaricia el cabello pelirrojo, o a los niños que brincan felices frente a él. Los asustaría.

—¡Deseo convertirme en un héroe!

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Dabi no es aficionado a los noticieros, en todo caso prefiere ser él la noticia. Es más placentero ver su rostro en las pantallas, ver los muros de llamas azules que destrozan la ciudad y los comentarios indignados de los periodistas.

Ve el miedo en los rostros de los ciudadanos y le parece de lo más familiar.

Recuerdos lejanos que llegan a él a través de sueños que parecen ecos. Ecos de días en los que pese a la felicidad en los rostros infantiles de una niña y un niño de cabellos blancos siempre hay una nube de tristeza y miedo nublando sus rostros.

Es dieciocho de enero y una nostalgia insulsa se le pega a la piel quemada de su cuello y antebrazos, es una sensación inquietante, pegajosa y densa que le impide sentir calor o frío. Es como estar en uno de esos sueños dónde ve las cosas pero es incapaz de sentirlas. Le gustaría decir que el chico pelirrojo es él, pero cuando se mira al espejo solo ve el cabello negro desde la raíz, los ojos azules que le causan incomodidad, y los colgajos de piel sana y marchita unidos por grapas quirúrgicas.

¿Qué tiene ese día que lo hace tan jodidamente molesto?

Si acaso se siente afortunado porque es el chico malo y los chicos malos no necesitan trabajar, de modo que decide que no va a hacer nada.

—¿Vas a quedarte ahí echado todo el día?

Dabi se recarga contra el muro de la habitación, tiene los ojos cerrados pero la repentina presencia del intruso no le sorprende. Lo estresa. Y si el olor del tabaco no lo hiciera marearse estaría fumando en ese momento; tampoco consume alcohol, su estómago es delicado y le provoca náuseas.

—Es un desperdicio el poder que tienes con ese cuerpo tan débil. Eso lo has sacado de tu madre...

—¿Quién te dijo que podías entrar?

—La puerta estaba abierta.

—Aquí no hay puertas, idiota.

—Pase libre —lo que se escucha es el sonido de las plumas rozar la madera vieja del piso.

Dabi se niega a ver al héroe, le irrita su sonrisa, sus ojos delineados, las perforaciones que en él lucen atractivas, pero es peor cuando ve las alas rojas. Rojas como el cabello del niño de sus sueños. Rojas como las llamas que le rodean en sus pesadillas. Rojas. Maldito color.

Ese día en específico preferiría arrancarle pluma por pluma, obligarlo a quitar la máscara de sonrisas amables y buenas intenciones hacia su organización criminal. Pero Hawks es más duro que eso y sabe que sus acciones no podrán derrumbar la máscara del héroe. Él no es débil.

—No vas a irte.

—Twice está preocupado, dice que te comportas extraño, así que cree que te estás muriendo y Shigaraki quería saber si sigues respirando. Así que me mandaron a confirmarlo.

—Cuando empiece a apestar sabrán si he muerto.

—Deberías darte un baño entonces, Twice puede tomárselo muy literal.

Dabi abre los ojos y ve la figura de perfil de Hawks, el muy cabrón lo dice con una sonrisa, con tal desparpajo que le regresan las ideas sobre desplumar un pollo. Pero como los compañeros que son se limita a encender una llama en la mano que está pegada al rubio.

Hawks que es rápido interpone un par de plumas cuidadosamente colocadas en la articulación del codo y el hombro, cortando el movimiento de la mano de Dabi, de tal manera que las plumas no se queman y el fuego no se acerca a su atractivo rostro.

Malditas plumas y maldito pollo entrometido.

El fuego se reduce hasta quedar únicamente sobre la punta de su dedo índice.

Hawks acerca el rostro y le mira del otro lado de la flamita.

—¿Vas a apagar la llamita? ¡Pide un deseo!

La llama se extingue con un suspiro. La voz gentil de la mujer regresa a él, las voces chillonas de los niños frente a él gritan emocionados porque es su cumpleaños y si papá no regresa pronto ellos podrán comer otra rebanada de pastel. Ese detalle llega a través de un punzante dolor de cabeza. Cierra los ojos y la oscuridad tras sus párpados se traga la imagen sonriente de Hawks.

—¿Y? ¿Qué deseaste?

Todos los pensamientos que ha tenido y los del niño de sus sueños se arremolinan en su cabeza. No lo dice porque al final sus deseos no se cumplen y está cansado de cerrar los ojos y apagar llamitas.

—Que aprendas a respetar el espacio personal de los demás.

—Mala suerte, flamita.

Hawks le lanza un beso malicioso, uno que carece de afecto pero no de deseo. El héroe se acerca tanto al rostro de Dabi que le planta un beso suave en los labios, con todo y una sonrisa que deja entrever su verdadera intención y Dabi lo deja hacer con él lo que le plazca.

Quizás sus deseos no se cumplen porque para empezar no los pide el día de su cumpleaños, tampoco es que sepa cuál es ese desafortunado día. Y duda querer saberlo.

Y quién necesita saber esas estupideces.

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Basado en la teoría de que Dabi es un Todoroki.

Y un DabiHawks muy sutil.

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⏰ Última actualización: Jan 19, 2020 ⏰

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Lila [Dabi weekend 2020]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora