Introducción

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—Necesito verte.—pidió suavemente desde el otro lado de la línea. Y, a pesar de los kilómetros de cable que tenían que recorrer aquellas palabras, Kagami tuvo la certeza de que eran palabras tristes.

Salió corriendo del trabajo hacia aquella horrenda mansión. Ella no sugerió ni hora ni día, pero la urgencia fue captada. Kagami podía entenderla y eso era algo que ella agradecía mucho. Gracias a su interés, Marinette no se había sentido sola en años.

Sin embargo, Kagami no podía asegurar que la conocía bien. Simplemente la había observado lo suficiente para recordar las características de sus emociones.

Sabía, por ejemplo, que cuando estaba triste bajaba la cabeza y suspiraba mucho. En días como aquellos debía cuidar mucho de ella, porque no podía prestar atención de ninguna manera.

Pero no podía saber por qué se ponía triste o como lo resolvería. La mayoría de veces sus decisiones terminaban por sorprenderla.

Y tampoco sabía mucho de su pasado. Aunque era verdad que ella le había regalado secretos invaluables, aún tenía muchas dudas que nunca se atrevería a formular.

Esperó ver a Adrien abrir la puerta con una mueca en la cara como la mayoría de las veces, pero solo vio a los gigantescos guardaespaldas darle una sombría bienvenida.

Encontró la casa en un pesado silencio. Aquella mansión, demasiado sofisticada para ser acojedora, quizá había terminado por apagar la alegría de Marinette.

Hasta la plantas lucían opacas y tristes.

Cruzó a pasos agigantados la sala y tocó suavemente la puerta de la habitación de Marinette. Una voz suave le indicó que pasara y ella obedeció, no sin cierta inseguridad.

Las ojeras de ella fueron lo que más le llamo la atención. Las múltiples cobijas y almohadas tiradas por el suelo no la desorientaron tanto, casi podía adivinar el berrinche que los había dejado ahí. Pero a esas ojeras y a esas mejillas hundidas y pálidas las desconocía.

No podía ni imaginar que problemas causaron esas ojeras. Jamás había visto a Marinette de ese modo. Incluso en los tiempos más difíciles, el rostro de Marinette había mantenido su belleza y juventud como un signo de fuerza e indiferencia.

—¿Qué demonios ha pasado aquí?—dijo, conteniendo las ganas de echarse a sus pies para consolarla.

Al estirarse en una sonrisa, sus labios despellejados se vieron aún más cuarteados.

—Estoy en problemas.

—Ya veo.—comentó Kagami. Marinette siguió sonriendo con vergüenza. Humedeció sus labios sin mirarla.

—Es que... bueno,—Marinette ladeaba la cabeza para evitar su mirada—yo... No se lo he dicho a nadie.

Suspiró. Kagami advirtió con desgana el desconsuelo de su mirada. Procuró no emocionarse por ser la primera a la que le confiaba sus problemas.

Marinette la estrujo con su mirada azul brillante.

—No me juzgaras, ¿verdad?—dijo Marinette. Kagami negó con decisión.—Esto es algo muy importante y no soportaría que tu me juzgaras.

Marinette echó la cabeza para atrás y aspiro profundamente. Exhaló al decir:

—Estoy embarazada.


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Hola uwu

Bienvenid@s a esta nueva y extraña  historia.

Espero que les guste🥺

Que tengan un buen día, tarde y noche 💞

¿Quién? [MariGami] [PAUSADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora