trois

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—¡Amigo! —

—Viejo amigo. —Namjoon sonrió de lado sintiendo el triunfo recorrer por sus venas.

No hay nada que se compare al reencuentro. Nada que se compare a lo cálido del cariño, las expresiones relucientes. Sonrisas que iluminan todo el viaje camino al lugar de hospedaje. Y así fue, así es y así será mientras existan amistades reales.

Namjoon delante de Yoongi estaba insertando la llave para que se incorporasen al hogar del más alto. Cuando se adentraba, podría apreciarse a simple vista lo frío de aquel lugar. Pero estaba vacío, cosa que sorprendió al más bajo, Yoongi.

—¡Pasa y espérame! Voy a buscar mis maletas en el dormitorio. Está el lugar entero vacío, pero ¿Sabes? Antes de todo, cuando había muebles aunque estuviese solo, el ambiente estaba vivo. —Nam decía, recordando.

Yoon no sabía a qué se refería su amigo sobre maletas y lo ''Vívido'' de su casa ''Antes de todo'', pero salió de aquella habitación y bajaron las escaleras para ir al estacionamiento. Ahí entendió cuando veía hacia el gran auto de su amigo con mobiliarios y electrodomésticos atados y por dentro y por fuera. Aguardaron sus maletas y la charla para el viaje. Iban a irse de ahí, lejos hacia otros lugares. Destinos por descubrir y paradas para visitar. Kim y Min  juntos eran imparables. Recorrían su región del gran país reviviendo viejos y plenos tiempos de ocio. Tiempos donde eran más jóvenes, más enérgicos y apasionados con la vida, con sus amigos y sus parejas, que ya se fueron.

La vida no es mala.

Las personas pueden ser malas.

Y ahora que volvía a reír sin problemas y jugar sin presiones, volvía a ser un niño. Un niño feliz.

Ahora estaban juntos otra vez en Vancouver. Una de las ciudades más cálidas y hermosas de Canadá, intentando forjar nuevos futuros, sin necesidad de nadie, incluso sin necesidad de uno con el otro. Aprendían nuevamente a amarse a sí mismos antes que a alguien más. Y si juntos eran fantásticos, separados también.

Se mudaron a un pequeño apartamento en Marpole, un barrio al sur de la ciudad. Ambientaron todo el lugar y resultó con cierto caracter y detalles ochenteros que animaban esa casa. Sus personalidades han vuelto a ser casi tan relajadas como solían serlo antes. Antes del daño que ya no iba a atacar otra vez, pues poco les importaba volver a deprimirse.

Todo estaba en controlar las emociones negativas que antes controlaban sus vidas. Ser más plenos, saludables y amables con ellos.

—Despierta— Sacudió al escuálido esperando una respuesta— Hoy iremos a comprar la comida para el viaje del sábado —. Pero menos no podía interesarle a Min—. Yoongoo.

—¡No vuelvas a llamarme así!

—¿Qué te pasa? ¡Sólo levántate! —Se alarmó su amigo y caminó hasta la puerta—. Y, oye —Llamó su atención.

—Es irónico que tengas tantas ojeras si duermes demasiado —Se burló y huyó antes de ser golpeado. Pero era verdad. Aunque las bolsas bajo los ojos no sólo sean producto de insomnio y Yoongi haya intentado volver a vivir una vida sana, siguen ahí esas manchas. ¿Será que solo lo distinguían?

—¡Espérame! —Vistiéndose por los pasillos, corrió para subir al carro. Mientras se dirigían al centro comercial, charlaban y desayunaban provocando un desastre de risas y café por toda la carrocería.

Luego de la mañana del domingo en supermercados, tiendas y comercios, adquirieron lo necesario para llevar a cabo la próxima aventura de almas mochileras para el siguiente fin de semana. No son vanidosos o complicados.

Dando una pequeña caminata por el centro de Vancouver, se destinaban hacia el Parking donde estaba el auto. Frente a la importante calle Robson, con bolsas en mano, se sorprendió el más bajo al ver una bella silueta cruzando la calle entre transportes que se deslizaban rápida y peligrosamente entre aquel chico ¿O chica?...Sorprendido vió como llegó hasta la acera, quedando totalmente ileso.

¿Qué ocurría por su cabeza? ¿Está loco?

Era innegable que caminaba con la mirada perdida, pero sus piernas en los jeans que las resaltaban y sus pies ocultos debajo de sus curiosas botas parecían ser los únicos que sabían adónde ir. El chico pasó al lado de su espectador y en la cabeza del mirón ocurría como si fuese en cámara lenta. Mantuvieron contacto visual que estremeció sus adentros y sacudió los vellos de su cuero. El chico de cerca brillaba con la simetría hermosa de su cara, le sonrió un poco de lado, como si se estuviese riendo o reluciendo sus grandes blancos dientes. Pero frunció el ceño cuando tuvo que seguir con la cabeza hacia adelante.

«Como una lindo niño» Pensó mientras disfrutaba admirar como desaparecía la nívea piel y corto pelo entre la gente que caminaba contrario a ese peculiar chico, obligando a Yoongi a seguir su camino atento a lo suyo.

Llegaron a casa. Lo primero que enfocó su vista fue después de la mitad, por la parte derecha de la sala, la pared de ladrillos embalsamados de color cálido, como lo era el rojo vino de allí. A la izquierda de esta, frente a la puerta, había una gran ventana que cubría la sala entera con su esplendor. Iluminaba el sofá gris con una mesita de café amarilla delante de ésta. Un poco más al frente, estaba un librero que tocaba el techo y a su derecha, frente al pórtico donde aún se encontraba Yoongi, se colocaban las chaquetas en la pared y en una delgada estructura de metal iban los sombreros. Paralelos a éstos, estaba la pequeña cocina engalanada con estilos propios de los 60's que ocupaba la esquina de enfrente al muro enladrillado. Muro que tenía por debajo una mesita color café con cuatro sillas de diferentes modelos, locamente combinadas. En medio del comedor y el refrigerador que acomodaba Namjoon, había un pasillo. Pasillo con dos puertas que se enfrentan y una al final. La que concluía el pequeño corredor tenía un único baño y las otras hacia los dormitorios de cada uno.

Un pequeño departamento encantador.

Un nuevo ambiente renovado.

cernes ; ymDonde viven las historias. Descúbrelo ahora