Recuerdo 2

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Si ven algún error, falta de ortografía, algo que no suena bien, o que cambié una palabra por otra me avisan y lo corrijo.

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Craig

Su madre se había ido con un hombre alto y viejo de bata y barba blanca, le había dicho que se quedará ahí sin moverse. Tampoco encontraba nada que le provocara el suficiente interés como para levantarse; y no quería vagar por ahí para ver que encontraba porque si su madre venía mientras no estaba podría irse sin él, y se quedaría llorando rodeado de personas desconocidas hasta que ella volviera. Le pasó una vez en el centro comercial. Y no es que su madre fuera mala, sólo era un un poquito distraída. Así que sabía muy bien a que se enfrentaba.

Además, era la primera vez que estaba en ese lugar así que podía perderse o meterse en un lugar que no debía y se arriesgaba a ganarse dos regaños: el de la persona que lo encontrara y el de su madre. ¡Ah! Y después el de su padre. Tres regaños, su curiosidad no podía ser más fuerte que eso. Balanceaba sus pies atrás y adelante, se inclinó suavemente hacia la derecha para tratar de ver cuanto le faltaba a sus pies para tocar el piso; su madre le había dicho alguna vez que crecería tan alto como su padre y él anhelaba ese momento con todas sus fuerzas, el poder crecer, ser grande y veloz para ganarle a sus compañeros en las clases de deporte. Él no podía hacer deporte y por lo general se quedaba sentado mirando a sus compañeros; los escuchaba reír, los veía perseguirse unos a otros, y no podía evitar imaginar estrategias que él usaría para atraparlos. Pero no podía participar, así que para él sería grandioso ser mayor para poder jugar como el resto de sus amigos y compañeros. "Cuando seas grande" había dicho su madre, y cada año en su cumpleaños él deseaba, ansiaba, crecer.

A cada año que pasaba él se preguntaba cuán grande tendría que ser para que sus padres le permitieran jugar. Quizá con el paso de los años el dolor que aparecía en su pecho cada vez que corría o saltaba se iría, desaparecería de repente, tal y como había llegado. Cuando pensaba en su futuro sentía una calidez agradable en el pecho que le hacía olvidarse de la tos y del dolor, que le ayudaba a no sentir pánico cuando su corazón se ponía loquito y palpitaba tan fuerte que podía sentirlo debajo de la piel, como si quisiera salir corriendo en cualquier momento.

Quizá cuando fuera grande sus padres dejarían de mirarlo de aquella froma que le hacía sentirse tan atormentado e inseguro, o dejarían de estar pendientes de él cada vez que bajaba al baño a media noche como si fuera a tropezar con alguna cosa nueva; eso le molestaba, lo hacía sentirse frustrado, porque él ya sabía que cosas había en la casa, ni siquiera necesitaba luz para poder llegar a su propio baño. Y no le daba miedo bajar solo en la oscuridad, él era un niño fuerte y sabía que los monstruos no existían y que los espíritus no podían hacerle daño pero sus padres no lo entendían, y eso lo hacía sentirse tan irritado. Escuchó la voz de su madre y pasos acercándose pero no se giró a mirar hasta sentir una mano tocándole el hombro y escuchar a su madre hablarle. Craig notó la bata blanca por el rabillo del ojo.

— Todo listo, cariño. Podemos irnos.- sonrió ella. Craig le devolvió la sonrisa y pensó en brincar para bajarse del asiento, pensó en lo genial que se vería y en lo grande que se sentiría, entonces recordó el dolor insoportable y decidió arrastrarse hasta el borde para que sus pies pudieran tocar el suelo con mayor facilidad.

— Te veré en una semana Craig.- avisó el hombre de blanco con un gesto amable. Craig volteó justo cuando él se ajustaba los lentes al puente de la nariz, asistió en su dirección para hacerle saber que lo había escuchado.

— Muchas gracias, por todo. Voy a consultarlo con mi esposo.

— Señora Tucker, sé lo difícil que debe ser para ustedes este proceso...  Puedo recomendarles un terapeuta si gustan.

Alma Brillante ~Creek~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora