Thoreau

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Claire.

 Claire

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Sí, no podía leerlo

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Sí, no podía leerlo.

Y tampoco parar de observarlo.

Tampoco parar de enojarme con él, todas las clases de lengua.

El chico nuevo estaba sentado en el lugar habitual, haciendo lo habitual; nada. Ya, no es que no hiciera nada, escribía de vez en cuando, pero yo sabía que en realidad, no prestaba atención a nada de lo que la profesora de lengua pudiera decir.

Habían pasado unos cuantos días desde que había llegado a la escuela, y cada vez que nos tocaba juntos en la clase de lengua, yo observaba su comportamiento. Era algo solitario y callado, poco participativo y a veces, incluso malhumorado.

Ahora me encontraba observándolo, de reojo, como lo había hecho todos estos días. La profesora nos hablaba de Henry David Thoreau, un escritor, poeta y filósofo estadounidense.

Fue entonces cuando un imbécil unos puestos más atrás criticó a Thoreau, diciendo que gracias a las carreteras y el dinero éramos civilizados, y que Thoreau era un estúpido por vivir en el bosque, tranquilo, alimentándose de la naturaleza.

Maldito niño que parece Gokú, ¿qué mierda te pasa?

–Estúpido.– murmuré, cuando ya no podía retenerlo más. Gente así me sacaba de quicio, más que cuando Kendall me manchaba la mochila con su yogur.

–Sí, estúpido.– volteó hacia mí el chico de adelante, un tipo con acento ruso que no hablaba mucho y parecía vagabundo.

Le sonreí, complacida de que alguien me entendiera en este mundo de locos. Era algo difícil encontrar gente valiosa en Las Vegas, y algo me decía que él lo era.

–Sí, te apuesto a que su padre es un ignorante de mierda igual que él, y le enseña entre sorbos de cerveza barata que "Thoreau es un imbécil por creer que este sistema en el que estamos inmersos es una mierda. Digo, ¡para qué queremos educación integral si tenemos Twinkies y la televisión!"– murmuré para él, imitando a un hombre gordo y borracho en una mueca.

Le arranqué una carcajada, áspera y gutural, que provocó que sus ojos se entrecerraran y su boca de labios gruesos se curvara hacia arriba. Se veía increíblemente atractivo riendo, como una belleza especial y distinta a la que veía normalmente, de chicos rubios y de ojos azules.

Su cabello, ruloso y salvaje, se movió al reír. Me miraba por sobre su hombro derecho, pero también escondiendo algo de su rostro detrás de él. De pronto sentí que, esos ojos negros me veían hasta el fondo del alma.

– Chistosa, chistosa. ¿Cuál es tu nombre?– mantuvo la mirada fija en mí, felina y suspicaz.

– Claire.–

– Boris.–

– Un gusto enorme.– le estreché la mano que me ofreció por sobre su hombro, y me estremecí un poco al notar que estaba fría.

Entonces, Boris se volteó, carraspeó mirando a la profesora, que estaba cohibida por el chico Gokú, quien no paraba de hablar e interrumpirla.

– Ya cállate de una vez, puercoespín.– dijo, lo suficientemente fuerte como para arrancarle una mirada de advertencia y una sonrisa culpable a la profesora, que luego de desviar la mirada de Boris, siguió escuchando hastiada al chico tonto. También captó la atención de algunos alumnos, que se rieron, y la insistente mirada del chico que me hartaba a mí.

El nuevo lo miró, lo examinó, y le sonrió, acción que supuse Boris también había realizado.

Bien, ahora también me quita a la gente que me cae bien.

¿No tiene decencia este chico?

¡Hasta su sonrisa me cae mal!

¡Ya deja de sonreír!

Bufé, incapaz de encontrar alguna excusa para tirarle mi estuche en la cabeza a ese tarado. Me molestaba de sobremanera su sola presencia, y eso era algo extraño. Casi siempre tenía motivos para odiar a alguien, pero con él era diferente; lo despreciaba
sólo por respirar.

Ya deja de respirar.

Me concentré en la maestra, tratando de apaciguar la ira que se retorcía en mi interior. Una oleada caliente se asentaba en mi estómago cada vez que lo miraba, y mis deseos sólo se centraban en una cosa; golpearlo con algo muy pesado y después salir corriendo.

Necesito calmarme.

Entonces, motivada por la insistente cólera que no se disipaba, comencé a recitar mentalmente, lo que mamá me había enseñado.

Él no tiene la culpa de irritarme tanto.

No sabe que causa esas emociones negativas en mí.

La única opción es aceptar que él es así, y reprimir mi ira.

Golpear no es bueno.

Y la ira, no lleva a ninguna parte.

Bien, listo.

Abrí los ojos, ya más calmada. Ahora entendía que ese chico no había hecho nada más que existir, y que no era su culpa que una loca trastornada como yo se ensañara con él.

Entonces sentí algo raro, y volteé a ver de dónde venía esa sensación extraña. Y me descubrí observando al chico nuevo, que por casualidad también me miraba, fijamente.

Una nueva oleada de ira se agolpó en mi estómago. Ira contra sus ojos, brillantes y algo grises. Contra su tez, iluminada, rosada en los párpados. Contra sus labios, que cada vez se curvaban más arriba, en una... en una...

¿Sonrisa?

Y desvié la mirada, con la garganta súbitamente seca, y una sed tremenda.

PERO QUÉ MIERD...

# c #

Hola hola gente bella c:

Bien intensa la Claire, pobre Theo ;c

¿Cómo están?

¿Qué clase de pastel les gusta? Estoy en un dilema y necesito respuestas ;[

Mucho amor,

Silk.

ᴀɴɢᴇʀ! ᴛʜᴇᴏ ᴅᴇᴄᴋᴇʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora