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Atsushi se había levantado muy temprano por la mañana y con su velocidad salió de la casa, sin despertar claro a Kyoka, que había llegado muy noche.

El albino lo sabía. Había regresado en el lugar de donde pareció, con la pistola que había estado en su bolsillo de su pantalón. Una de las ventaja que tenía era cambiar la apariencia y el tamaño, si él lo deseaba.

Volvió de nuevo a la forma de un celular, y teclo una serie de numero. De inmediato un bib sonó en el objeto, miro por breves segundos y suspiro.

Había localizado el problema y dónde estaba, una ventaja a su favor, sin embargo no podría ir ahora, sólo por el simple hecho de que en donde se localizaba era un lugar para ricos y exclusivos para ciertas personas.

Algo que él no tiene o posee y más viniendo que su apariencia era la de un adolescente. Con la ligera de desventaja que no podría hacer tales cosas, su condición no se lo permitía.

- Conosco la hora y el lugar. Pero no puedo llegar así nada más al lugar, ¿Que le diría?- Pensó mientras se tocaba el collar, hasta que fue interrumpido por un tono en corto. Al notar que el celular que había agarrado de su yo pasado, era una llamada de kyoka.

Tal vez estaba preocupada al no verlo en su cama.

Ignoró la llamada. Después les explicaría lo sucedido sabiendo que lo llegarían a odiar, sólo por no llegar minutos antes, todo terminó como terminó.

De nuevo otra llamada recibió el teléfono, no quería lidiar con ello. Así que le puso en modo avión, para que dejarán de molestar.

Y con el mismo teléfono más moderno, tecleo tres dígito hasta que un fuerte aire salió de ahí, expandiéndose por alderedor

Ahora ya no tenía problema si rampo llegará a usar su ultra deducción ese dispositivo lo bloqueará.

Todavía pensaba como infritarse en el lugar del objetivo, podría llegar a destruir todo el lugar, no le costaba y era la opción más rápida y fiable. Sin embargo, no quería llegar a tales extremos, a comparación de la otra que tenía matar uno por uno, era más seguro que la primera pero le llevaría más tiempo, algo que  en verdad no tiene. O no puede...

Optaría por la segunda opción. Quería confirmar algo, y luego mataría a todos, era más rápido.

- Pero primero debo de cambiar de ropa - Musitó era lo mejor quería algo más negro, le daba pena como se vestía, al parecer en el pasado no tenía vergüenza al salir así, y sin zapatos.

Tenía dinero de su yo del pasado, fue a una tienda y compro una mudada de ropa, a su gusto que podría decir.

Una camisa  blanca larga recogida hasta los codos, una pantalón de mezclilla negro, tenis de igual color, y un abrigo negro. Con su característico cinturón y los guantes negros que siempre portaba, llevando igual una bufanda roja para ocultar su collar. En camino se encontró con un ladrón que trataba de robar una bolsa de una dulce anciana, el lo detuvo y encerró al ladrón en un poste, posteriormente las autoridades lo arrestarian sin antes robarle el arma. Al lugar que iría si que necesitaba un arma.

Listo y hecho, camino tranquilamente hasta llegar a un orfanatorío que a primera vista se veía normal, llegó a la puerta,  tocó dos veces y nadie respondió.

Checo de nuevo su celular hasta que alguien abrió la puerta, parecía una de las hermanas del lugar y con una sonrisa falsa le hablo.

- Buenos días ¿Busca algo?- Preguntó fingiendo una sonrisa que cualquiera no se daría cuenta, que albergaba tanta maldad no por nada era el lugar menos indicado para buscar.

Una Nueva OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora