Al morir, de una forma un tanto peculiar, un joven japonés llamado Satou Kazuma es llevado ante una diosa llamada Aqua que le ofrece resucitar en otro mundo para derrotar al señor demonio no sin antes burlarse de la forma en cómo murió. Kazuma, al v...
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-Vamos, Apúrate- Le hablaba de forma indiferente y altanera una joven de pelo azul mientras llevaba un chip de patata en su boca sentada en una silla en un espacio oscuro y cargado de una atmósfera divina. -Da lo mismo cuál elijas. Nadie esperara mucho de un otaku hikikomori¹.-
-Tsk, esa estúpida se cree la gran cosa solo porque es un poco atractiva...- refunfuñaba silenciosamente un joven de pelo castaño con rasgos asiáticos mientras estaba arrodillado viendo unas cartas esparcidas por el suelo.
Este joven llamado Satou Kazuma, un chico japonés que murió de una forma bastante "particular" fue llevado a una sala donde se encontraba una joven que se presentó como una diosa llamada Aqua y que su trabajo es ofrecerle a los que mueren resucitarlos en otro mundo, con todos sus recuerdos y aspecto original, y ofreciendo un objeto o habilidad especial para derrotar al señor demonio. Esto era porque los muertos de ese mundo nunca querían renacer en donde vivieron.
Pero en la conversación que tuvieron Kazuma y la diosa Aqua que le explicaba lo de renacer en este nuevo mundo, ella se burlaba y reía de cómo había muerto.
Cosa que, por supuesto, a Kazuma no le hizo ni una gracia.
-Oohh... con que solo tengo que llevarme cualquier cosa que haya en este lugar ¿cierto?-
Kazuma se puso de pie y miraba directamente a una indiferente diosa, su mirada predicaba de que, aunque a ella le hiba a molestar bastante, no le importaba. Kazuma estaba decidido a vengarse por la humillación que le provocó. levantó su mano para señalarla y...
-Zhooom...-
El espacio se distorsiona, como si hubiese movido una capa de color de lo que se ve. Duró una pequeña fracción de un milisegundo, lo suficientemente corto como para que la joven diosa y, por supuesto, el joven japonés, no se percataran.
Y asi de rapido se distorsionó el espacio, volvió como si nada hubiese ocurrido.
O eso parecía...
-Hum? qué es esto?- De forma inconsciente, Kazuma se acercó a una de las cartas que estaban esparcidas. No tenía nada de especial y era igual que las otras cartas: con un nombre de una habilidad o artefacto y una breve descripción. Pero, aun así, el joven la tomó como si ese fuera el destino escrito. Un acto completamente natural y normal.
-Ya te decidiste? por fin, déjame ver- Se acercó Aqua al joven suspirando de que por fin vaya a terminar con este lastre de mandarlo a otro mundo. Se posicionó a un costado de Kazuma de tal manera que pudiera leer lo que decía la carta.
-A ver, a ver... humm... Síntesis, habilidad para alterar y manipular la materia...- Leyó al tiempo que pensaba -"que habilidad tan mediocre, y la descripción es un tanto endeble... es como... alquimia?"- a lo que observó al joven que tenía una expresión de curiosidad y remató: -Creo que está bien... si, si, perfecto. Estamos listos-.
Kazuma al escucharla no dudó en alterarse.
-Oye, oye, oye!! espera! como eso de que estamos listos? solo me dio curiosidad la carta, no es que la tomé para elegir- Gritaba el joven pero no había caso. La diosa Aqua ya estaba preparando el circulo magico que se alzaba hasta el infinito como un cilindro de luces de naturaleza divina en la que lentamente, Kazuma comenzó a flotar.
-Mira no tengo tiempo para que te decidas y luego te arrepientas y quieres ver otra cosa, ya me has hecho gastar bastante de mi tiempo y tengo bastante trabajo que hacer- Le decía de forma autoritaria para demostrarle que no está bromeando mientras veía a Kazuma a los ojos, pero luego desvió la mirada y susurró:
