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Es un nuevo comienzo, al menos era lo que Karamatsu Matsuno se repetía constantemente para tratar de dar un poco de alivio a sus pensamientos negativos y deprimentes debido a haber abandonado la casa de sus padres luego de que estos lo consideraran una vergüenza por sus preferencias homosexuales. Con el dinero que logró juntar de sus trabajos de medio tiempo y con las pocas pertenencias de verdadero valor con las que contaba, pudo alquilar un pequeño departamento en el linde de la ciudad.

El barrio de Akatsuka no era precisamente el mejor lugar para vivir de todo el condado, ciertamente era viejo, sobrepoblado y con bastantes carencias en cuanto a los servicios públicos básicos, además de tener una baja sanidad publica, pero al menos estaba lo suficientemente lejos de su antiguo hogar y de los prejuicios de sus padres.

La renta era bastante económica, debido a la pésima calidad de las construcciones y la lejanía que tenía con el centro de la ciudad. Karamatsu comenzó a preocuparse sobre como lograría llegar a sus clases en la universidad a tiempo. La tarde en la que se mudó al pequeño departamento que había alquilado, localizado en un rustico edificio con las paredes garabateadas de esquina a esquina, había sido gris y con bastantes probabilidades de lluvia. Una amable señora, ya entrada en años, le abrió la puerta principal y lo llevó por los mohosos y húmedos pasillos, explicándole la mecánica del pago de renta y la convivencia con sus vecinos.

–No deberías tener problemas con ellos. –Le dijo mientras buscaba en sus bolsillos la llave del departamento que iba a alquilarle. –Todos son bastante tranquilos y mientras no los molestes ellos no te molestaran a ti.

–Disculpe que pregunte, –La mujer ya había abierto la cerradura y entrado al departamento, Karamatsu la siguió de cerca. –¿Cuántas personas hay viviendo en este piso?

–Los muebles continúan en buen estado, si tienes algún problema con la cañería o los servicios entonces tendrás que solucionarlo por tu cuenta. –La mujer ignoró su pregunta, parecía que no lo había escuchado o si lo había hecho decidió no responderle.– La renta tiene que ser abonada los últimos días de cada mes, si no pagas entonces te saco a la calle y me quedo con tus pertenencias.

Karamatsu la miró ligeramente disgustado pero decidió no hacer mas preguntas o aportar mas a la platica unilateral que hasta ese momento estaban teniendo. Cuando por fin se encontró solo dentro de su nuevo hogar se dio el lujo de comenzar a desempacar sus pertenencias, examinando mas a detalle la estructura del departamento. Era pequeño, constaba de una cocineta con los electrodomésticos básicos, un comedor para cuatro personas fabricado con madera bastante resistente a su parecer, una pequeña sala de estar con un sofá esquinero y la habitación principal condicionada ya con un baño completo, las paredes estaban tapizadas casi es su totalidad y el vinil no parecía demasiado gastado o amarillento. Era mas de lo que podía llegar a desear alguien en su situación actual.

Con pesadez se dejó caer completamente en el sillón de esquina que había en la sala, levantando una ligera capa de polvo que se había acumulado en el mueble debido al desuso. Afuera la lluvia se había desatado a un ritmo constante, dándole un aspecto mas lúgubre a las sucias calles, haciendo que los pocos transeúntes desaparecieran tratando de escapar del mal tiempo. Karamatsu cerró los ojos, reproduciendo en su subconsciente su cobarde huida; jamás se sintió feliz viviendo con sus padres, ni siquiera en sus años mas juveniles sintió ese agradable calor de la verdadera convivencia familiar. Siempre, desde que tenía memoria, trató de hacer hasta lo imposible para enorgullecer a sus padres.

Concursos de reconocimiento académico, clases avanzadas, diplomas, alabanzas por parte de sus profesores e incluso becas por parte de universidades extranjeras. Todos esos años de esfuerzo, noches de insomnio y estrés que lo llevaron al final a tener un pobre desarrollo en su vida social y varias recaídas medicas, todo el sacrificio que tuvo que hacer, todo a lo que tuvo que renunciar, toda su juventud esperando recibir por lo menos un miserable "estamos orgullosos de ti, hijo" de parte de sus padres.

Monsters are not only under your bedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora