En mis aposentos, el alma mía se entumecía a pesar de los muros sin miedo con los cuales me refugiaba. Tan extraño me sentía, tan somnoliento me sentía que ni el sueño conciliarse lograba. Mi lecho se había tornado en nada más que mera tumba, un letargo que me mataba con frío y, aunque en antaño desplegaba mis cantos en los pedruscos ociosos, ya incluso éstos se habían marchitado, prisioneros que ni un eco arrancaba de mi difunto cuerpo en vida el sol o el silbido de las campanas de viento de mi jardín. No existe miedo en mí, pero sí frío, un extraño vestido de solemne, pero terrible, descanso falso.
El tañido de los árboles, monótono y eterno, serenidad me traía y abrigo me otorgaba; árbol tras árbol, de repente me quitaban el frío. Todo parecía un sueño. En mi camino por el bosque, me encontré con un río cuyas rocas calmaban mi alma y me permitía ver a pesar de la neblina, humo maligno de la noche; el sol de plata, ya muy bien puesto, iluminaba mi camino hasta adentrarme más al bosque.
Pero, cada vez que la ventisca asaltaba con cada vez más fuerza, más frío me daba y más oscuro se tornaba.
Mis dientes comenzaron a chocar entre ellos, compases oscuros entonaba mi corazón y se me hacía cada vez más difícil agarrar mi chaqueta con mis dedos entumecidos. Caí de rodillas, y sentía cómo el cielo negro observaba. Oh bosque hermano, ¿hasta dónde diste pie a mi encomienda?
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Frío Abismo
SpiritualFrío es todo aquel que en la angustia cae su frágil alma y mente, frío es aquel que aquí posa su propia cima. El frío destruye, arranca y congela cuerpo, ser y el espíritu que Platón descubre en el cristal pulido, el frío conoce más que cualquiera y...