Todoroki Enji es un Rey conocido por su explosiva personalidad, alguien duro y completamente peligroso si se hacía enojar. Los rumores decían que sus propios hijos y esposa lo abandonaron, por eso mismo y porque no era precisamente el "padre perfecto" que se mostraba en público. Un hombre falso y egoísta, como su hijo menor solía describirle.
En ese gran castillo, las frías paredes y oscuros pasillos podían contar una historia diferente. Sin embargo manejaba bastante bien su país, no era un lugar en decadencia, la economía era buena, el comercio con países vecinos estaba en su auge y el pueblo era feliz. ¿Qué más se podía pedir? Un próspero reino en crecimiento.
Pero Todoroki Enji tenía un problema; estaba solo.
Su familia le abandonó, sus sirvientes le temían, su pueblo apenas le dedicaban unas cuántas palabras, día a día, paseaba por los largos pasillos en busca de ese "algo" que podría cubrir ese extraño vacío que se había formado desde la partida de su esposa e hijos.
- Señor.
La voz de uno de los guardias se escuchó en el gran salón, el metal apenas y sonaba con respecto a los movimientos del sujeto, su derecha se encontraba en alto haciendo una especie de saludo al pelirrojo en espera de alguna señal para continuar su informe diario.
- Informe.
Respondió en un pequeño movimiento de su diestra antes de apoyar su espalda en el respaldo del trono. Su mirada se mantuvo en el sujeto, notaba como sacaba una especie de pergamino de uno de sus bolsillos hasta poco a poco extender el papel y empezar a leer.
- La temporada de invierno se acerca, los pobladores de preocupan de que los recursos sean escasos. Se puede informa que una caravana de venta de criaturas ilegales se ha instalado a las afueras y...
- ¿Criaturas? Cazar seres es ilegal en este país, una práctica sin sentido.
- ¿Desea enviar un pelotón?
- No, me encargaré de ello personalmente.
Las palabras del hombre fueron directas, el guardia tan solo hizo un gesto en modo de saludo antes de retirarse y dejar la sala del trono.
En este mundo las criaturas mitológicas eran consideradas valiosas y en peligro de extinción, la mayoría de los países tenían leyes bastantes severas a quienes se atrevían a traficar con tales seres; aún así, las plumas, cuernos y escamas se vendían en altas cantidades de dinero. Los mismos seres incluso eran usados como "compañeros o esclavos" de los nobles. Pagar grandes cantidades en monedas de oro por la compañía de una sirena o arpía era algo común de ver.
Solo un enfermo se atrevería a usar a inocentes para su satisfacción personal.
21:00 hrs : Mercado y subasta de Animales Mitológicos.
Nombre: ¿?
Especie: Arpía
Género: Macho.
Edad: ¿? Aparenta un chico de 9 años.
"Duele, mi cuerpo duele, tengo hambre... Por favor, ayuda".
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"Una canción para el rey"
Science FictionUn solitario rey. Una Arpía sin esperanza. Y una canción para su amado salvador.