—¡Deja eso ya!
El hombre frunció el ceño y alzó la voz ante las acciones del ave, quién, a pesar de todo había comenzado a mordisquear y rasguñar con sus pequeñas garras el gran brazo del extraño. El pelirrojo tenía que cargarlo y el rubio se negaba a ser llevado, por ello su reacción.
La piel del pelirrojo tenía varias marcas de rasguños y una que otra mordida, pero ninguna herida de gran levedad, a pesar del ardor, el pequeño no tenía la fuerza suficiente para dañarle más que ello. Aclaró su garganta de nueva manera, esta vez logrando obtener la atención del ave, éste le observaba con atención, gruñía, las contadas plumas que tenía se erizaban intentando crear una ilusión de que era más grande e intimidante, un método de defensa bastante conocido en varios animales; tras un largo suspiro termino por dejarlo en el suelo del castillo.
—Eres demasiado energético para estar casi al borde del colapso.
El ser más pequeño chilló y estuvo a punto de volver a hacerlo en modo de reclamo, cuando su estómago pensó más rápido y un gruñido escapó de éste; tenía hambre.
El rey le observó, tan solo se alejó unos segundos para llamar a uno de sus tantos sirvientes, un intercambio rápido de palabras bastó para que el otro saliera corriendo. Pronto el hombre volvió a acercarse.
—Debí preguntar qué era lo que comías, pero conociendo a esos bastardos, no eran capaces de alimentarte con algo apropiado.
En pocos minutos los sirvientes comenzaron a entrar, varias personas cargando bandejas de plata pura con grandes platos llenos de comida, carne, vegetales, sopas y cremas, era un banquete. Tan solo los dejaron en una mesa grande cercana y desaparecieron por la misma puerta donde entraron. El aroma de la comida inundada el recinto y la arpía apenas y podía mantener a su estómago callado.
Nuevamente el más alto lo tomó en brazos para acercarlo a la comida, esta vez no hubo negaciones por parte del pequeño rubio. Lo primero en tener cerca fue un pequeño tazón con una crema blanca y calentita, tenía algunas verduras en su interior. Enji pensaba que tal vez empezar con algo ligero caería bien en el estómago del menor, después de todo al no saber mucho de su especie podría causar un daño a su estómago, la dieta de las arpías era un misterio y los mitos solo señalaban que comían a los hombres que solían engañar con sus hermosas figuras.
—Tienes que tomarlo con ambas manos, garras en tu caso.
Señaló, el pequeño inclino su rostro en un intento por comprender. Un nuevo suspiro por parte del hombre y esta vez tomó asiento colocando al pequeño en su regazo, paso a paso le enseñó a sostener el tazón y de paso intentó convencerlo de beber la sopa; desconfiaba, pero el estómago y el instinto del ave le decían que debía aprovechar cualquier alimento dado, un par de sorbos bastaron para tenerlo completamente concentrado en la comida.
Sus pequeñas alas se movían con emoción mientras bebía la sopa, las plumas caían, poco importaba, era la primera vez que disfrutaba de comida en meses, incluso se dedicó el tiempo de lamer las sobras del pequeño tazón, instintivamente alzó sus manos para mostrarle al gobernante que ya no había nada en el objeto.
—Supongo que quieres más.
El brillo de sus ojos le delató, nuevamente las alas se movieron, está vez, el pelirrojo había tomado un nuevo plato con carne de pollo deshebrada, algo de arroz y vegetales. Las garritas del ave ya habían comenzado a devorar el contenido, no había chirridos por su parte, si no una especie de ronroneo que escapaba de él de vez en cuando, ese sonidito que las aves solían hacer cuando estaban felices y cómodas.
Lo admitía, tal vez el pequeño bastardo era adorable y como tal, el rey no pudo evitar alzar su diestra en un intento por acariciar los cabellos rubios del ser más pequeño, algo que no se pudo dar.
Coraje, odio y molestia, varios sentimientos se juntaron cuando instintivamente el pequeño bajo su cabeza ante su acción anterior, instinto que solo tienen los animales o personas que han sufrido maltratos. ¿Realmente esos idiotas fueron capaz de golpear a esta arpía como para crearle un miedo al contacto? Instintivamente el pequeño cuerpo del ser tembló, sus ojos se cerraron como si esperaba cualquier daño.
Enji apretó los puños, no porque fuera a hacerle daño, no, si no por la rabia acumulada, empezaba a entender porqué su propia familia lo dejo, porqué sus hijos crecieron con un miedo-odio hacía él. Su diestra se mantuvo en el aire unos segundos antes de coger una pequeña servilleta para limpiar el rostro del rubio, quién, confundido volvió a abrir sus ojos dejándose hacer ante las acciones ajenas.
—Tendrás que aprender ciertos modales si piensas comer todo esto.
Esta vez fue uno de sus dígitos el que se elevó a la altura del mentón de la criatura, suavemente lo movió para ofrecer una pequeña caricia, para su suerte el ave entendía ello, pues alzó su rostro para recibir más de ese contacto, una vez más ese ronroneo proveniente del menor. Quién diría que tal sonido se volvería uno de los más grandes placeres que el rey recibiría, una pequeña melodía de felicidad que logran reconfortar cierta parte de su propio ser y llenar un vacío que nunca pensó reconocer.
El sonidito se hacía cada vez más bajo, hasta que finalmente cesó, el pequeño se había quedado dormido en su regazo.
¿Hacía cuanto tiempo que no lograba dormir con tanta seguridad?
El hombre era cálido y cómodo, por primera comprendió que, cuando vuelva a abrir sus ojos la vida qué pasó en cadenas tan solo será una pesadilla más.
—… Creo que debería darte un nombre cuando despiertes. Todo estará bien ahora “Hawks”.
•
—¿Realmente planea quedarse con él? ¡Eso es nuevo!
La chica que acompañaba al pelirrojo comenzó a reír, como si fuera lo más gracioso que había escuchado en toda su vida. “Burning” como le decían, una adolescente ejemplar y con un carácter ardiente. Sus padres eran líderes de la guardia real y capitanes del ejército del reino, la chica a su corta edad ya había tenido el puesto de teniente y su propia división. Enji sabía que tenía un gran futuro, pero modales ante su rey eran algo que le faltaban.
—Nunca dije eso.
Se defendió.
—¡Le ha puesto un nombre! Darle un nombre significa que se quedará con usted.
—Solo lo hice porque sería una molestia llamarlo “ave” o “arpía”.
—¿Y qué hace ahora?
—Le enseño a tener modales en la mesa, no quiero que sea como tú.
—¿Realmente es así? Hawks, tienes más suerte de lo que piensas.
El rubio apenas y alzó la mirada ante las palabras de la chica, parecía batallar demasiado al momento de coger la cuchara y acercarlo a sus labios sin verter el contenido sobre él. Gruñó, las dos personas frente a él parecían bastante inmersas en su charla, por lo que aprovechó en dejar el cubierto a un lado para tomar con sus dos garras el tazón y beber de él directamente.
—¡Te dije que tomes la cuchara! No puedes comer así.
Alzó la voz, Hawks gruñó y el pelirrojo alzó su diestra en dirección al menor, una vez más el ave cerró sus ojos y bajo la cabeza, pero el hombre solo dirigió su mano al mentón del pequeño y uso dos de sus dígitos para presionar las mejillas de éste, no le lastimaba, pero era una forma de darle una reprimenda sin recurrir a la violencia.
—Obedece o no te daré más.
El menor frunció el ceño, pero accedió a volver a tomar el cubierto, no sin antes morder la mano que lo sostenía, a diferencia de las que recibió el primer día, está era menos agresiva y no dejo marca alguna; era un pequeño berrinche del ave frente a él.
—¿Porqué reacciona de esa manera?
—Imagino que en ese lugar los “entrenaban” a golpes.
—Pobre chico.
—Es un dolor de cabeza. La primera noche y rasgó la puerta donde planeaba dejarlo dormir, para colmo esos chillidos que hace son espantosos.
—Tengo entendido que su especie tiene de arma su voz.
—Solo logró dormir cuando lo llevé a mi habitación.
—¿¡Durmió en la habitación del rey!? Vaya ha conseguido más que nadie en un solo día.
Otra risa por parte de la peliverde y Enji sentía que explotaría en cualquier momento. Aclaró su garganta y tan solo le dirigió una mirada amenazante, la chica no cesó, la chica respetaba la autoridad de su rey, pero sabía que el cambio que traería esa arpía sería beneficioso para su rey.
—Bueno, debo irme, mucho trabajo que hacer. Hawks, se un buen chico y cuida de nuestro amargado rey.
—¿Deseas que te despida a ti y toda tu familia, verdad?
Burning solo se encogió en hombros e hizo un saludo antes de retirar se del lugar. Antes, había prometido traer aceites especiales para las alas del pequeño, también investigaría más sobre la especie con ayuda de sus conocidos; no creía obtener más información que la que su rey obtendría con el paso del tiempo y viviendo junto a Hawks.
El soberano cerró sus ojos, un pequeño momento que se dio de descanso y para pensar en lo que haría a futuro, al abrir sus ojos lo primero que notó fue el cubierto a pocos centímetros de su rostro, Hawks le estaba compartiendo un poco de su alimento.
—No, eso es tuyo.
El rubio Infló sus mejillas y se mantuvo en posición. Enji tan solo frunció el ceño, pero accedió a la acción.
—Tienes una personalidad bastante molesta, saco de plumas.
La vida con Hawks continuó, los días pasaron y sus plumas poco a poco mostraban el carmín que debía tener, un rojo vivo como las mismas llamas. Había aprendido a hablar, corría por los pasillos del castillo y seguía al soberano donde sea.
Enji tuvo que adapta su castillo a las necesidades de la criatura, éste se continuaba rehusando a tener habitación propia, por lo que junto a la ventana ordenó hacer una especie de camastro colgante para el rubio, este podía ver el exterior desde su lugar y también la vista directa hacía la cama del rey, Hawks fué demasiado feliz cuando lo usó por primera vez, Enji había pedido almohadas de plumas y las mejores sábanas para él, también las prendas, solicitó unas especiales que no molesten las alas del chico.
Hawks había logrado adaptarse bien a su nueva vida y Enji, por más que le costaba admitirlo, le sería imposible vivir si el pequeño saco de plumas que le seguía a todos lados y repetía su nombre sin cansancio.
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"Una canción para el rey"
Science FictionUn solitario rey. Una Arpía sin esperanza. Y una canción para su amado salvador.