Un Encuentro Ansiado N.º 1

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El joven rey iba caminando de un lado a otro en la sala del trono pasándose las manos por sus rubios cabellos repetidas veces, su consejero le está comentando información que no está registrando por tener la cabeza en otro lado.

Hoy, hace tres años, dejó ir de su lado a su amada esposa. La monarquía estaba en peligro por los incesantes ataques que fue recibiendo de personas inconformes con su manera de reinar. Aunque llevara toda su  vida preparándose para gobernar, su pueblo seguía desconfiando de él. A tal punto de planear un golpe de estado, obligándolo a tomar medidas drásticas; envió a la guardia a frenar a los protestantes.

Sin embargo, en uno de estos tantos, su reina resultó herida. No fue un episodio grave, gracias a Dios. A pesar de que todo resultó bien, no pudo evitar preguntarse qué pasaría si le pasara algo grave en una próxima oportunidad. Por lo cual decidió que, sin querer exponerla más, se iría fuera del país para su protección y la tranquilidad del rey al saberla a salvo.

Lograr convencerla fue una travesía. Los dos son demasiados tercos, aunque la mayoría de las veces él cedía ante ella, esa vez se mantuvo firme. No soportaría la idea de perderla. Entre lágrimas de parte de ambos logró convencerla de irse. 

Con ella se fueron su dama de compañías y dos guardias de total confianza. Partieron en una madrugada tormentosa, la despedida de los reyes fue cruel ante los ojos de quienes los acompañaban. Parecía que estaban dejando su alma, sin embargo, cuando se ama con tal profundidad con la que lo hacían, es probable que así sea.

Desde entonces no tuvieron más comunicación. No sabían si habían intervenido los medios para hacerlo, por lo cual, para seguridad de su amada se resignaron a esperar con gran anhelo el día de su encuentro

Transcurrieron mil noventa y cinco días a partir de entonces, fueron agónicos para ambos. Él tratando de mantener la monarquía y su postura de hombre imperturbable ante los demás, sin embargo, al caer la noche en su dormitorio se derrumbaba, dejando salir todo el dolor y la frustración que venía acarreando. Ella, por su parte, también tiene sus momentos de tristeza no obstante tuvo un gran motivo por el cual seguir luchando por mantenerse fuerte.

El consejero al ver la poca atención de su majestad largó un suspiro de cansancio. Sabía muy bien el sufrimiento que estaba pasando en ese entonces, la reina es un pilar fundamental para el rey y en este tiempo estuvo como ido, solo se dedicaba a su pueblo haciendo un excelente trabajo, pero tenía momentos en los que se quedaba mirando por una ventana perdido en sus pensamientos.

-Majestad- dijo llamando su atención 

-Ah sí, lo siento- dijo despabilándose- Continua, por favor-

En los pasillos del castillo, una hermosa mujer con unos cabellos negros como el carbón y unos ojos azules como el océano más profundo, caminaba con un porte elegante, las personas que le veían se sorprendían y agachaban la cabeza. La mujer iba con una gran sonrisa en la cara, pasaron varias cosas en el tiempo que no estuvo.  Su andar era firme aunque se podría también considerar acelerado, estaba eufórica por volver y cuando vio la puerta a dónde se dirigía, aceleró aún más su paso. Al llegar frente a esta, respiro hondo tratando de serenarse, al hacerlo juntando fuerzas, abrió las puertas de par en par callando las voces que se escuchaban.

El sonido de las puertas abriéndose hizo que se volteara a ver quien hacía semejante escándalo, quedándose pasmado al instante en el que lo hizo. Frente a él después de tantos se encontraba la mujer a quien tanto anheló ver, estaba preciosa, sus rasgos eran un poco más maduros pero no perdieron ese toque de inocencia que lo enamoraron 

Sin embargo, no  fue el único en quedar en ese estado. Ella, quedó congelada en su sitio, el amor de su vida estaba frente a ella, con un porte digno de un rey, con una mirada fría como el mismo hielo e inclusive intimidadora al sentir sus ojos celestes como el mismo cielo, no obstante al chocar sus miradas noto como ese hielo se fue descongelando al mismo tiempo que se llenaban de lágrimas los ojos de ambos y unas sonrisas aparecieron en sus rostros

El consejero se fue en silencio, sin querer interrumpir el momento y feliz por su rey

El rey estaba a punto de hablar, mas no pudo pronunciar palabra ya que una voz infantil lo interrumpió

-Mami- al tiempo que se aparecía un pequeño niño rubio abrazando las piernas de su mujer, no debía tener más de un poco más de dos años. Ella dejó salir las lágrimas al mismo tiempo que se agachaba para coger entre sus brazos a su pequeño hijo con una gran sonrisa. Al mirar la estupefacción de su esposo dejó salir una pequeña risa, se acercó al oído de su hijo y le susurro  algo. El pequeño se removió entre los brazos de su madre y al estar en el piso corrió a los brazos de el hombre

-Papá- dijo gritando en el recorrido alzando los brazos para que lo coja 

Aún sin salir de su estupor lo cogió, el niño enrosco sus cortos brazos en el cuello de su padre y escondió su rostro en ese también. Reaccionando, al fin, abrazó con fuerza a su hijo dándose cuenta que estaba llorando. Su esposa se acercó poco a poco y, al su marido estirar el brazo libre en su dirección, se unió al abrazo 

El rey se sentía completo, luego de tres largos años de sufrimiento. No solo tenía a la persona a la cual ama con toda su alma sino que también está trajo consigo una pequeña personita con sus cabellos y con un ojo azul oscuro y el otro celeste consiguiendo así la mejor combinación, lo mejor de ambos. Se siente más vivo que nunca y no se volvería a permitir morir en vida porque ya tenía a su vida consigo...

Fin

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