Capítulo I

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Narra Rodri

Por más que cambiaba de una posición a otra, no lograba permanecer en ninguna más de cinco minutos, la incomodidad me abrumaba y empezaba a creer que no era únicamente por el asiento.

— Vamos Rodrigo Septien, aún quedan muchas horas de vuelo y tienes que dormir— me dije levantando la mirada hacia el techo con la esperanza de convencer a mi cuerpo. Justo igual que la noche anterior, el insomnio atacó de nuevo, nublandome con sensaciones cálidas y reconfortantes, que tras cada mensaje se intensificaron.

Envidio al vago de Álvaro que podía estar durmiendo tendido justo a lado, sin tener que preocuparse por sentimientos o asientos incómodos. Tuve una idea al verlo de brazos cruzados con los ojos fuertemente cerrados. Él tenía el sueño muy pesado y llevaba buen rato dormido, así que probablemente ni cayéndose el avión este hombre despertaría, por lo que vacilé poco en dejar reposar mi cabeza en su hombro. No tenía porque volverse algo vergonzoso, todo el mundo lo hacía y esta no sería la excepción. Lentamente cedí ante la presión de mis párpados, descansando de una buena vez.

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El repentino movimiento a mi lado me despertó creyendo que apenas habían pasado un par de minutos, lo cual fue desagradable ya que la pesadez no se hizo esperar. Resentía las largas horas de sueño que había tenido sobretodo en la espalda, de las cuales me hubiera gustado seguir disfrutando si no fuera de sueño exageradamente ligero.

— Lo lamento, no quería despertarte—  escuché disculparse a Pascu que probablemente había oído mis quejidos, de inmediato me enderecé en mi lugar despegando la cabeza de su hombro.

— ¿Qué hora es?— cuestioné girandome para mirarlo, encontrándome inevitablemente con los ojos de Pascu que al segundo esquivé.

— Son las cinco y veinte— respondió  revisando su reloj de muñeca.

— Madre mía, que siesta me he tirado— cuando al fin pude adaptarme a la iluminación del lugar tras un buen tallón de ojos, noté como él veía a través de la ventana: el tono del cielo era de un azul no muy oscuro, con nubes reflejando una tenue luz púrpura. Observaba el exterior con tranquilidad y silencio, algo bastante raro en él.

Al darse cuenta de que aún voy desorientado, cuidadosamente se volvió a acomodar en la misma posición de antes.

— Anda, vuelve a dormir, no debí despertarte— me aconsejó mientras me tiraba esa habitual mirada de la que solía huir constantemente.

— No, estoy bien, he tenido suficiente— me deshice de la idea de apoyarme en su hombro nuevamente, por que eso crearía una atmósfera aún más rara de la que ya hay entre nosotros.

— Vale, si cambias de parecer, aquí voy a estar— me aliviaba esa actitud suya en situaciones así, era un indicio de que nada iba raro entre los dos, como yo temia.

— Que estoy bien— repetí en un intento de dejar pasar el tema.

Entonces, el silencio se plantó y parecía que ninguno hablaría en ese momento, pero como normalmente sucedía, Pascu me sorprendió con sus comentarios random.

— Se me antoja una hamburguesa, tio— el tono infantil fue lo que más gracia me hizo, viniendo de un tipo con su edad y tamaño.

— Si, Pascu, creo que empaque una por aquí— bromeé mirándole mientras reía, sabía que él notaba como mis ojos se entrecerraban por lo regordete de mis mejillas y eso lo hacía sonreír junto conmigo.

— Hombre, la comida de avión es una mierda, debiste haberlo hecho— se cruzó de brazos y actuó un berrinche con todo y morritos.

— Ya, claro, y me traigo también unas patatas y bombones para picar, ¿no?— me gustaba utilizar el sarcasmo, sobretodo cuando Pascu hacía aquellos comentarios sin sentido.

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⏰ Última actualización: Aug 06 ⏰

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