Prólogo

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La entrada de la cueva era bastante hostil. Una roca de cientos de metros junto a una entrada lúgubre y oscura se postraba ante sus narices. Aunque estaba bañada por los rayos de luz, dentro todo era cada vez más sombrío. Incluso el aire parecía algo espeso. Hacía cientos de años que por ahí no pasaba un ser vivo.

El hombre suspiró. Aquella era su última travesía. Por fin encontraría en sus entrañas algo que andaba buscando medio centenar de años. Una vida entera dedicada a encontrar aquél dichoso manuscrito. Tantos años de búsqueda incansable habían desembocado en aquél soleado e histórico día. Estaba nervioso. Pero no era debido al miedo. Más bien era euforia. Sentía como la felicidad recorría sus venas insuflando dosis de adrenalina por todo el cuerpo.

Encendió su antorcha. Recordó la cantidad de veces que había llevado a cabo aquel ritual para adentrarse en cuevas y expediciones de todos los continentes y peligros. Cuando consiguió prenderle fuego, entró lentamente. Lo que no sabía aquel hombre senil y extasiado, era que dentro había algo que cambiaría la historia de la humanidad. 

Y él sería el detonante principal.

Virus Z: InicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora