24 horas después.
Era una lluviosa mañana de mayo. Andrés estaba comiendo su característico desayuno compuesto por una rebanada de pan untada hasta los topes en deliciosa mermelada de frutas del bosque, mientras iba dando sorbos a su café mañanero. Era color marrón intenso. Muy cargado. Como él solía tomar para desperezarse.
De manera casi rutinaria antes de marchar camino a la Universidad, se dispuso a leer las noticias matutinas a la par que saboreaba los últimos restos del desayuno. Mientras terminaba de notar como la cafeína llamaba amablemente a su sistema nervioso, se dispuso a leer la sección de deportes.
Llevaba bastante tiempo desconectado del tema. Él era del Barça. Pero hacía tiempo que no lo seguía. Se había aburrido de la artificialidad de la industria futbolística. Al parecer ahora les iba bastante mal. Incluso habían destituido a su técnico. Tampoco le dio mucha importancia. Era evidente que la era dorada del equipo había terminado.
Recordó grandes momentos de su niñez, junto a su padre, yendo al Camp Nou a ver apasionantes eliminatorias de Champions. También recordó muchísima euforia en las quedadas junto a sus amigos en casa, viendo grandes finales de copa. En aquel momento supo que había crecido junto a la mejor versión blaugrana. La nostalgia había convertido buenos recuerdos en eventos imposibles de olvidar. Ahora todo era más aciago.
Siguió bajando hasta llegar a lo que él denominaba 'las zonas oscuras del periódico'. Se trataba de las secciones de cultura que se encontraban en las profundidades porque, según él, cosechaban visitas bastante malas. Era una lástima, pero el periodismo actual vivía de la prensa rosa, el clic fácil y los titulares sensacionalistas. Lo sabía bien él, estudiante de periodismo que dedicaba ingente cantidad de horas a analizar todos y cada uno de los diarios del país.
Una noticia de aquella sección llamó especialmente su atención. Hablaba de un historiador español llamado Elías que tras 52 años de exploración por todas las cuevas del mundo, había dado con un descubrimiento realmente jugoso. Al parecer había entrado el día anterior en una cueva y todavía no había salido de la misma. Desconocían su paradero, aunque tampoco le daban mucha relevancia puesto que había llegado a estar días encerrado en otras cuevas investigando como si de un loco se tratara.
Cuando se imaginó a si mismo dentro de una cueva, asfixiado por la oscuridad y acribillado por murciélagos, se puso algo nervioso. Era increíble la mente del ser humano. Había personas como Elías capaces de arriesgar su vida solamente para descubrir hazañas que habían tenido lugar centenares de años atrás, y también seres como él incapaces de estar encerrados en un ascensor durante más de 5 minutos.
La maldita claustrofobia le había jugado malas pasadas durante su adolescencia. Le vino a la mente aquella vez que la profesora le encerró en clase durante el recreo por accidente, y cuando regresaron todos sus compañeros lo encontraron llorando a moco tendido. Las risas y burlas de sus compañeros no le habían hecho daño alguno, es más, estaba acostumbrado a ellas pues no era ni por asomo el chico más popular de la clase. Lo que más le había dolido era ver a Marina, la chica de la que llevaba ya 5 años perdidamente enamorado, reír a carcajadas de su excentricidad. Como si todos aquellos compañeros llenos de hormonas no tuvieran secretos y excentricidades humillantes que esconder.
Aquél día aprendió a no exteriorizar sus sentimientos. Se sintió vulnerable. Roto. Y sus compañeros, lejos de apoyarlo en lo que para él había sido una pesadilla atroz, decidieron pisotearlo en lo anímico y emocional.
Andrés sacudió los pensamientos negativos de la cabeza y se encaminó hacia el baño para arreglarse y marchar rumbo a la Universidad. Le deparaba un día demasiado largo para pensar en los fantasmas de su pasado. Que no eran pocos ni efímeros.
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11 de Mayo; 16:00
Elías contempló el altar con los ojos chispeantes de alegría. Parecía inverosímil lo que veían sus ojos. No daba crédito a nada. Hazañas como aquella convertían la dura carrera del historiador en algo apasionante. Algo que trascendía mucho más allá de la mera afición. La sensación de estar descubriendo una nueva pieza del puzle que componía la historia del ser humano generaba una sensación de satisfacción sin igual. Auténticas olas de adrenalina sacudían cada una de las partes de su cuerpo.
La nostalgia lo embargó. Recordó las críticas de su abuelo tras saber que iba a dedicarse a un campo tan inestable económicamente hablando como la historia.
"Uno no se hace historiador por el dinero", le decía una joven versión de Elías que siempre había destacado por tener muy claras las cosas. Incluso a una edad tan temprana como los 18.
Y es que su cabeza nunca había concebido nada que no fuera desentrañar las grandes incógnitas de la historia. Hilvanar todos y cada uno de los sucesos que habían tenido lugar en el maravilloso y azul Planeta llamado Tierra. Quizá a veces pecaba de ser demasiado intenso y por eso mucha gente lo tildaba de 'extraño', pero a medida que crecía le importaba menos lo que los demás pensaran de él. Además, sabía que su existencia llegaba a los últimos compases, y no se iría de aquél planeta sin conocer lo que había sucedido en la denominada "Era Z".
Encima del altar había un manuscrito. Estaba bastante maltratado. Algo normal teniendo en cuenta que aquel papel, fino y de color amarillento, tenía la friolera de más de 1000 años. Lo agarró y desplegó suavemente notando como le temblaba el pulso de auténtica excitación.
Aunque las letras eran difíciles de leer dada la deterioración del papel, se puso a descifrarlo ahí mismo. Estaba exaltado. Necesitaba conocer, al fin, el misterio que había detrás de aquellos 20 indocumentados años. Horas después, sudando y hecho polvo, leyó el mensaje que albergaba el manuscrito. Era un párrafo breve que tampoco desvelaba demasía información, pero lo dejó completamente anonadado.
"En la Era Z todo cambió. Las personas dejaron de sonreír. La vida tal y como la conocíamos desapareció. La muerte tomó las calles y la carne humana se hizo apetitosa. La población menguó un 97%".
No sabía cuál de todas aquellas palabras le causaba mayor miedo.
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Virus Z: Inicio
HorrorUn historiador parte en busca de uno de los grandes misterios de la humanidad. Hubo una época oscura donde sucedieron acontecimientos horribles que no se encuentran documentados. Cuando descifra el mensaje que hay detrás de este misterio, algo escap...