Parte 3

4 0 0
                                    

Al día siguiente, guardé los espejos en las cajas, no sabia que sin querer y por ser incrédula los había de alguna manera activado por leer el hechizo en voz alta. Pasé toda la noche tratando de traducir la mayor parte de lo que decía el libro, no tuve mucho éxito pues solo se, que como yo recite el hechizo ahora Santiago está bajo mi mando, pero a juzgar por la historia que me contó mi papá, cosas que pude rescatar de internet y lo poco que conozco del libro, no podré tenerlo bajo control por mucho tiempo, pues si no hago algo pronto el demonio se apoderara de él por completo, ahora sigue durmiendo esta en su forma humana por asi decirlo.

El libro dice que tengo que quitar el hechizo, con un hechizo contrario, pero si no mal recuerdo fue la dama del lago quien hizo aquel encantamiento, además si lo hago perdere a mi amigo para siempre, todo esto es mi culpa. Tome el espejo en el que Sam fue atrapado la noche anterior, un escalofrío recorre mi cuerpo al recordar aquella escena tan tétrica, tome el marco y lo mire atentamente, no creía lo que estaba viendo ¡ La cara de Sam estaba tallada en la madera! Quise llorar en ese momento, esa era la misma expresión con la que lo vi por última vez. Tome fuerza y guarde con mucho cuidado ese espejo en la caja; escuche ruidos arriba, quizás santiago despertó.

— ¿¡Que es esto?! ¿¡QUE COSA SOY!?.— Escuche los gritos provenientes de mi habitación, entre y vi a Santiago parado frente a mi espejo tocándose la cara, los brazos y mirando con terror sus manos. — ZHARA NO TE ACERQUES PUEDO LASTIMARTE!!— Grito.

— Tranquilo!, no se que crees que estás viendo, pero yo te veo normal, es cierto que te convertiste en un demonio ayer, pero créeme, yo te estoy viendo como eres normalmente — dije tratando de calmarlo, porque era verdad, yo lo seguía viendo en forma humana.

— Me estas mintiendo verdad, ¡MIRAME! ¡ SOY UN MALDITO MONSTRUO!.— Dijo esto y se tiró al piso a llorar desconsoladamente. Trate de calmarlo, así que le tome una fotografía con mi celular, y así pude convencerlo de que lucía normal. — No lo entiendo, que fue lo que pasó, lo último que recuerdo fue ser estrellado contra algo, y después nada.— le expliqué toda la historia y aunque un poco desconcertado me creyó.

En ese momento escuche a mis padres entrar a la casa, y llamarme molestos, pues la tienda estaba cerrada y había mucho desorden, les conté lo que había pasado, les mostré la cara de Sam tallada en el marco de madera, y todo lo que había pasado, lo peor pasó cuando Santiago los vio, pues trato de convertirse en demonio nuevamente, pero pude controlarlo aunque fue difícil.

— ¿Tienes idea de lo que hiciste Zhara?— dijo mi padre más preocupado que molesto.

— Si, se que todo esto es mi culpa, no se como solucionarlo y no quiero perder a mi amigo, el no se merece esto.—  Agache mi cabeza y comencé a llorar en silencio.

— Tendremos que ir a Inglaterra, a buscar las respuestas que necesitamos.— dijo mi madre rompiendo el silencio que nos acompañaba desde unos minutos.

— Es una gran idea, nos vamos ahora mismo.— Mi padre dijo esto y ambos se levantaron y se pusieron en marcha a comprar los vuelos y arreglar todo lo necesario para irnos esa misma tarde.

Antes de llegar al aeropuerto le advertí a Santiago que tendríamos que cedarlo una vez que abordaramos, pues no lograría tenerlo bajo control tantas horas, acepto y así lo hicimos.

Todo el día mis padres estuvieron  buscando respuestas y hablando con personas, mientras tanto yo luchaba por mantener a Santiago como humano, aunque poco a poco comenzó a cambiar y yo sabia que cuando terminara el cambio lo habría perdido para siempre, comenzó con su piel, se hacía más gris y sus venas se marcaban más.

Unos historiadores y ancianos sabios le dijeron a mis papás que la persona que estaba lo suficientemente loca como para creernos vivía en el fondo del bosque, no muy lejos de la salida de la ciudad. Caminamos por unas dos horas, cuando a lo lejos, vimos una pequeña cabaña con humo saliendo de la chimenea, nos apresuramos y tocamos a su puerta, un hombre alto, muy anciano y algo descuidado, de cabello blanco, uñas unas largas y sucias, abrió la puerta.

— Los estaba esperando.— dijo con una sonrisa un tanto tenebrosa.

El Reflejo Misterioso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora