HUNDIDO EN EL DÍA A DÍA

2 0 0
                                    

El sol calienta la acera, la piel, entra hasta los huesos. Es un hermoso día, de esos en los que generalmente quieres salir y caminar. Voy contando con este uno más, va creciendo la lista de pesimismo y enojo. Sé que no es de utilidad llevar un registro de aquello que ofusca, sin embargo, necesito tener claras las razones de mi quejido.

Abordo el transporte en silencio y del barullo cotidiano solo escucho el rodamiento de los neumáticos al hacer contacto con el suelo. El silencio es solemne, pese a que el transporte va repleto. Miro los rostros de quienes rodean mi trayecto, ahí caigo en cuenta de lo difícil que es sonreír a pesar del resplandecer de un bonito día.

Llego a mi destino y camino bajo el sol unas cuadras, levanto la mirada y el local de la esquina nuevamente está vacío, con este ya son cinco. Sigo mi camino y veo gente asustada, a la defensiva, caminando rápido sin poner atención a sus pasos.

El tiempo pasa volando y no recuerdo las labores que me obligaron a salir de mi cuarto, he llegado al sitio acordado por una entrevista de trabajo. Mientras el interrogatorio profundiza, solo pienso en las preguntas que incomodan. ¿Cuál es mi experiencia? ¿Qué se hacer? ¿estoy dispuesto a trabajar bajo presión?

Salgo de aquel encierro, en lugar de solicitar empleo siento haber solicitado un crédito. Pongo mis papeles bajo el brazo, por falta de dinero tengo que regresar caminando.

Llego nuevamente a mi encierro, con dolor en los talones y en la curvatura media del pie. Siento amortiguados los tendones, los músculos no responden, mas el dolor no proviene de ellos. El dolor nace desde el pecho, estoy desesperado.

Estoy desesperado porque el dinero se acaba y las necesidades aumentan. Parece una broma grotesca necesitar tanto cuando se tiene tan poco. Estoy desesperado viendo a los señores trajeados de los noticieros, hablando con políticos y expertos del porvenir y sus retos. Estoy desesperado porque no entiendo lo que dicen y lo que entiendo me asusta. Estoy desesperado porque la vida no es justa y si me quejo no debería y si no lo hago debería.

Estoy desesperado, lo único que ocupa su tiempo es de hablar de los problemas que se agudizan con el tiempo. Hablan de problemas económicos y ecológicos, hablan de todo lo malo y todo lo que puede convertirse en algo peor. Tengo miedo del futuro y lo que este depara, la preocupación es en vano pues no puedo hacer nada.

Me siento atado de manos mientras todo se derrumba, estoy rodeado de ideas destructivas y de gente que fomenta estas ideas absurdas. Unos claman por mejores tiempos, otros exigen por hacer realidad un tiempo para poder vivir con tranquilidad.

Un hombre normalWhere stories live. Discover now