Capítulo uno

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De pequeña, me ha gustado mirar el paisaje que mí cuarto me regala, con tan solo 5 años, me embobada mirando los árboles, que hacian un sonido muy divertido para mí, cuando la brisa chocaba contra sus hojas.

Mirando curiosamente, vi que llegaban unos vecinos nuevos al barrio, pero- «¿Podría llegar a ser una familia con algún hijo?» mí cabeza me preguntaba eso repetitivamente, aún así seguía chusmeando por aquel lugar, dónde la luz del sol podía entrar.

Cuando todo parecía contradecir mí pensamiento, una cabellera un tanto castaña, empezó a asomarse por la puerta de un auto, comenzó a salir lentamente, cuando lo hizo, esa persona tocó completamente el piso o mejor dicho cemento, miro hacia todos lados, dándose un pantallazo de lo que sería su nuevo lugar de vida. Miró y me percibió, sentí mí cara arder, tan así, que me escondí.

Las horas habían pasado, y salí afuera, a sentarme en la vereda, con un libro en mano, para poder leer, ya que los niños del barrio, me molestaban por ser rara y diferente. Todo lo que ellos decían era verdad. Con cinco años, podía leer de corrido y escribir (algo que los demás niños a esa edad, no podían hacer). Mire hacía todos lados, y luego de eso, comencé a leer. Leía y leía, hasta que escuché un par de risas burlonas. Al levantar la vista, me puede dar cuenta que quien de mí se reía, era la misma persona que hace unas horas había llegado al barrio.

Mis ojos habían comenzado a llenarse de lágrimas, era demasiado sensible.

Cerré mí libro con fuerza, y salí corriendo a adentrarme en mí casa, y esconderme en mí cama, a llorar, porque de mí se habían burlado.

El tiempo fue pasando, y esa persona que de mí molestaba, fue creciendo, y también lo fui conociendo. Era alguien que se sentaba en el patio, cuando nadie lo veía, y se ponía a leer y anotar cosas en una libreta, por su apariencia, era cuatro años mayor que yo. No era bueno en el deporte, ya que cuando los niños, se juntaban a jugar, él siempre terminaba en el suelo y dejaba de jugar. Era alto, con tan poca edad que tenía. Lo estudié todos los días por mí ventana, y algo en mí, me decía que esa persona, algo para mí tenía, pero solo ignoraba eso, yo lo veía como alguien bonito, me gustaba.

Cuando cumplí doce años, mis tíos me llevaron del país, para que estudie en una escuela mejor, aprendí mucho y con tan solo 21 años, volví al país en donde vivía con mis padres, ya con un título y lista para trabajar.

Al volver no pensé que todo sería tan distinto, a como fue mí vida en mí niñes.

Tú, mí destino de vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora