Parte I: Más valioso que el oro.

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El caso más grande de estrés colectivo se desato en el reino de Swicthnerter esa mañana, las sirvientas corrían en todas las direcciones, sudorosas, alteradas y desarregladas al intentar terminar con los últimos detalles para la gran celebración del vigésimo segundo cumpleaños de su soberano, el Rey Harry Styles IX, y no solo su celebración de cumpleaños era el único evento del día, también sería su coronación oficial como Rey, luego de un año de haber asesinado al anterior rey, en un desafío a muerte donde el joven de ojos verdes venció al hombre mayor de ojos negros y cansados, para ser Rey vencedor hasta poder ser oficialmente coronado.

Vendrían todos los virreyes a su cargo, trayendo consigo los mejores regalos para agradar al nuevo rey, evitando sus titulos de poder y riquesas. Desde muy temprano se podía apreciar los hermosos y numerosos carruajes llegar con montones de llamativos baúles, mujeres adornadas con las más preciosas gemas que podían encontrar en el reino, entre todo ellos sobresalía un baúl tan alto como una persona, adornado con pequeños detalles de oro, pero que aun así lucia muy modesto; quien pasaba al lado del baúl solo rezaba porque el Rey no se ofendiera con tan simple regalo, pues era bien sabido que Harry no se impresionaba con joyas y oro, pero odiaba los regalos simples que se podian interpretar como poco respeto hacia su persona.

El Virrey de la provincia del Este, Marcius Tomlinson III era quien traía tan famoso baúl, aunque bien podía ver las miradas preocupadas de las sirvientas cada que pasaban por el frente, murmurando cuan exigente era Su majestad el Rey Harry, sabía a ciencia cierta que el Rey siendo tan exigente como era, no podría resistirse a su regalo, tan confiado se encontraba este virrey que este era solo su regalo, tenía su fe totalmente en ese baúl o mejor dicho, en lo que contendría ese baúl en el momento de su entrega.

A los oídos del joven Rey llegaron los cuchicheos de las sirvientas sobre este misterioso baúl mientras le arreglaban para su gala,  mientras más las escuchaba más crecía su curiosidad, junto a ella incrementaba una incontrolable ira al pensar que el virrey del Este podría intentar irrespetarlo o negarlo como Rey al traer un regalo tan simple y carente de sentido, pero el virrey Marcius no podía ser tan idiota como para traer en persona tan grande falta de respeto, así que descartando esa idea decidió no pensar más en el dichoso baúl, pero era más fácil decirlo que hacerlo.

A medida que avanzaba el día la incertidumbre de todos crecía, ya no solo por el baúl, sino por la confianza de Marcius al solo traer ese regalo, muchas de las apuestas decían que no solo le quitarían el título de virrey si no también que serían decapitado, otros decían que dentro del baúl se encontraba el más exótico de los animales o las más preciosas joyas vistas jamás, se sabía que el territorio del Este acababa de descubrir minas que según muchos estaban tan llenas de piedras preciosas que iban desde el piso hasta lo más alto de la cueva, muchas sirvientas intentaron ver que se encontraba dentro pero ninguna tuvo éxito porque eran rápidamente descubiertas por Marcius. El Rey sin poder aguantar más decidió ir por sí mismo a ver que se encontraba dentro. Abriendo el baúl silenciosamente pudo ver lo que era el inicio de seda dorada y antes de poder ver lo demás, el baúl fue cerrado por Marcius.

-Disculpe su majestad, pero se de primera mano que es de mala educación husmear las pertenencias ajenas- Reprendió Marcius con una sonrisa que delataba su diversión al encontrar al rey en tan vergonzosa situación. –Espero no ofenderle con mis palabras.

Harry se irguió en toda su altura para mirar a Marcius, molesto con el hombre al negarle ver que contenía el regalo, pero más molesto consigo mismo al ser sorprendido en tan humillante situación, tanto misterio solo estaba causándole migraña.

-Virrey Marcius, espero entienda mi curiosidad, los lacayos y las doncellas no hace más que hablar y especular sobre su modesto regalo- ofreció Harry. –Tenía que ver por mí mismo el porqué de tanto alboroto, parecen más interesados en este regalo que en mi coronación, lo cual ahora me parece absurdo, su regalo solo contiene seda dorada- dijo al borde de la ira- un color impresionante no le voy a negar, pero me parece que su regalo no será suficiente, empiezo a considerarlo una total falta de respeto.

El Cumpleaños del Rey»Historia Corta»Larry Stylinson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora