C a p í t u l o U n o

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Descanso mi espalda sobre el muro y cierro mis ojos

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Descanso mi espalda sobre el muro y cierro mis ojos. La paz esta fuera de mi alcance y aún así mi cuerpo decide detenerse para buscarla. Mis piernas son débiles y poco hábiles, sin embargo, son lo único que me queda si quiero salvar mi vida.

Escucho unos pasos a lo lejos, son lentos y seguros, no hay miedo ni falta de confianza en ellos. Solo hay una explicación, simple y aterradora, él me encontró, un Lordo. Su cuerpo esta compuesto solamente de un humo oscuro porque el poder ya se apoderó completamente de su cuerpo.

Abro mis ojos miro en su dirección y allí estaba, de pie y con una sonrisa que llenó mi cuerpo de escalofríos. Mis piernas temblaban y ahora eran aún mas inútiles que antes. Noto que la mirada del Lordo ya no esta enfocada en mi, pero hay algo más... Hay alguien más y por su mirada sé que esta detrás de mi.

- Largo de aquí.- ordenó una voz femenina, pero ruda, y mi primer instinto es darme la vuelta. No hubo contacto visual, sin embargo, noto por sus ojos que pertenece a los de tercer nivel, también conocidos como Werkas. - Este no es lugar para ti, sabes que terminaremos con todos ustedes.

- No si continúan muriendo- amenaza el Lordo mientras me mira con burla y odio.

En ese momento me inunda la rabia, me siento vulnerable y lo que empeora todo es que no estoy equivocada. Mi única opción es ocultarme tras ella y esperar que logre protegerme, y así mismo hice.

- Continúa ocultándote, pero no olvides que no será la última vez que nos veremos.

- No habrá próxima vez- Respondió la chica, seguido de sus palabras, una intensa llama de fuego de un tono rojizo corrió desde sus manos en dirección al Lordo y la misma acabo con él dejando solo sus cenizas. Estoy realmente sorprendida, no porque desconozca la habilidad de los Werkas, más bien por la intensidad de la misma. Su alcance es realmente largo, lo que indica que está apunto de ascender al cuarto nivel.

- Eres increíble.

- Te lo agradezco niña, pero aún no a muerto, te recomiendo irte de aquí. Y te pido que no nos dificultes nuestro trabajo.

- Lo siento. ¿Cuál es tu nombre?.

- Yila- responde y extiende su mano para estrecharla con la mía.

- Carly, pero prefiero que me llamen Car.

Yila: De acuerdo, Car, es hora de que vayas a tu lugar.

- ¿Los de alto rango olvidan de dónde salieron?- dije en tono amigable refiriéndome a que decidió llamarlo "lugar".

Yila: Vuelve a Bowdlan .- corrigió- Y no vuelvas a salir de casa sin tu arco.

- No lo haré.

Cada una toma el camino a su hogar. Estoy segura de que en casa me espera un castigo, aún cuando mi madre insistió en que trajera el arco conmigo, insistí en que no era necesario ya que no iría muy lejos. Yo pertenezco a los Bundras y nuestro entrenamiento es Buldor, un poder que aún esta en primer nivel. Pero nuestra especialidad es el arco. Con el nos ayudan a concentrar el poder en una sola cosa, suele ser efectivo. Pero hasta que no podamos manejarlo sin un arco, no podremos pasar a ser Amancros, manejando el segundo nivel del Buldor, el diaman. Luego están los Werkas, como la chica que salvó mi vida. Ellos manejan el Peldra, que sería el tercer nivel del Buldor.

- ¿No sucedió ningún inconveniente?- preguntó mi madre en cuanto me vio entrar.

- No mamá.- Mentí.

- De acuerdo, ayúdame con esto. Tu padre volverá pronto, esta en una misión.

- ¿Tan pronto?.

- Parece que continúan peleando juntos a los Werkas-. Los Werkas en cuanto están en su máximo nivel llevan un cuidadoso entrenamiento para evaluar su capacidad de poder manejar el Neiya y pasar a ser Leyis, cuarto y último nivel del Buldor, además, el más peligroso.

- No lo comprendo, los Werkas podrían ser de más utilidad... Sin ofender.

- No, tienes razón. Pero últimamente han tenido problemas. Ningún Werka a logrado controlar a la perfección su poder y como sabrás, son la única generación que hay por ahora.

- Así que tardarán un poco más- dije con cierta decepción.

Si ningún Werka consigue controlar su poder no permitirán que los demás avancemos de nivel. Lo que me parece injusto, pero ellos quieren que vayamos a un mismo ritmo, ya que no les conviene tener demasiados de uno y pocos de otro, quieren que todo esté nivelado en la batallas. Constantemente comparto mi opinión con mis entrenadores, acerca de que debería haber más cantidad de personas manejando el peldra y así seriamos más fuertes.

- Pronto podrás formar parte de los Amancros, no te rindas.

- Si. Iré a entrenar.

- Ve con tu hermano, también estaba por salir.

Me cambio y espero a mi hermano mientras mi madre continua arreglando mi ropa. Para ella siempre esta arrugada y con pelusas, pero en el espejo de mi habitación parece estar perfectamente, o quizá es mi modo tan perezosa de ver las cosas.

- ¿Porqué siempre haces que nos retrasemos?- dijo mi hermano en cuanto apareció en la sala. Reí por su tonto chiste.

Mi hermano, Helian, es un par de años mayor que yo, y él, a diferencia de mi, es un
Amancro, es decir, de segundo nivel. Fuimos juntos a los lugares de entrenamiento pero él debía continuar por otro camino. Sin embargo, ambos nos detuvimos al ver una multitud fuera de sus lugares de entrenamiento.

Entonces hubo un silencio antes de que todos se hicieran a un lado y mantuvieran la cabeza baja. Entendí que estaban volviendo los Amancros y Werkas de la pelea, y con ellos mi padre, que era el primero en la fila. Seguido de él caminan los otros Amancros y por último los Werkas. Pero al final hay un aura oscura que llama la atención de todos, es un chico, atado y sostenido por ambos lados con cadenas que mantienen distancia entre él y quienes lo custodian. Al rededor de él sobresale una niebla oscura. Significaba una sola cosa, estaba apunto de ser un Leyi.

El poder de los Leyis es tan difícil de controlar que algunos han muerto, otros se volvieron completamente locos y otros simplemente se dejaron llevar por su poder y son los que hoy conocemos como Lordos. Por su causa hoy existen las guerras, porque cada vez que nos vemos amenazados debemos atacar.

- ¿Quién es él?- le pregunté a mi hermano.

Helian: El único que a logrado controlar cualquier poder, su nombre es Aro, aunque lo llaman Ochenta y seis. Aún es un Werka, pero como puedes apreciar está apunto de ser el único Leyi cuerdo. El chico mantenía la cabeza baja, pero debajo del cabello que cubría sus ojos pude notar la expresión de dolor, causada probablemente por la atadura.

- ¿Porqué lo llaman ochenta y seis?.

Helian: Es la cantidad de personas que venció sólo utilizando su poder, sin ningún tipo de ayuda o arma, desde entonces lo utilizan cuando temen perder una batalla, solo su presencia a logrado que cientos de Lordos retrocedan, pero cada vez pierden más el temor al ver que nunca lo han soltado de sus cadenas.

- Debe ser bastante conocido, ¿por qué no escuche nada sobre él?.

Helian: Siempre a estado aquí, no fue hasta hace un tiempo que ascendió su poder. Esta es la primera vez que el pueblo lo ve, incluyéndome. Fue papá quien me contó sobre él, parece que entrenaremos juntos.-Le miro sorprendida y de nuevo observo al chico, que pasa a mi lado permitiendo que admire cada detalle sobre él. Sus brazos están cubiertos, pero alcanzo a ver ciertos símbolos que no comprendo y en su mirada, noto una gran soledad.

86 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora