C a p í t u l o T r e s

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Narrador omnisciente

Aro intentaba contener su odio que, inevitablemente, llenaba cada espacio de su cuerpo en forma de Neiya, poder que apenas conseguía controlar. Su sangre quemaba como fuego y en su intensa mirada era fácil encontrar su furia, pero en su interior había más que eso, existía la tristeza, la misma que se puede llegar a tener al perder un gran amigo o, al verlo después de tanto tiempo. Keyn había esperado este momento por mucho tiempo, sin duda la rivalidad nublaba el juicio de ambos, quienes estaban completamente listos para demostrar sus habilidades.

Keyn: Todos sabíamos que terminarías así.

Cada palabra aumentaba la furia en Aro, en sus brazos recorría su poder, listo para ser usado.

Sin decir una palabra formó una esfera y la lanzó sin titubear, la esfera de neiya llegó a Keyn, pero su bestia, Wolem, lo cubrió sin que él tuviera que mover un solo músculo, con una enorme piedra. Aro con rapidez formó la segunda y al lanzarla logró hacer que se expandiera, provocando que para Wolem fuera imposible cubrirlo del siguiente ataque, ya que el humo estorbaba la visión de Keyn, que tenía una gran conexión con su bestia, tanto que para la misma no era necesario ver el ataque directamente ya que lo hacía también a través de la mirada de Keyn.

Aunque la primera logró ser evadida la segunda sin duda lo golpeó, lanzándolo lejos de Wolem. El silencio invadió aquel lugar, especialmente cuando la bestia de Keyn comenzó a debilitarse con rapidez hasta caer en el suelo, completamente inmóvil.

Aro esperó con paciencia el siguiente movimiento de Keyn, quien no parecía sorprendido por el golpe, sino más bien feliz de haberlo recibido.

Keyn: Esto no termina bien para ti, Arian.

Escuchar aquel nombre le provocó escalofríos, pero en su mayor parte tristeza, había pasado mucho tiempo desde que la última persona que era cercana a él lo llamó de esa forma, es decir, su verdadero nombre.

Aro: Ya no soy esa persona.

Keyn: El pueblo te envía saludos y además tengo un saludo especial para ti.- Se levantó del suelo y desempolvó su ropa.

Aro sabía de quién hablaba, estaba consciente de que seguía siendo una debilidad para él, así que se cubrió de neiya para atacar antes de que terminara de hablar y el suelo a su al rededor comenzó a moverse. El rubio de capucha negra había logrado su propósito, invocar la verdadera persona dentro de aquel chico. Pero ahora debía afrontar las consecuencias de ello, ya que seguía siendo un nivel más bajo que Aro, su ventaja era la bestia, que yacía en el suelo, inmóvil, pero no por mucho tiempo.

Keyn: Has envenenado a mi pequeño con ese ridículo poder tuyo. Por un rato solo seremos tú y yo.- La sonrisa no tardó en aparecer y su cuerpo comenzó a rodearse de piedras que tomó de su bestia, cada una de ellas se prendió en peldra y con dos de ellas formó un escudo para apaciguar el neiya que Aro había lanzado.

Keyn: Estuviste cerca, pero no lo suficiente, amigo mío. Por cierto, Duna...

Antes de que acabara su frase lo atacó con dos extensiones de su poder, que con mucha precisión tomaron ambas piernas de Keyn y lo golpearon contra el mismo muro que él había hecho. Las piedras que había lanzado no llegaron a Aro, pero sí a algunos que se habían quedado cerca.

Todos a su al rededor comenzaron correr cuando Wolem, emitió un ruido, el cual fue tan intenso que muchos cubrieron sus oídos sin éxito alguno. Aro no estaba sorprendido, sabía que era el sonido de una pelea real contra su viejo amigo, que había absorbido parte del poder de la bestia para contraatacar, se lograba ver el poder recorrer la bestia hasta llegar a las manos y luego a todo el cuerpo de Keyn. Sus ojos se tornaron rojos y su cuerpo parecía cubrirse de algunas piedras, las cuales dirigió hacia el suelo mientras se agachaba.

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⏰ Última actualización: Nov 06 ⏰

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