Tuve que hacer uso de cada ápice de mi voluntad para apoyar los codos sobre la superficie de la cama, girar mi rostro hacia Jordan y observarlo apoyarse al otro lado del colchón. Estaba acostado boca arriba, con un brazo de soporte atrás de la cabeza, el bícep contraído y sus ojos grises fijos en el torrente de lluvia que seguía cayendo sobre Falls Hills.
Lluvia.
Me tensé, pero él ni siquiera se movió.
Desde aquí podía escuchar los engranajes de su cerebro marchando a toda velocidad mientras se debatía el motivo por el cual, la desesperación de hundirse entre mis piernas lo había distraído de algo que, al parecer, no debía pasar por alto. Ni siquiera sabía qué hacer o qué decir. Jamás había pasado por una situación parecida luego de tener sexo. Jordan estaba ahí, luciendo como un puñetero dios: con los mechones oscuros de su cabello sobre la frente, los labios entreabiertos, los músculos del torso brillando a causa del sudor y dolorosamente desnudo. Era como si su ridículo atractivo se hubiera multiplicado al millón luego de tener un orgasmo. Sin embargo, yo no me podía mover. Y tuve que reprimir la patética necesidad de estirar los dedos, dibujar el contorno de su duro pecho y pegarme a su piel, porque simplemente no entendía en qué términos nos encontrábamos después de haber descargado cada ápice de nuestra frustración sexual sobre el otro. Maldición, me había acostado con mi hermanastro. Y, aunque tener a Jordan moviéndose dentro de mí era exactamente lo que quería desde hace tiempo, estaba consciente de que nos habíamos metido en un jodido problema.
—Sabes cómo continúa esto, ¿No es así?
La intervención de su voz me tomó desprevenida. Y por continuar sabía que se estaba refiriendo a que aquí terminaba.
Levanté la vista, me relamí los labios y lo encontré mirándome a través de sus largas pestañas. Sus dientes estaban mutilando su labio inferior, el cabello le enmarcaba el rostro y tenía el ceño fruncido. Sin embargo, a pesar del vasto movimiento de cabeza que acababa de dedicarle, no iba a recibir otra clase de afirmación viniendo de mí. Ni siquiera hacía falta que lo mencionara. Estaba claro. Nos habíamos desquitado el uno con el otro, habíamos deshecho todas las frustraciones que nos reprimían y, ahora que nos estábamos mirando fijamente a los ojos bajo el ensordecedor silencio de la cabaña, sabía que no había mucho más qué decir. Tener sexo había sido una locura que podría acarrearnos serios problemas en un futuro, pero no había marcha atrás, el juego había terminado. Así le dediqué una leve sonrisa, le di la espalda... Y Jordan no hizo más que reafirmar mis pensamientos cuando suspiró y ni siquiera hizo el intento de oponerse en mi camino.
**
La molesta claridad del sol me obligó a girar, enterrar el rostro en la almohada y soltar un torbellino de maldiciones. Agh. Odiaba levantarme temprano. Hacía frío, mis músculos pesaban y el ligero dolor entre mis muslos parecía tener la intención de recordarme lo intensa que había sido mi noche de ayer. Joder, estaba exhausta. Mis articulaciones parecían bloques de concreto, mis párpados se rehusaban a abrirse y tenía las piernas entumecidas. Había tenido buen sexo anteriormente, pero la potencia e intensidad que Jordan le había exigido a mi cuerpo, había dejado mi nivel de lujuria lanzando condones en el paraíso.
Me estiré en forma de cruz sobre la enorme cama vacía, abrí los ojos con dificultad y me relamí los labios. Flashes de sus labios entre mis muslos, el movimiento feroz sus caderas y su voz grave gimiendo sobre mi oído, me obligaron a contraer los músculos bajo las sábanas e incorporarme sobre el colchón. La tela se me apuñó en la cintura, mis senos quedaron al descubierto y deslicé mi vista a lo largo del espacio. Las sombras que vi anoche proyectadas entre las paredes blancas habían adquirido forma y ahora se levantaban ante mí: varias pinturas desconocidas colgaban de las paredes, una gigantesca pantalla plana coronaba el dorsal del dormitorio y un bonito piano de cola, demasiado grande para estar allí, se abría paso en una esquina.
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Hermanastro Crush [+18]
Novela JuvenilArrogante, perspicaz y ridículamente apuesto. Jordan Kells no es una persona en la que se pueda confiar y Madison Wright lo sabe mejor que nadie. A sus padres se les ha ocurrido la «grandiosa» idea de casarse, pero eso no los vuelve una familia en a...