El trébol de cuatro hojas.

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La semana pasó rápido, era domingo una vez más y ahora el día estaba soleado, miré el cielo, estaba despejado con muy pocas nubes que lucían como algodón y recordé el color de los ojos de la joven del parque ¿será que la veré una vez más? Me puse bloqueador y salí con dirección a comprar un jugo de naranja, me fui por el camino con sombra y llegué al parque, allí noté que estaba la joven, estaba en mi puesto y yo me siento ahí.

Estuve unos minutos batallando en ir o no a reclamar mi asiento, el cual era público y no tenía por qué reclamar como propio, pero ese asiento es el único que con este tiempo tiene beneficios, hay sombra y a veces, dependiendo el viento, llega una brisa refrescante.

Finalmente me decidí por ir a decirle que ese era mi asiento, una vez estuve delante de ella pude decirle Buenas tardes, no es mi intención molestar, pero este es mi asiento, todos los domingos me siento aquí ella me miró y sonrió, exactamente igual que el domingo pasado, solo que ahora su rostro estaba seco y menos pálida. Ella se corrió dejándome el asiento libre y entonces no sabía qué hacer, me sentía nervioso con ella al lado, no acostumbro a tener personas cerca, sin embargo, esta joven tenia algo bueno y es que no me hablaba ni intentaba hacerlo, eso quitaba el miedo a tener que hablar con extraños que parecen loros.

Luego de unos minutos terminé mi jugo y ella se levantó, la miré pensando que se marchaba, pero se dirigió a los tréboles, allí parecía que buscaba algo, otra vez.

Yo intentaba mirar que es lo que tanto hacía, pero la vergüenza se apodero de mi cuando ella me pilló mirándole, de inmediato miré a otro lado, ella se acerco y estiro su mano frente a mí, no entendía que estaba pasando y entonces al ver su rostro sentí como si me dijera ven conmigo tomé su mano, me levanté y entonces me llevo a los tréboles, pensé que me explicaría que es lo que tanto buscaba en ese lugar pero el silencio seguía presente, entonces yo le pregunté. ¿qué es lo que buscas? pero mi pregunta no tuvo respuesta, ella no me respondía, solo miraba al suelo, luego me miro una vez más al rostro y me sonrió, sin embargo, esa sonrisa no fue autentica. Luego de esa sonrisa forzada se fue dejándome frente a los cientos de tréboles, me agaché y entonces comencé a observarlos, uno de ellos me llamó la atención ya que era peculiar, tenía cuatro hojas, lo guardé en mi libreta que llevaba para escribir. Me fui a sentar a mi rincón cuando de repente veo la joven de ojos azules caminando hacia a mi pero ahora con un paraguas cerrado en su mano derecha, mi paraguas.

Ella me lo entrego con esa característica sonrisa, la brisa me susurro gracias y entonces le respondí de nada, espero estés bien de salud ella me entregó un papel pequeño y entonces se fue caminando por donde vino, me quedé mirando el papel antes de saber que había en su interior, estaba intrigado así que lo abrí y decía:

Hola extraño, gracias por prestarme tu paraguas, es un gesto muy caballeroso de tu parte, lamento no poder decirte en persona estas palabras, pero algún día sabrás el por qué no he podido pronunciar una sola palabra frente a ti.

Pd: estoy buscando un trébol muy valioso.

Se despide Thea

Su nombre es Thea, es un nombre que va acorde a lo que aparenta, ya que significa de amplio brillo y ella brilla incluso en las noches lluviosas. Por otro lado, me pareció realmente interesante su pequeña carta y ahora sabía que buscaba un trébol valioso, pero ¿Qué tiene de valioso un trébol? Cuando llegara a mi casa, decidí que buscaría en internet que tenían de particular los tréboles. Finalmente encontré la información que anhelaba, tal vez ella busca un trébol de cuatro hojas, ya que se dice que otorgan buena suerte, pero ¿para que necesita buena suerte? Tal vez la próxima vez que le vea pueda preguntarle y ya que yo encontré el famoso trébol pueda hacerle entrega de aquel que he encontrado yo, ya que no lo necesito.

Volviendo a la vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora