vagabundía día día

81 7 0
                                    

se traduce en presunción o en querer tirarlo todo por la borda,
hundirse incluso más haya del fondo.

saber que tocar techo no es ser inmenso,
más bien es estar henchido
de problemas y piezas sueltas de un puzzle que no llega a encajar,
que estás más cerca de ser un globo, por eso de ser un pedazo de espacio vacío, vicioso y resbaladizo.

y ahí estás, intermediano,
oscilando ondulante,
pretencioso y cobarde.

las persianas te degeneran,
el humo te vuelve plaga,
consecuencias que se acumulan
y se barren hacia la entrada,
la montaña se te viene encima
todo el tiempo, no te cansas
pero no haces nada y te acuestas
como si estuvieras hondamente exhausto.

nunca has tenido espejos,
y le tienes terror a la oscuridad,
¿cómo es eso?
tendrías una lámpara de pequeño,
y ahora, diría, ¿cómo lo soportas?
pero es la pregunta más tonta para hacerle a un sobreviviente,
después de todo te alegra la compañía,
por más tristes y feas que sean
las paredes son los únicos oídos que te aguantan.

dirías que nunca estás solo
que siempre están tus bichos y tus perros, que vives por ellos y ellos viven para ti,
te sirves la idea planchada,
con jabones, olores y suavidad.

el desayuno es otra tortura porque sencillamente no hay nada que darles a dos animales que estás viendo morir ante ti
entre tus brazos,
que exploten como burbujas de sangre
como bolas de carne.

los envuelves con tanto cuidado
como tratando tan pobremente
que no mueran más,
con tanto cariño
que no queda ni un poco para ti,
y que te ensucien de entrañas
la única chaqueta deja de importar,
aunque ahora te mueras de frío.

zambullido,
aturdido,
otro pez perdido tan pequeño en la inmensidad,
cuando venga otra tormenta,
cuando venga otro cardumen,
veremos que te consume otra vez la soledad,
y apegado a una farola,
las venas echando humo,
otra vez la negarás.

Las miles de vecesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora