PARTE SIETE

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Desvió la mirada y sonrió con aquella clásica dulzura. Debía admitirlo, era muy atractivo, pero eso no me impedía verlo con asco al saber como le ha lamido los huevos al CEO con tal de ser el preferido.

Las subastas eran simples, se dejaba que 4 personajes subieran con la intensión de ser vendidos al que más pagara. Ya fuera que estaban ahí por su voluntad o eran obligados, la mayoría de las veces eran obligados, así que por eso tenía mucha curiosidad por saber cuál era la razón, por la que mi líder estaba ahí.

—¿Ese es tu compañero?

Miré directo a la joven mujer que me hablaba y que se había detenido a mi derecha. Famosa por ser la conductora principal de un reality show, era una de las pocas celebridades que no debían formar parte de las demás "actividades" que aquí se hacían. Ella sólo era espectadora o en su caso, era clienta.

—Si, es el líder del grupo.

—Es realmente apuesto —sus pequeños ojos viajaron por toda la anatomía de N, deteniéndose en aquella parte blanda —. Espero tener oportunidad.

Me reí lo suficientemente fuerte para que me escuchara sobre el ruido.

—Tal vez sí, esta noche está vacío el lugar.

Miramos juntos alrededor y eso era cierto. Otras veces, la casona estaba tan sofocante que no podías caminar a ningún sitio sin tener que chocar contra alguien o rozarles.

—Ya veremos. Aún falta.

—Lo sé —suspiré.

—Estaré realmente complacida cuando tu estés en su lugar. Ese día, mataré a cualquiera que te quiera poseer.

Se movió de donde estaba para caminar hacia uno de los pasillos, no sin antes tocar con la yema de los dedos mi espalda. El tacto me hizo temblar, su reputación la precedía.

Puta reputación.

Volví la vista a mi compañero, seguía ignorándome, pero ahora se veía incómodo. Saqué mi celular y escanee el código QR. que estaba en una pantalla a sus pies.
Con ese código tenias acceso a la subasta. Podías obtener información confidencial de la persona y poder pujar por él. Sería muy interesante si pudiera ganar, aunque mis oportunidades eran nulas viendo a aquellos políticos y empresarios copiando su QR en su celular.

—¿Vas a pelear por tu propio compañero? ¿Quieres salvarlo?

Conocía aquella persona, era una de esas voces que podías reconocer sólo por el sonido de su timbre.
TOP había puesto su brazo alrededor de mis hombros. Fumaba un gran habano y pese a la oscuridad del lugar, traía puestas unas grandes gafas de sol. Aspiraba con grandes bocanadas el extenso humo.

—No, solo es divertido verlo reducido a nada.

Apretó mi hombro con su enorme mano.

—Estas loco.

Nos reímos bajito.

—Todos estamos un poco locos —contesté y me giré para que me soltara. El peso de su brazo me molestaba.

—Necesito que me ayudes con algo. Sígueme —señaló con su cabeza el camino.

Nos escurrimos entre la multitud viendo a los subastados, mientras nosotros nos dirigíamos a uno de los pasillos del fondo.  Entramos a la primer habitación, puse el seguro.

—¿Traes coca?

TOP se sentó en una de las sillas junto a una mesita repleta de vasos sucios y colilla de cigarro. El cuarto parecía la clásica habitación de un hotel. Una enorme cama, un pequeño sofá y una mesita con dos sillas. El gran ventanal estaba cubierto por una cortina de terciopelo rojo y a lo lejos, como en un closet sin puertas, estaban colgados varios instrumentos de tortura sexual. En el techo colgaban arneses y cadenas. Sobre la cama sobresalían dildos, vibradores y lo que parecían unos lubricantes.
Me senté en la otra silla, hice a un lado los vasos y el cenicero y saqué lo que pedía.

—Esto es todo lo que nos queda —las dos únicas bolsitas que tenía se las entregue —. La próxima semana le llega a Shin un nuevo embarque.

TOP ya no habló, sacó de dentro de su saco un pequeño porta cigarros, pero no lo era. Lo abrió y adentro contenía una tarjeta de plata y un diminuto popote también de plata. Vertió la coca sobre la mesita y con la tarjeta la corto en 2 líneas, usando el fino popote para aspirarlas con fuerza.

—¡VALE VERGA! —gritó.

Se tapó las narices con toda la mano y cerró los ojos. Hecho para atrás la cabeza y se quedó un largo minuto riendo.

—¡La mejor puta coca de la puta vida! Woow.

Saqué un cigarro y lo fume con apuro.

—Ya lo sabes. No encontrarás en Corea mejor merca que la nuestra.

—Lástima que no tienes más —guardó lo que sobró en su cigarrera y la metió celosamente en la bolsa de su saco —. Cuando les llegue, avísame. Estaré al pendiente.

Apagué el cigarro y me levanté.

—Por favor haznos el deposito a la misma cuenta. Estamos en contacto.

Me dirigí a la puerta, pero su áspera y excitante voz me detuvo.

—Entraré a la subasta. Mi objetivo es ese compañero tuyo. Escuche una buena historia sobre él y quiero saber si es cierta.

Tuve que voltear para verlo.

—No sabía que te gustaban los hombres —afirmé.

—He descubierto un cierto interés por algunos hombres y tu compañero es muy lindo, además estoy muy curioso por saber porqué esta ahí.

Le sonreí con seguridad.

—No eres el único, yo estoy deseando tener la oportunidad para averiguarlo. Buena suerte.

Asintió con la cabeza antes de que le diera la espalda.

Caminé despacio por el estrecho pasillo y me sumergí en una serie de pensamientos locos. Todos ellos llenos de dolor, aquel dolor ajeno y difícil de entender. Mi cabeza se lleno de Hongbin y de su voz entrecortada de aquella madrugada que me confesó su humillación.

Maldita sea. Detestaba sentir compasión por los demás, me molestaba tener lástima por alguien.

Puto sentimental.

Puto Hongbin.

Puta noche.

Salí al balcón principal, rodeado de árboles. Me precipite sobre el barandal y me fije qué tan alto estaba. Sentí un poco de vértigo y me vi lanzándome. Traté de imaginar cómo se sentiría el golpe de mi cabeza sobre el piso y que tan rápido moriría por el choque.

¿Sería rápido?
¿Sería muy doloroso?

El viento soplaba con increíble fuerza, dejando una estela helada. Temblé de frío, pero también por mis tontos pensamientos.

—Damas y caballeros, por órdenes del primer ministro, damos por iniciada la subasta de nuestros acompañantes. Por favor acérquese.

La áspera voz del juez me sacó de aquellas cavilaciones. Me alejé del precipicio y entré a la sala principal.

Esta noche no moriría.

PRIVADO ~Hiatus~ (VIXX Fanfic Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora