El primer piso del edificio se convirtió en un verdadero desastre. Los alumnos estaban como locos, corriendo en todas direcciones, tropezándose entre ellos, chocando entre sí y pisoteándose en su intento desesperado por escapar. Los profesores, aunque igual de temerosos por lo que habían presenciado, intentaban mantener la compostura y calmar a los estudiantes, pero todo era en vano.
Jimin, todavía en estado de shock, se aferraba al barandal del balcón, al igual que todos los demás. No podía creer lo que veían sus ojos. El caos se había apoderado del campus y su mente simplemente no lo procesaba.
Una alarma sonó en cada rincón del campus, y la voz del rector se escuchó fuerte y claro: "Profesores y estudiantes, les ruego que mantengan la calma. Las autoridades ya han sido notificadas y están en camino. A los docentes se les pide que lleven a sus alumnos a las aulas y que no las abran hasta que llegue la policía..." La transmisión se cortó en seco.
—¡Ya escucharon! ¡Dentro todos! —gritó el profesor con voz firme, agitando su brazo en dirección al aula.
Uno a uno, los alumnos comenzaron a ingresar, pero Jimin seguía con la mirada fija en el primer piso, incapaz de apartar sus ojos de la escena.
—Joven Park, ¿es necesario repetirlo? —la voz del profesor lo sacó de su trance y, con pasos lentos, finalmente ingresó al aula y cerró la puerta tras de sí.
Una vez que todos se posicionaron en sus asientos, el profesor carraspeó, haciendo que la atención de los alumnos se centrara en él.
—Bien, recogerán sus exámenes y los colocarán en sus carpetas. Retomaremos donde dejamos el parcial. —dijo mientras sacaba nuevamente el cronómetro, listo para darle clic y reiniciar el conteo del tiempo. Sus movimientos eran precisos, como si la normalidad pudiera regresar tan fácilmente como el tic-tac de su reloj.
Una de las alumnas se levantó, visiblemente molesta y dispuesta a expresarlo. —¿De verdad piensa que tiene sentido continuar el examen en medio de todo esto?
—Bueno, si no están dispuestos a continuar, pueden recibir sus calificaciones de una vez, empezando con usted, señorita Kim.
La alumna lanzó un último vistazo al profesor, cedió y se sentó. Aunque claramente disgustada, tomó su lapicero y su examen, preparándose para continuar donde lo había dejado. A su alrededor, algunos estudiantes parecían confundidos, intercambiando miradas y murmullos en voz baja.
Jimin se encontraba asombrado. ¿En serio esperaba el profesor que pudieran continuar con el examen después de todo lo que habían presenciado? ¿Acaso no tenía ni una pizca de sentido común?
De pronto, desde la otra esquina del salón, un alumno se levantó. Tomó su examen y comenzó a caminar con pasos lentos en dirección al profesor, atrayendo las miradas de todos en el aula. Cada uno observaba con expectación, sin entender bien qué estaba ocurriendo.
Con gesto brusco, el joven colocó la hoja en el pupitre y luego fijó su mirada en el profesor.
—Puede revisar el mío —dijo en voz alta con tono desafiante.
El profesor quedó atónito por un momento y sostuvo el examen en la mano, sin saber muy bien cómo reaccionar. Observó como el chico regresaba a su asiento, sacaba unos audífonos del bolsillo de su pantalón y se recostaba cómodamente sobre la carpeta.
Enojado, el profesor arrugó la hoja en su mano, la volvió a colocar sobre la carpeta y, con un lapicero rojo, trazó un "0".
Su mirada se alzó, recorriendo a todos en el aula con un tono de advertencia, por si había otro chistoso que quisiera hacer lo mismo. Luego, sin más preámbulos, le dio clic al cronómetro, iniciando nuevamente el conteo del tiempo para el examen.
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7 Hours
Random"¡Ciudadanos de Seúl! Nos encontramos en una situación crítica y debemos actuar con rapidez. Un virus mortal se ha propagado por nuestra amada ciudad, transformando a los infectados en criaturas sedientas de sangre. El tiempo se agota. ¡Solo quedan...