Baños.

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—Espera— dijo Jimin, recuperando el aliento. —¿A dónde estamos yendo?

Habían corrido al menos cinco minutos, tropezando con algunos "violentos" en el camino, pero habían hecho de todo para evitar ser vistos. Ahora se encontraban en el patio de la facultad de Audiovisuales, un amplio espacio con árboles dispersos y bancos de madera. El edificio de la facultad, de estilo moderno con grandes ventanales, se alzaba a su lado.

—¿Por qué seguimos corriendo hacia la izquierda? Es mejor ir a la salida.

—Por eso es que los guapos nunca duran en las películas —suspiró su compañero, mirando a su alrededor con ojos alertas.

—¿Perdón? —Jimin hizo una mueca de disgusto. ¿Acaso se burla de mí?, pensó.

—Disculpa, te explicaré. Lo obvio es ir hacia la salida o entrada, ¿cierto? —Jimin asintió en respuesta. —Pues por lo mismo estarán repletas de gente y entre ellas de "violentos". La mejor opción es seguir hasta toparnos con algún límite y trepar el muro.

Jimin asintió, lo obvio no siempre es la opción correcta. Sabía que él tenía razón; no podían permitirse quedar atrapados en medio de la multitud desesperada por escapar.

Justo cuando estaban a punto de comenzar su huida, el celular de Jimin vibró en su bolsillo. Lo sacó apresuradamente y vio el mensaje de "Alma gemela" parpadeando en la pantalla.

Minnie, ayuda, no sé qué está pasando. Todos se han vuelto locos. No tengo mucha batería :(

El corazón de Jimin se hundió en su pecho mientras leía el mensaje una y otra vez. ¿Cómo pudo olvidar a su mejor amigo? ¿Acaso pensaba escapar sin él? Rápidamente, respondió con manos temblorosas.

¿Dónde estás?

La respuesta de Tae llegó rápidamente: En el baño.

Jimin frunció el ceño, confundido por la vaguedad de la respuesta. ¿Cuál baño?

Pero no hubo respuesta. Solo el indicador de "mensaje enviado" se mostraba en la pantalla.

—Seguramente se le apagó. Nunca puede traer el celular cargado— murmuró Jimin para sí mismo. Miró a su compañero, sintiendo un nudo de ansiedad en su estómago.

—Tengo que ir a buscar a Tae—, dijo con voz firme. —Pero si quieres huir lo entenderé, podría ser peligroso.

El pelinegro no dijo nada. Simplemente se volteó y comenzó a caminar, sus pasos decididos resonando en el suelo de concreto. Jimin suspiró, resignado—Lo suponía.

Pero antes de que pudiera dar un paso hacia adelante, su compañero se giró repentinamente hacia él.

—¿Vamos o qué? Tu amigo no se rescatará solo—, sonrió.

Una sonrisa aliviada se formó en los labios de Jimin al escuchar esas palabras. Asintió con gratitud y siguió el paso del pelinegro, sintiéndose más seguro con él a su lado.

—Conociéndolo seguro estará en el baño del tercer piso de la facultad de actuación.

El pelinegro, naturalmente curioso, no pudo contenerse y soltó un "¿por qué?".

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