¿Cómo podría pagar algo así? —Pensó el castaño— la ubicación es excelente, pero...apenas y podría pagar el 60% de lo que cuesta la renta mensual.
El chico se encontraba en el parque cercano a su universidad, había llamado a la encargada del edificio donde se rentaba un departamento que le había llamado la atención, todo era perfecto para su estadía en él, no quedaba a más de 10 minutos de la universidad, por la descripción que leyó del mismo se lo imaginaba bastante acogedor y amplio, y muy probablemente era así, pero ello llevaba de la mano el elevado precio que le habían informado tenia por renta mensual, ese era el impedimento para él, sus padres le dijeron que le darían cierta cantidad cada mes para la renta, y apenas era un poco más de la mitad de lo que pedían por el alquiler del departamento.
Joder...supongo que pasare de este —Dijo mientras tomaba su mochila y se levantaba de la banca, dispuesto a ir a esperar el autobús para ir a casa.
De nuevo se repitió la parte de su rutina que no le gustaba mucho, subió al autobús y fue a tomar asiento, ahí comenzaba de nuevo el viaje de regreso a casa, aproximadamente 40 minutos de aburrimiento, donde lo más que podía hacer para contrarrestarlo era colocarse los auriculares y escuchar algo de música.
Valeria por su parte, se encontraba en el edificio donde trabajaba, estando a pocos kilómetros de las afueras de la ciudad, revisaba algunos documentos en su escritorio, colocándose bien los refinados lentes que usaba, los cuales le causaban un efecto agradable, y es que aparte de mejorarle la vista le hacían ver más joven, era una opinión suya y también algo que ya le habían dicho algunas veces, por esa parte se encontraba alegre, estaba teniendo cierto periodo donde trataba de poner un poco más de empeño en que su físico le resultase más agradable, dejaba de lado la edad, estaba acostumbrando a su mente a que eso solo era un número, y que ni sumado a la pésima experiencia que estaba teniendo con su futuro ex esposo debía bajarle la autoestima. Reviso el reloj que tenía en la muñeca notando que faltaban eso de 3 horas para que terminara su turno.
Como ha ido todo con... —Aquella frase no fue terminada por Margaret, la compañera de trabajo cuyo escritorio quedaba al lado del de Valeria, y fue porque ella la interrumpió.
No quiero hablar de él —Le contesto mirándose desinteresada de lo sabía le iba a preguntar.
Entiendo eso, ¿solo...no te afecta?, yo veo pequeños problemas entre Sergio y yo y realmente siento que lo necesito tanto como para dejar que nuestra relación se vea afectada por ellos, no veo que pudiera ser capaz de llegar a un grado como el tuyo si llegáramos a ser un matrimonio —Le menciono notándose un tono con toques enamoradizos en su voz, nombrando al hombre que la tenía enamorada y con quien mantenía una relación.
En un matrimonio las cosas cambian, no se le presta tanta atención a "pequeños problemas" como tú los nombras, solo a cuando tu esposo va con una mujer 8 años menor porque ya no le eres suficiente —Inconscientemente entro a hablar del tema que quería evitar.
Lamento haber tocado el tema Valeria, tratare de evitarlo —Decidió olvidar las preguntas que tenía...no quería verle afectada por haberla hecho empezar a pensar en la situación con su aun actual esposo.
Margaret era una de esas mujeres que naturalmente aparentaba una edad menor a la que tenía, pues a pesar de sus 30 años, siempre le decían que su apariencia rondaba un rango menor a los 25, mayormente apoyado por su manera de arreglarse, nunca solía ponerle accesorios a su cabello, sencillamente dejaba lucir esa cabellera castaña, cabello lacio y de ensueño para las mujeres que la veían, pues se mantenía con una belleza puramente natural, ¿usaba maquillaje?, sí, pero en mayoría eran tonos tenues, de ahí en fuera, eran cosas meramente de genética, pues tenía un busto por encima del promedio, caderas anchas y bien formadas, a todo eso se le sumaban unas piernas largas que siempre solía usar con medias negras para mantener la combinación con los tacones, eso era como la cereza del pastel.
Pasaron las horas, acabando el turno, ambas salieron del edificio y se despidieron de un beso en la mejilla, ahí era el momento que para Valeria se había convertido en el más difícil del día debido a los problemas con su aun esposo: el de volver a casa. Fue al estacionamiento, subiendo a su auto y dejando su bolso en el asiento del copiloto, de ahí soltó un suspiro relajándose y apoyando su cabeza en la cabecera del asiento, muchas cosas pasaban por su mente, pero en su mayoría eran recuerdos sobre las veces en que ansiaba volver a casa para pasar una tarde agradable con su esposo, sabía que podía sacarlos de su mente, pero mientras tanto ahí estaban, y cada vez que salía del trabajo era lo mismo, no le generaban tristeza en si...pero si una clase de nostalgia que le llegaba a lo más profundo del corazón.
Pasar por trámites de divorcio no era fácil, y ella se estaba dando cuenta de eso, solo que había una cosa que se le hacía más complicada de entre todas las que englobaba el pasar por eso, y era seguir viendo a su esposo a diario, la comunicación entre ellos estaba por los suelos, ella podía notarlo dolido, sí, pero también notaba que era algo...superficial por decirlo de alguna manera, se notaba como si solamente hubieran tenido algún problema pequeño, a como lo conocía sabía que verlo así indicaba que lo más probable era que no le iba a tomar más de un mes superarlo, no parecía que estuviera frente a la separación de la persona con quien compartió tantos años y tantas experiencias agradables, eso sin duda era lo que más le dolía, ¿tan poco aprecio tenía ya por la relación?, probablemente, y eso solo le indicaba nuevamente que el problema ya venía de mucho tiempo atrás.
Decidida a dejar de pensar tanto en cosas que no le beneficiaban, condujo a casa y dejando el auto en el garaje fue a comer algo, seguido de eso se dio una ducha, pero su momento de aceptación fue cuando saliendo de la regadera se miró en el gran espejo que estaba en el lavamanos, y era de aceptación porque precisamente se estaba esmerando en aceptar que su cuerpo aún tenía vitalidad de sobra, cosa que no era para nada falsa, en el espejo se apreciaba una mujer alta, 1.76 metros para ser exactos, con cabello marrón ondulado, ojos marrones de igual manera, y unos labios gruesos, que podían resultar tentadores. Bajando un poco se apreciaban los finos senos que tenía, con un tamaño superior al promedio de esa edad, y un poco más abajo comenzaban las cosas que pensaba podían ser problemáticas para su autoestima...porque precisamente bajando de su busto estaban aspectos que no le gustaban de su cuerpo, su vientre siendo la principal cosa en la lista, no tenía una figura envidiable por ese lado, estaba varios kilos por encima de lo que le gustaría, bajando no encontraba algo que le cambiara de parecer acerca de que se estaba haciendo vieja, pues si bien su trasero también era algo de lo que enorgullecerse cuando llevaba leggins o falda, a falta de alguna prenda ahí se le notaban las estrías que tanto le atormentaban, igualmente si bajaba la mirada a sus muslos, los cuales también poseían esas marcas, todo un pesar de la edad a su parecer. Por la parte de las rodillas hacía abajo, todo era muy vistoso, su fina piel relucía en todo su esplendor en aquella parte, mantenía sus piernas bien depiladas, porque eso sí, era muy apegada a la higiene personal. Por último estaban sus pies, los cuales se podría decir seguían la línea de cosas de ella que no tenían concordancia con su edad, pues eran sumamente bellos, adornados con la pintura roja de uñas que usaba ella, aunque a decir verdad le comenzaban a dar distintos dolores por esas partes, ya llevaba años de ir y venir cada día con tacones puestos, así que lo único que quería era ir a recostarse en la cama y descansar un rato, que fue precisamente lo que hizo después de secarse completamente y ponerse algo de ropa para andar en casa, que consistía en una blusa ligera, y un pantalón de pijama, bien es cierto que no iba a dormir aun, pero eran cálidos y eso se agradecía en los tiempos de frio por los que pasaba la ciudad por esos días, frio que concordaba con los sentimientos entre ella y su aun esposo.
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Experiencia detrás de la belleza
Storie d'amoreValeria, después de la infidelidad de su esposo, sintió un gran cambio dentro de ella, en su cabeza los pensamientos sexuales estaban cada vez más cargados de morbo...y estaba sedienta por alimentar gustos que nunca imagino, ¿ser una "asaltacunas" e...