Miércoles, 23, enero.
14:49 pm.¿Nunca han tenido antes las ganas de estampar con todas sus fuerzas a alguien contra una pared y desear que se muera? Porque yo sí lo he sentido.
Ya hacía dos días de aquello, pero los sentimientos no se iban.
El mismo grupito del que me salvó Skye aquella mañana me habían vuelto a molestar. Primero en un cambio de hora, en medio de un pasillo donde nadie solía pasar, me acorralaron y se estuvieron burlando de mí. Más tarde, a la salida, de camino a mi casa volvieron a interceptarme y esta vez no solo se burlaron, sino que fueron más allá.Ente mi casa y el instituto había una plaza, de ahí salieron ellos, directos a por mí. Me empujaron, me golpearon y me tiraron al suelo. Juro que a punto estuve de de explotar y...
- ¡Keith!
Alguien venía corriendo.
- ¡Oh, por dios! ¡¿Quién cojones te hizo esto?!
- Pude habérmelo hecho solo...
- Sí, claro, y yo soy gilipollas. - estaba muy cabreado. - ¿Quién fue?
Levantó mi rostro con sus manos, permitiéndome apreciar su enfurecida y preocupada mirada a través de sus oscuros cabellos sueltos. - Te prometo que como los pille los...- Los matarás, sí, yo también quise hacerlo cuando me golpearon, pero no sirve para nada más que traer problemas mayores.
Suspiré, levantándome mientras quitaba sus manos de mi rostro. - Déjalo estar Ethan, de nada sirve.Ni volví a mirarlo, pero sabía que estaba muy, pero que muy cabreado e indignado por mis palabras. Emprendí mi camino a casa –esta vez junto a él– pues en la plaza ya no pintaba nada. El camino se hizo incómodo y tenso. O al menos hasta llegar a casa, donde podría ignorarlo mejor.
Cuando entramos, yo solo subí en silencio hasta mi habitación mientras mi amigo saludaba a mí madre. Ella ya estaba acostumbrada a verle en casa sin necesidad de avisar de su llegada con antelación.
(siempre estaba en mi puta casa).
Cuando le vi entrar, llevaba en sus brazos gasas, vendas y alcohol.- ¿Qué haces?
- ¿Crees que iba a dejarte hecho un cromo? Muy mal, amigo mío. - Se sentó a mi lado en la cama. - Ahora quitate la camiseta.
- ¡¿Qué?!
- Venga ya, ¿Te vas a avergonzar porque te vea sin camiseta? Tú me has visto millones de veces sin ella.
- Sí, pero no es lo mismo...
- Deja de quejarte y colabora. No querrás que te la saqué a la fuerza. - Y su característica sonrisa apareció.
Al final, rojo como un tomate, le hice caso y no volví a quejarme, ni siquiera por la desagradable sensación que me producía el contacto del alcohol con la herida. Cuando terminó, me dio la camiseta que llevaba puesta antes y de "recompensa" me desordenó el pelo con su mano, como acariciándome.
- Ay, Keith, ¿Qué harías sin alguien tan genial como yo?
- Llevar una vida más tranquila y sin alcohol.
- ¡Aburrido! ¡El alcohol es vida, chaval!
Y con eso salió de mi habitación, rumbo, seguramente, a la cocina. Aproveché para lavarme la cara y despejar más mi mente. No viene bien tener ganas de romperle la cara a alguien y que de la nada llegue el tonto de mi amigo a decirme que me desnude frente a él.
Al salir del baño el ya había regresado. Estaba tirado en mi cama, bebiéndose una cerveza. Al verme salir me lanzó una tableta de chocolate y me guiñó el ojo.- Te daría una cerveza, pero Kyo tiene razón, aún eres un bebé.
- No soy un bebé, y me haría más falta ahora mismo una cerveza que chocolate. - Le extendí mi mano, esperando la lata.

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KEITH.
Teen Fiction‹ Nada es lo que parece. › ‹ Constantemente nos vigilan. › ‹ ¿Realmente me conoces? › Los malos también ganan, la mayoría de veces lo hacen. ¿Quieres ganar? ¿O perderte en este infierno?