CAPÍTULO 21

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Levi se comporta muy extraño conmigo desde hace ya un tiempo. Esta mañana, siendo un hermoso día viernes, vino por Adalia para dar un paseo por el parque que tanto le gustaba, había cambiado su turno en el trabajo para que pudieran disfrutar de la luz del sol y no tener que separarse tan temprano en la noche. Llegó a las 10 a.m. en punto, como solo él sabe hacerlo, le abrí la puerta y lo invite a pasar en tanto Adalia se arreglaba el cabello: quería lucir lo mejor posible el nuevo moño rojo que compre para ella.

En cuanto estuvo adentro, me invadieron las ganas de besarlo, no solo porque lo había extrañado, sino que también quería saludarlo apropiadamente. Me acerqué despacio, tome su rostro entre mis manos y acerque nuestros labios brindándole un beso despacio, correspondió, por supuesto, pero solo fue eso; no hubo abrazo, no toco mis manos, nada más allá de un simple beso y ya. Me separé decepcionado, note que no supo que hacer ante mi actitud, se disculpó y salió del departamento sin mirar atrás. Luego de un rato se fue con Adalia al parque.

Desde lo ocurrido en su departamento, tratamos de hacer un tipo de relación más cercana. Sin embargo, parece ser, que solo soy yo el que está dispuesto a hacer que funcione, lo de esta mañana va a ocurriendo desde entonces. No lo culpo, siempre fue torpe para este tipos de cosas, ahora se le debe hacer más difícil luego de todo lo que sucedió entre nosotros, pero no quiero justificarlo, no como lo hacía antes, ya que fue por eso que todo se arruinó.

Continúe mi día con normalidad. A eso de las 3 de la tarde oí un par de risas que provenían del otro lado de la puerta y unos golpecitos que anunciaban su llegada. Les abrí con alegría, escucharlos reír fue una gran sorpresa, una muy grata. Los recibí con entusiasmo y los hice pasar a ambos, repetí lo de esta mañana con Levi, recibiendo el mismo trato. Le dije a Adalia que fuera a ordenar sus cosas y se preparaba para el almuerzo, mientras que yo entretenía un poco a Levi para que se quedara.

-Será mejor que me vaya, debo preparar mi comida e irme a trabajar -me dijo de repente, revisando su teléfono.

-¿Qué harás?

-No lo sé, lo que tenga en el refrigerador, supongo.

-No tienes nada, Levi -dije, viendo su expresión confundida, continúe- Me lo dijo Adalia, cuando volvieron de tu departamento el miércoles.

-Esa mocosa -dijo, masajeando el puente de su nariz junto a un suspiro frustrado -Pasare a comprar algo en el camino.

-¿Por que no, mejor, te quedas a comer con nosotros? Hice suficiente para los tres. Nos encantaría tenerte en el almuerzo.

-Ya lo habías pensado antes, ¿No?

-Sip, estaba esperando a que llegarás, ja, ja ,ja.

-No puedo negarme entonces, mocoso -dijo, regalándole un hermosa, aunque pequeña, sonrisa.

Me derretí por completo ante ese gesto. Sonreí con dulzura y lo lleve hasta la mesa para que se sentara, un par de minutos después se sentó Adalia, completamente feliz por tener a su padre sentado frente a ella. Serví los platos para los tres, bese la cabeza de mi hija y los labios de Levi antes de sentarme a comer con ellos; tuve un sentimiento de hogar por primera vez en mi vida.

-Un compañero de trabajo me recomendó un muy buen lugar para comer helados -dijo Levi, en medio de la comida, Adalia y yo pusimos completa atención ante sus palabras- tengo la dirección y el día de mañana libre. ¿Qué les parece si vamos los tres a visitarlo?

-¡Si! ¡Helado con papá! -grito Adalia, muy contenta.

-Mira como te ganas a tu hija, con soborno en forma de cono -dije, bromeando.

-Siempre funciona -dijo, me miró un instante y tomo mi mano por sobre la mesa- Quería saber si funcionaba contigo, también.

-Tonto -respondí, con un calor creciendo en mis mejillas y pecho.

Aún tomados de las manos, continuamos con la comida hasta que terminamos y Levi tuvo que irse, no sin antes despedirse de su hija y de mi, esta vez sus manos tomaron las mías y dejó un suave beso en mi frente y labios. Fue un acto muy dulce.

Tal como lo habíamos planeado, el sábado estuvimos fuera todo el día. Fue una tarde maravillosa para todos, convivimos como una verdadera familia, los tres juntos.

Cuando estaba ya anocheciendo, volvimos a mi departamento. Levi fue a dejarnos ya que no quería que nada nos sucediera. Antes de que se fuera le pedí entrar, quería que hiciera dormir a Adalia junto a mí, así descansaría feliz. Cuando entramos, estaban las luces encendidas, habíamos dejado todo apagado y bien cerrado. Al cerrar la puerta, unos pasos se oyeron caminando apresurados, dejándonos ver a una hermosa figura femenina en un delantal de cocina y utensilios de repostería en las manos.

-¡Eren, Adalia! Y...Levi.

-Mama...-dije, entre sorprendido y asustado, por cómo termino viendo a Levi.

Iba a ser una larga noche.

Vuelve conmigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora