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Una, dos, tres... un peli naranja tiraba pequeñas rocas en un estanque que había cerca de su casa, desde niño que lo hacía, como también reflexionar cuando lo necesitaba. Recuerda haber hecho ejercicios de piernas allí, para ganar una excelente resistencia y poder lograr saltos gigantes, tal y como su idol del Karasuno.

Soño toda su niñez con entrar a esa "increíble" preparatoria y hacer historia, pero nunca pensó que la mitad del año que estubo ahí sería de otra manera, muy diferente a la de sus fantasías. Conoció a gente increíble, como también a otros que no tanto, pero ahí estaba, en la madrugada sentado en el pequeño puente que se mantenía difícilmente en pie, los rayos de luz ya comenzaban a golpear en su rostro con total descaro, seguro temiendo que ese chico de hebras anaranjadas le opacara de alguna manera u otra.

Los ojos color marrón intenso se mantenian fijos en los pequeños peces que nadaban libremente en las aguas cristalinas, pareciera que estuvieran despidiéndose de él. Sabía que nunca más volvería a su amado hogar, sonrio con nostalgia, se levantó casi tropezandose, y se fue de allí dejando una última roca en donde estába sentado, cayendo esta al lago asustando a los pequeños animales.

Una señora que no demostraba la edad que tenía, caminaba junto a su hijo por los pasillos de la preparatoria del Karasuno

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Una señora que no demostraba la edad que tenía, caminaba junto a su hijo por los pasillos de la preparatoria del Karasuno. Caminando con una elegancia digna de una dama, dejando a varios profesores como alumnos algo embobados.

Al final aquel papel que Shōyō obtuvó del director, era para que su madre lo firmara y lo entregará ese día, como una manera de dejar registrado el traslado del alumno.

Eso sí, no estaba realmente consiente de a cual preparatoria iría, no muchas aceptan a jóvenes a mitad del año, pero al parecer era una de la más prestigiosas de la prefectura de Miyagi.

— Así que, Aoba Johsai, ¿Eh? —el pequeño ex cuervo quedó congelado con las palabras de su director. Y en lo único que su mente reparó, fué.

El Gran Rey

Oh, definitivamente alguien tan pequeño como el no podía tener peor suerte en el mundo. Decidió callar, esta digiriendo todo, mientras que su madre firmaba algunos papeles más. Pensó que, porque no podía haber sido la Preparatoria Date o siquiera que su mamá allá ido un poco más lejos y hubiera ido a la Preparatoria Nekoma, pero no, tenía que ser donde estaba el líder del Seijoh, Oikawa Tōru.

— Mamá... ¡Iré al baño! —estaba consiente de que estaba huyendo, pero no le importaba, tomó el rumbo por donde seguramente no habría nadie en horarios de clases, los baños.

Entró cerrando sin ninguna delicadeza, escucho la canilla de los lavabos abrirse, abrió sus ojos y observó detenidamente a la persona que estaba allí, chocando miradas con una color azul naval.

Su día sinceramente no podía ir mejor.

— Además de ser un perdedor en el vóley, ahora faltas a las clases, que admirable —Kageyama soltó sin cuidado y sin prejuicio.

🌱ᴀғᴛᴇʀ ᴛʜᴇ sᴛᴏʀᴍ🌱 OiHina | Two-shotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora