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—De todas las cosas con las que podría estar teniendo problemas ahora mismo, ¿realmente crees que ser gay es lo primero en la lista? ¿Estás seguro de que no estás haciendo tu doctorado en sarcasmo?

Liam no se molestó en contestar eso.

—Es una coincidencia, ¿no crees? ¿Qué el asesino gay y el chico gay de alquiler terminen atrapados en una habitación de hotel juntos?

Una coincidencia. No ironía. No había nada que hiciera enojar más a los estudiantes de inglés que hacer mal uso de esa palabra.

Gracias por eso, Alanis. Que por casualidad llueva en el día de tu maldita boda.

—Supongo que sí. —Javad se encogió de hombros—. Estaba demasiado ocupado estando molesto de que estuvieras aquí. La base de datos del hotel que hackeé dijo que esta habitación estaba vacía.

Por supuesto que habría dicho eso. La habitación no habría sido anotada como ocupada a menos que el cliente de Liam se hubiera registrado, era una forma en que la agencia podía controlar cuándo llegaban los clientes y cuándo se iban. Como lo habían dejado plantado, la habitación parecía vacía. Era un trato que la agencia tenia con el hotel. Liam sólo sabía de eso lo que necesitaba saber.

—Siento decepcionarte. —Liam estudió a Javad, tratando de mirar más allá de la pistola y la ropa vagamente militar y tener una idea del hombre—. ¿Así que no tienes mucha suerte con los chicos? Pensé que mucha gente querría acostarse con... ya sabes. Asesinos.

Liam asumió que a algunas personas les gustaba eso, de todos modos. Pero no a él. Cualquier interés en Javad se debía definitivamente a su instinto de supervivencia, no a sus oscuros y desviados deseos o fantasías de invasión del hogar.

—¿Estás bromeando? —Javad se hundió en la silla—. De ninguna manera. Mírame. Tengo el vestuario de una empleada de Hot Topic  y me parezco a Pete Wentz  sin los productos para el cabello y la autoestima.

Liam resopló, pero no podía estar en desacuerdo.

—Y no es que realmente pueda hablar de mi trabajo con nadie — continuó Javad—. Quiero decir, Liam, seamos honestos. Nadie me creería si les dijera a qué me dedico. La gente cree que los asesinos se parecen a Jason Statham, no a.... bueno.
—¿Pete Wentz sin la pomada y el estilo?

La sonrisa de Javad mostró un toque de dientes. 

—Exactamente.
—Sin embargo, tienes una mirada bastante espeluznante —dijo Liam a modo de cumplido—. Quiero decir, parece que eres bueno en... no parpadear.
—Lo soy. Y lo sé. Parecía un demonio en las fotos de bebé. —Javad volvió a pasar una mano por su pelo—. ¿Esta habitación tiene un minibar o algo así? Tengo sed.
—Sí. Está allí, debajo de la televisión.

Javad se acercó y la abrió, buscando una botella de agua y sacando dos botellas pequeñas de lo que parecía ser champán. Las levantó y luego estudió a Liam. 

—No te lo descontarán de tu sueldo ni nada si nos lo bebemos, ¿verdad?

Si algo convenció a Liam de que Javad no iba a matarlo, era la preocupación del asesino por el hecho de que tuviera que rendir cuentas de los gastos del minibar. 

—Uh. No. Es como, ah, servicio de bebidas de cortesía.
Javad dio un silbido bajo. 
—¿Los lugares en los que normalmente me alojan? Tengo suerte si hay una máquina expendedora y un cubo de hielo.

Bebió sediento la botella de agua, luego sacó un cuchillo aparentemente de la nada y cortó expertamente el papel de aluminio y los tapones de las dos botellas de champán en miniatura.

—Siempre se puede conseguir otro trabajo —sugirió Liam mientras Javad le entregaba una de las botellas pequeñas de champán.

Sus ojos se encontraron.

Liam siempre pensó que decir que alguien parecía muerto por dentro era una exageración, pero aparentemente eso no era cierto. 

—No, de verdad que no puedo. —Javad levantó su botella—. Salud.
—Salud —dijo Liam, levantando la suya. Si alguna vez hubiera querido decir menos esa expresión, no sabía cuándo.
........

—Quiero decir, la cosa es —dijo Javad treinta minutos después, cuando se abrieron paso a través de la mayor parte del contenido del minibar—. ¿Sabes cuál se supone que es mi cubierta? Un ingeniero.
¡Un ingeniero! Ni siquiera puedo hacer un rompecabezas de sudokus sin querer matar a alguien. —Se aclaró la garganta—. Metafóricamente matar a alguien, quiero decir.

Liam asintió, su cabeza zumbando por el alcohol. Estaban sentados en el suelo, con las piernas cruzadas, con bocadillos y varias bebidas esparcidas entre ellos para facilitar el compartir. 

—¿Por qué necesitas una cubierta? ¿No disparas a la gente desde lejos?
—Normalmente. He tenido que hacer algunas cosas desagradables con venenos y finas tiras de alambre, pero afortunadamente los garrotes han pasado de moda. ¿Castañas?

Liam levantó la mano, con la palma hacia arriba, y Javad vertió unas cuantas castañas en ella. 

—Estos son quince dólares —dijo—. En serio. Por esta bolsita. Esto es Nashville. La gente aquí come macarrones fritos con queso, y eso es lo que cobran por ellos.
—Eso es asqueroso. —Javad se inclinó hacia delante y miró en la nevera, que estaba casi vacía—. Maldita sea. Lo único que queda aquí es una Fresca . Me muero de hambre.

Liam se comió una castaña, estudiando a Javad con franco interés. El alcohol ayudaba con el miedo, pero también lo hacia pensar y actuar como un idiota.

—¿Vas a matarme mañana por la mañana? —preguntó bruscamente, mirándole a los ojos—. Porque podría perder el tiempo tratando de hacer que te gusto, o incluso intentar que me jodas, pero creo que te creería si me dijeras la verdad.

In vino veritas , ¿verdad? O tal vez en este caso, ‘en la confesión de las castañas’ sería más apropiado.

—¿No te he dicho como seis veces que no quiero hacerlo? En serio, Liam, por la mañana puedes ducharte, yo terminaré mi tarea y los dos podremos irnos de aquí. —Javad tomó un trago de su lata de Coca-Cola de 6,25 dólares—. Y para que quede claro, he querido follarte desde el momento en que te vi. Me gustan los chicos inteligentes y sexys con tatuajes.

Las palabras, pronunciadas con tanta frialdad y sin inflexión, se estrellaron contra el temor y la tensión persistentes e hicieron que la polla de Liam se endureciera en sus vaqueros. 

—Oh.

Una idea estúpida. Era una idea tonta, y Liam debería seguir repitiéndolo, una y otra vez, hasta que lo creyera.

Y sin embargo...

—¿Sabes lo que apesta  de mi trabajo?
—¿Realmente quieres que responda a eso, o se suponía que era un chiste sexual? —Javad agitó su lata de Coca-Cola—. Lo siento. Ha sido un día muy largo. Dime qué es lo que apesta de tu trabajo.

Liam trató de pensar en una manera educada de decirlo, luego recordó que estaba teniendo una conversación y castañas con un asesino a sueldo y decidió no molestarse. 

—Mis clientes.... bueno, ven mis tatuajes y el hecho de que voy mucho al gimnasio, y creen que quiero una sucesión de twinks para romper con mi polla. Pero, soy un estudiante de posgrado. Enseño a los chicos a escribir ensayos, y estoy escribiendo una tesis sobre la imaginería aviar en las novelas de Flannery O'Connor y cómo se relaciona con el catolicismo.
—¿Qué?

Liam hizo un gesto con la mano. 

—No es importante. ¿Mis clientes, sin embargo? Quieren que los domine, que les grite como si fuera un instructor o, no sé, un matón de prisión o algo así.
—No creo que los tipos en prisión sepan lo que significa ‘aviar’.

Momentáneamente distraído, Liam le miró con ira. 

—Eso es un poco polarizante, ¿no? Sin mencionar clasista y probablemente racista.
—Liam, de nosotros dos, ¿quién crees que tiene más experiencia con chicos en prisión y su vocabulario?

Tomo nota. Liam ignoró eso y siguió hablando. 

—No soy de ese tipo. Eso es lo que estoy diciendo. Y eso es lo que todos quieren, por mi aspecto. —Una pausa, y luego, como Liam era profesor de inglés y no podía evitarlo—: —Aviar significa ‘como un pájaro’, por cierto.
—Ya lo sé —resopló Javad, pero Liam no estaba del todo seguro de creerle

—. Mira, ¿está claro? No me interesa que me rompas con la polla. —Se comió otra castaña—. Te vería haciéndoselo a un guapetón, pero no fue lo primero en lo que pensé cuando te vi.
—¿Qué fue lo primero en lo que pensaste?
—En meterte la polla en la boca y joderte con ese consolador hasta que rogaras por mi verga.

La polla de Liam palpitó bajo sus jeans, y estaba bastante seguro de que su boca se había abierto. 

—Uh. Oh. Sí, eso es.... eso es totalmente diferente. —Y caliente.

Conversaciones del Corazón. ZIAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora