¿Quinto round?

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Ni siquiera el sol ha salido todavía, Bruno ya no podía soportarlo y miró a su alrededor, después de que por más que intento, no logro volver a dormir. ¿Parecía que solo había pasado apenas dos horas o tal vez una? No lo sabía, sólo quería pararse al baño, al no poder aguantar más. Todo el piso se movió ante sus ojos, tan pronto se puso de pie, cuando miro a su alrededor, noto que Mista estaba dentro de un sueño tan profundo, que no se despertó cuando le bajó el brazo y Bruno se arrastró por el suelo, sólo para ir al baño.

Lo que no sabía, es que estaba Leone adentro

-¡Maldita sea!- Bruno gritó, y se dio la vuelta. Sólo oyó una risa ligera

-¿Acaso no tocas la puerta?- Leone preguntó, notando que Bruno no había cerrado bien la puerta. Aún estaba de pie, dándole la espalda, en un ángulo perfecto, donde podía verlo a través del espejo.

-Lo siento- fueron las únicas palabras que dijo, mientras frotaba su cara. Bruno aún tenía sueño.

-Entra- Leone sonrió, cerrando los pantalones y se lavó las manos. Bruno no sabía cómo ni por qué obedecía de repente, sin negarse a lo que el alto había dicho. Leone no se fue, no puso un pie afuera del baño, tan pronto Bruno entro, cerró la puerta y se quedó adentro mientras Bruno tímidamente le sonreía, pero su corazón empezaba a latir rápido, al darse cuenta que ambos quedaron encerrados.

-¿Estas... tú...- Bruno trató de hablar, Leone no lo dejó. Él le tomo de la cintura, lo acerco a él, para ponerlo frente a frente, y tirar de la cara del menor cerca de él, la casa estaba muy tranquila, nadie estaba despierto, nadie hacia ruido, nadie podía interrumpir, sólo Bruno necesitaba... Abbacchio lo beso.

-¿Puedes esperar?- Bruno rompió el beso, y Leone sonrió a su petición, apartándose de él. El alto no salió, se quedó junto al lavabo, mientras Bruno se dio la vuelta, respiraba profundamente e hizo su necesidad. Ambos estaban, todavía bajo algunos efectos restantes de la cerveza y el efecto de humo por haber fumado, pero parecía no importar por la tensión sexual.

Sólo tomó un minuto, tal vez dos. No les importo, ni lo tomaron en cuenta. Leone no dejó que Bruno cerrara su ropa, una vez termino. Se acercó a él, le dio media vuelta y lo empujó contra el lavabo. Le dio un beso, largo, lento y profundo, sus manos tocando sus cuerpos, haciéndoles sentir el rostro arder, el cuerpo estremecer, temblar ante la idea de lo que vendría después.

-Maldito- Bruno susurró, sintiendo las manos de Leone debajo de su camisa, tocándole el pecho, mientras su rostro se hundía bajo su rostro, su boca mordió su cuello. La primera vez, primer intento, la primera experiencia fácilmente podría alborotar a ambos jóvenes.

-Bruno...- Leone gimió, sintiendo las manos del joven sobre cabeza, alrededor de su cuello, y el hormigueo en sus pantalones, lo estaba volviendo duro, caliente, se sentía como un dolor en el culo. El contacto con sus manos no fue suficiente, entre ambos chicos, dentro de esa pequeña habitación.

-¿Puedo...?- Leone susurró, dejando que su mano descansara sobre la entrepierna de Bruno, finalmente se miraban y Leone podía ver cómo el chico pelinegro se ponía tan rojo. Sólo asintió con la cabeza, cuando Leone comenzó a presionar su mano sobre él, sobre su ropa interior, y hundiéndose más y más entre sus piernas. Hasta que alguien giró la perilla. Bruno una vez más empujó a Leone, pero él leyó su pensamiento antes, y el pelinegro sólo apoyo sus manos sobre su pecho.

Giraron la perilla una vez más. Leone puso su mano sobre la boca de Bruno, y ambos miraron la puerta.

-¿Hay alguien aqui?- reconocieron la voz de Melone, pero nadie respondió, hasta que se escucho un murmullo, que parecía ser la voz de Nero. Bruno deseaba tanto que fuera él. Hasta que el silencio finalmente domino afuera y Leone no perdió el tiempo, besando a Bruno bajo su cuello, pero él se negó.

-No... No puedo-

-Sí, ya se fueron- respondió Leone, dándole otro beso e incluso aunque Bruno lo deseaba, lo empujó suavemente.

-Mista también está allá afuera... podía despertar- susurró Bruno, y Leone trató de obedecer.

-¿Eres así con todo el mundo?- le preguntó, y Bruno sólo lo miró -Bruno me estás matando- confesó, mientras que el pelinegro sólo lo miró.

-¿Sólo quieres coger conmigo?- Bruno reaccionó a la defensiva, se apartó de él, y cerro sus pantalones. -¿Cierto?- preguntó de nuevo, Leone se quedó callado y confundido. Bruno respiró profundamente, y salió sin dudarlo, ignorando si alguien más podía ver a ambos, se fue directo a la sala, encontrando a Mista recién despierto

-¿Qué hora es?- Mista preguntó, y miró a su alrededor. Estaba oscuro afuera, o eso parecía hasta que Bruno trató de caminar a la primera ventana que encontró, y notó un cielo violeta, después miro el reloj.

-Apenas dormimos dos horas... son casi las cinco- Bruno respondió, luego Leone apareció con ellos, ambos se miraron el uno al otro.

-¿Dónde están las princesas?- Leone bromeó, y Mista reaccionó sonriendo

-Espero que no entren en la habitación de mi chica- dijo Mista, haciendo que ambos sonrieran

-Voy a echar un vistazo- dijo Bruno, caminando escaleras arriba, pero su Mista le detuvo

-Oh no, no puedes ir a ver eso todavía- Mista interrumpió, y se dirigió arriba, mientras Leone se quedaba en la sala de estar, Bruno pensó en volver con él, tal vez quería disculparse, pero oyó un ruido en el patio trasero. Lo siguió, encontrando lo que se suponía que encontraría Mista, escaleras arriba.

Se detuvo en una esquina, se escondió y miró cómo la pareja estaba dentro de su garaje, Nero consiguió arrinconar a Melone contra la pared y con la ropa abierta, se presionó una vez más. Melone se mordió la boca sólo para no gritar, mientras Nero tenía su boca jugando con sus pezones. Bruno se quedó repentinamente paralizado, anhelado, mirando cómo la pareja tuvo su momento, disfrutando el uno del otro.

Por un momento sintió su ropa tan apretada, quería abrir sus prendas, quitárselas sin dudar. Sintiendo un hormigueo en cada parte de su cuerpo, donde Nero estaba tocando a Melone, su pecho, su cuello, sus mejillas y sus labios. Bruno no podía evitar pensar en él, estar en la misma posición que ellos lo estaban, pero con Leone. Eso lo encendió más, como si estuviera viendo una película para adultos. Algo prohibido.

Nero cabalgo al chico unas cuantas veces más, más rápido y profundo, mientras compartían un último beso, para callar sus gemidos, calmar sus corazones y respirar. Bruno se fue de vuelta en silencio, volvió al interior de la casa y se dio cuenta de que Mista apareció.

-No están ahí- dijo Mista, mientras Leone se estaba quedando dormido de nuevo en el sofá, y encontró a Bruno en la cocina. -¿Los encontraste?- le preguntó, Bruno negó

-Me dijiste que no los buscara- respondió y Mista sonrió, mirando a Bruno compartirle un vaso de agua. Invocaron a la pareja, no hablaron demasiado. Mista les confeso que traía algunas mantas para ellos, para que todos durmieran en la sala de estar, un rato más, y nadie estuvo en desacuerdo. Sabían que nadie se negaría, si no dormían, despertarían con una cruda que se lamentarían.

Pero, aunque el pelinegro acepto, Bruno ni siquiera lo intentó, no pudo conciliar el sueño.

Yo te cuidareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora