II

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Vanesa seguía enferma, pero estaba mejor. A pesar de que se había enfermado de gripe, no podía culparla; vivía hasta Cadereyta y el viaje entre su casa hasta la universidad era verdaderamente largo, así que lo mejor para ella era que descansara.

Esa vez, Gaby, Jess, Vane y yo pudimos irnos juntas a inglés. Estaba feliz porque Vanesa estaba con nosotras —también me alegraba que Jessica estuviera con nosotras, pues el semestre pasado solamente estaba con Gaby—, pero también estaba emocionada porque de nuevo vería a William. Ellas sabían que nuevamente lo vería y la que más insistía en el tema era precisamente Vanesa.

—Karen tiene crush —canturreaba ella con entusiasmo mientras subíamos las escaleras al tercer piso de Humanidades.

—Uy, por un segundo pensé que habías dicho «Karen tiene novio» y apenas iba a decir «Achis, ¿cuál?, preséntalo»—dije ante de que las dos nos riéramos ante mi comentario.

Gaby y Jess iban adelantadas junto con Ángel, al parecer tenía clase en el salón vecino al nuestro. Por lo que me habían comentado, los dos días que había faltado los habían estado cambiando de salón, por lo que ese día no estaban seguros de dónde sería su clase. En cierto momento Jess se encontró con un amigo suyo y Gaby llamó a Mich para charlar un poco —Gaby era muy romántica y enamoradiza, a decir verdad— y Ángel, Vanesa y yo nos quedamos charlando.

Entonces vi que entre la gente que estaba en el pasillo, esperando a que llegara la profesora para ver a qué salón meternos, estaba William. Estaba junto otras chicas, seguramente amigas del salón de sus clases principales, charlando animadamente entre sí.

Por lo que había visto de la primera clase, habían hecho ciertos ejercicios del libro que no había contestado todavía, así que consideré aquella vez como una gran oportunidad para hablarle. Aun así, no fue a la primera en que decidí hacerlo, sino que pasé por si lado para hablar con otras amigas —Ana, Andrea y Kler— que estaban sentadas en el suelo, contra la pared; hablé un poco con ellas sobre el cambio de salones y de cómo no estábamos seguras en cuál tocaríamos.

Después de un momento, dejé de dudar tanto y me acerqué a él, aunque todavía demasiado intimidada porque estaba acompañado por sus amigas.

Le toqué el hombro con cierta duda y timidez, luego él se giró hacia mí.

—Tú eres William, ¿verdad? —mencioné con una voz que me salió, quizás, demasiado baja a comparación de cómo era mi voz normal.

—Ah, sí —asintió energéticamente y luego se volteó de mejor manera hacia mí—. Tú eres Karen, ¿no?

Una flamita de emoción se encendió en mi corazoncito, pero me apresuré a apagarla inmediatamente. Asentí y dije que sí en una voz demasiado ayuda, justo como la otra vez cuando le había dicho mi nombre, y me sentí sumamente ridícula.

—¿Podrías prestarme tu libro? —le dije, centrada nuevamente en lo que quería y la razón por la que había decidido hablarle—. Es que falté las primeras dos clases y no tengo nada...

Decidí ignorar el hecho de que me había puesto sumamente nerviosa de que mientras hablaba, él me miraba atentamente.

—Oh, claro —dijo. Se descolgó la mochila y la abrió para revisar dentro; fui testigo del momento en el que la cara le cambiaba cuando se dio cuenta de algo—. Eh... no lo traje...

Más que decepción, sentí un poquito de pena por él por no traer el libro. Me apresuré en decirle que no pasaba nada y bromeé un poco al respecto, así que como no había nada más qué discutir me despedí de él y le agradecí de todas formas antes de volver con Ángel y Vanesa.

PlatónicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora