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Se despertó al sentir los rayos de sol en sus ojos.

Abrió sus ojos poco a poco intentando colocar su brazo derecho en ellos, pero algo lo impidió... o más bien alguien.

Su vista se aclaró y pudo ver al causante del peso: Peter Parker.

El adolescente -ya no tan adolescente- lo estaba abrazando fuertemente, aferrándose a su torso.

Dejó caer su cabeza en la almohada, volteandola un poco para apreciar a su hombrecillo; era un chico demasiado perfecto... ¿todos los Peter Parker tienen que ser tan hermosos?

Levantó su brazo izquierdo para apartar el pelo de Peter, acomodando su flequillo, pero haciendo que el chico despierte. Sus bonitos ojos cafés abriéndose poco a poco para que después le dedicará una hermosa sonrisa.

—Buenos días, Quentin.- le dijo para posteriormente darle un beso en la mejilla.

Pero él no se pudo resistir.

Con la fuerza que tenía hizo que Pit quedara debajo de él, colocando sus brazos a ambos lados de su cabeza para después besar sus labios.

Fue un beso lleno de amor, ternura... y fantasía.

Beck se separó y lo observó; sus bonitos ojos reflejaban el amor que le tenía, sus labios rojizos un tanto hinchados por lo de anoche y el beso de ahora, todo lo de este chico era hermoso, bonito, tierno, perfecto.

—Buenos días, bonito.

Parker sonrió junto con un pequeño sonrojo en sus mejillas.

A pesar del tiempo que llevaban juntos, el chico aún se sonrojaba con cada dulce palabra de él, y eso lo hacía aún más tierno.

—No quiero arruinar el momento-

—Nunca arruinarás nada.- le interrumpió el mayor.

—Tengo que ir a la escuela, Gwen me está esperando.

Quentin se le quedó viendo unos instantes.

—Lo arruinaste.- le dió un pequeño beso en la frente para después reírse y pararse.

Peter se sonrojó al verlo totalmente desnudo y se tapó completamente con las sábanas.

El hombre al ver eso comenzó a reír más fuerte.

Desde debajo de las cobijas Peter le gritó: —¡No te burles, aún me cuesta acostumbrarme!

Dejó de oír su risa para después escuchar la puerta del baño cerrarse, se destapó y, aún desnudo, se dirigió al baño caminando con las puntas de sus pies, iba a abrir la puerta, pero tenía el seguro puesto.

Peter se sorprendió y comenzó a intentar abrir la puerta a la fuerza, haciendo el ruido más fuerte.

Detrás de la puerta estaba Beck recargado en la pared cerca de la misma aguantando sus ganas de reírse, pero dejó de hacerlo cuando de un momento al otro la puerta ya no estaba.

Peter la había roto para después aventarla.

De nuevo.

—Vamos Pit, no otra vez.

El chico sólo estaba de brazos cruzados con un pequeño puchero en sus labios y su ceño fruncido.

»—Ven cariño, no te enojes,- lo abrazó para intentar calmarlo, después sus labios los dirigió a su oído, lo mordió levemente y le susurró.—Te lo recompensaré en la ducha.

Y lo cargó como a una princesa.




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