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Otro día más.

Tony fue, como ya era costumbre, a la habitación de su pequeño para dejar su comida. Tocó la puerta tres veces y pasó, abrió lentamente dejando la charola con comida en uno de sus muebles para después dirigirse a recojer la ropa regada por todo el lugar tratando de que se viera un poco más presentable.

Se detuvo un poco para observar a Peter, estaba hecho un desastre: sus cabellos sobresalían de las cobijas con las que se estaba tapando completamente, sabía que se estaba abrazando las piernas como también sabía que estaba llorando, podía sentirlo ya que desde que él se fué no a hecho más que eso.

Dos años.

Dos años desde que Peter está totalmente destrozado.

Dos años donde Peter no había ido a la escuela.

Dos años donde Spiderman no a salido a patrullar y proteger a los indefensos.

Se sentía muy impotente, no podía hacer nada para que su niño volviera a ser feliz.

"Nadie muere de amor."

Puras idioteces.

Justamente ahora estaba comprobando que esa frase era una vil falacia.

Salió del cuarto con una canasta de ropa... no sabía de dónde salía tanta si Peter nunca salía. «Tal vez se desquita con ella.»

Cuando oyó la puerta cerrarse se destapó.

No quería que su padre lo viera de esa forma.

Como pudo se fue levantando, se paró en frente del mueble donde estaba la charola y la observó: una sopa, una limonada, un sándwich de huevo con espinacas y un plato de fruta... si, lo hizo Steve.

Bebió un poco de la limonada, agarró una rodaja de manzana, comió un poco de la sopa y le dió un mordisco al sándwich. Su estómago gruñó, sabía que el estar acostumbrado a ya no comer durante días y comer de un momento al otro le haría daño.

Se fue al baño para lavarse la boca y hechar un poco de agua en la cara, al terminar alzó su mirada y se quedó viendo su reflejo en el espejo... totalmente patético.

Ojos rojos, el pelo más largo de lo que acostumbraba, sus cachetes ya tenían marcas profundas por estar siempre acostado y ni hablar de sus enormes ojeras negras, lágrimas secas y un poco más delgado.

Sintió ganas de llorar de nuevo.

Salió de ahí y se dirigió a su ventana; era de noche, el sonido de los carros, de todas las actividades que se realizaban a esa hora, toda una ciudad llena de vida... la cual él perdió hace tiempo.

“—Aún eres muy joven cariño, conocerás a más personas y descubrirás otro amor.”

Eso le había dicho un día su Pops, pero... no lo podía hacer, por más que trataba de pensar de esa forma siempre le llegaba a la mente la cara de Quentin, sus bonitos ojos azules, sus dulces palabras... ¡Fue un completo imbécil al no darse cuenta!

Estaba tan metido en la “relación” que tenía con Wade que no notó las dobles intenciones de Beck, y ahora mismo se estaba arrepintiendo.

Deadpool es... no tenía palabras, nunca se podía estar seguro con él, en un momento era un hombre maravilloso, romántico a su manera y algo, bueno, sólo quería asesinar, asesinar y asesinar, pero mientras comía una chimichanga, algo que nunca cambiaba en él era su típico...