Estación 25

Contraportada

Sábado por la mañana, quizás el día que mas se busca extender, pues el festival de verano llamaba a la puerta. Dos de la tarde, y mis ojos recién abrían al mundo tras una noche de pesadilla. ¿da en que pensar? pues la verdad si, no suelo asustarme con tanta facilidad, pero es la incógnita la peor de mis debilidades, y más aún cuando la situación se vuelve onírica e irreal. 

Salí a la entrada de la casa a recoger el periódico matutino, como se supone hago todos los días. Se notaba la altivez de las calles, su ajetreo estival por una temporada sin sentido, celebrando la llegada de un calor del cual luego se van a quejar, así como lo harán con el crudo invierno venidero. Una vez más como dolor del trasero, el buen Agnor y su amigo Jean, el cual el pendejo inescrupuloso de Agnor saber bien he estado haciéndole el quite desde que llegó a la oficina, pues además de ser un pesado siempre busca conversa innecesaria para mantener cercanía con todas las chicas, al menos en Agnor se entiende que solo busque conversación, pues si bien luce torpe e infantil es mas astuto de lo que parece ser.

-Agnor. Que sorpresa que hayas llegado justo cuando me estoy levantando.

-Lysa... ¿lo olvidaste? -pestañeó con desconcierto-

Fue cuando el flashback de hace unas semanas volvió cual bala: Había prometido acompañarle a la feria del centro para el así poder tratar de encontrar al jefe, usar técnicas de persuasión ''maestras''  y así conseguir un ligero aumento para ese nuevo modelo de radio que hace tanto tiempo quería. Aunque suene difícil de creer esta estrategia le había funcionado antes, solo que ahora con la llegada de Jean la cosa era difícil, pues es su relativa competencia, así que esperaba que le ayudase a hacerle de distracción. Cincuenta créditos de compra que acepté por aguantar ese horrible olor a colonia barata y esa verborrea que tiene por ''francés'' (del cual claramente sabe dos o cuatro palabras como máximo).

-Woah -me miró Agnor de pies a cabeza- ¿que pasó? te ves como si hubieses tenido que mantener una locomotora encendida toda la noche

-Te explicaré después, no te preocupes -asentí algo insatisfecha- ¿por que no pasan mientras?

-Tranquila, podemos esperarte aquí, se que no eres de tardarte -sonrío condescendiente- 

Al menos me dio esa ventaja, lo repito, Agnor jamás ha sido un idiota de esa magnitud, y notó inmediatamente que algo me estaba preocupando. Tomé una ducha rápida para quitar ese horrible olor a sudor carbónico, y arreglar mi cabello para lucir con mayor naturalidad, mientras me maquillaba pensé en lo horrible que sería aguantar al pelmazo de Jean durante casi dos horas (si es que tenía la suerte de evadirlo en el carrusel) . 

Fue así como los tres tomamos el tren al centro. En plena plaza, rodeada de tiendas, juegos y puestos de diversos restaurantes, se abría paso a la enorme cantidad de gente de todas partes de la unión, que habían llegado de otras secciones del tren, quizá mucho antes que nosotros, y que aprovechaban el horario al máximo. Le dí la señal a mi amigo una vez había divisado al jefe de la compañía (un trabajo de media hora al menos, aún si las vestiduras de época calurosa son algo mas ligeras, pero siguen siendo igual a las del resto. Caminamos con Jean durante un rato, pasamos por algunos juegos, así como me invitó a varios de los puestos de comida; fue difícil manejar la situación de mantenerlo ocupado siendo amable sin tratar de darle una señal de que tuviese algún tipo de interés en este. Jean era de contextura delgada, rubio, una barba sacada de una barbería costumbrista, ojos grises y un peinado que describiría como horrible.

-Oye ¿y que es lo que mas te gusta de la feria? -preguntó con coquetería-

-Que haya mucha gente. Es divertido perderse -solo sonreí-

-Ya veo... y... ¿que te gusta hacer?

-Leer y la fotografía

-¿tienes una cámara? jamás he visto una, ¿me enseñarías? quizá me compro una y podríamos ir juntos