Capítulo 2: Alguien oculto

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La pelea resultó en una victoria para el youkai de los eclipses. Y sorpresivamente, no se trató de un combate demasiado reñido; si bien el oni claramente gozaba de una mayor fuerza física, la agilidad, magia y astucia de Keikuro acabaron por ser demasiado para su rival. Como era característico de las peleas entre hombres, la forma en la que usaban danmaku se centraba más en impactar en el otro que en dar un espectáculo de luces, cosa que hubiera aburrido tanto a Yamame como a Kisume de no haber sido por un pequeño detalle.

—¡Fuah! ¡Eres... mucho más duro de lo que creía! —jadeaba Isamu—. Fuh... Te extiendo mis más sinceras felicitaciones, Kodoku. Eres un tipo bastante fuerte... Vencer a un oni es una gran hazaña para cualquier youkai.

—Muchas gracias, Isamu. Ha pasado un tiempo desde que participé en semejante pelea. Quizá deba hacerlo más seg-...

—Aguarden —lo cortó Yamame, su rostro demostrando que creía que había algo fuera de lugar en él—. ¿Nos permiten hablar en privado, por favor?

—¿Kurodani? Me había olvidado de saludarte. Claro, tómense tiempo del mundo —respondió felizmente el oni, quien planeaba usar ese tiempo para descansar y beber sake.

Kisume simplemente flotaba con su balde, con una expresión neutra. Una vez el oni se alejó un poco, Yamame miró hacia la tsurube-otoshi y asintió, Keikuro sin tener mucha idea por qué. Acto seguido, la niña de cabello verde se elevó hasta desaparecer. Ahora, que estaban el youkai de los eclipses y Yamame solos, la tsuchigumo levantó una gruesa red de telaraña para que actuara como cúpula.

—¿...qué haces, Yamame? —preguntó él, confundido.

—¿Qué hago? Tú eres lo suficientemente inteligente como para saber por qué hago esto.

—¿Es porque vencí a un oni?

—No, sino cómo lo venciste —aclaró la araña—. Jamás vi que lucharas de esa forma. ¿Esos soles oscuros? ¿Las lunas rojas? Son característicos de ti por ser el youkai de los eclipses, pero... A diferencia de las otras veces, estos eran... ¿Realmente soles y lunas?

—¡Jajaja! ¡No sé de qué hablas! —rio Kodoku, ahora ligeramente nervioso—. Soy dueño del poder del Sol Negro y la Luna de Sangre, la personificación de los eclipses. Lo lógico sería que mis ataques se manifiesten de esa forma.

—No es eso a lo que me refiero, Keikuro. Había algo extraño en ellos. Tú estás ocultando algo —le dijo, señalándolo y con los ojos entrecerrados—. ¿Qué es?

El hombre se quedó mudo, sin saber muy bien qué responder. Sí, estaba ocultando algo, pero... ¿Era necesario que ella lo sepa? Era algo de lo que se había percatado justo esa mañana.

—Kei, te conozco hace años y en todo ese tiempo jamás he visto semejante demostración de poder por tu parte. De hecho, creía que sólo con suerte podrías vencer a un oni, y recién lo has hecho sin demasiado problema. ¿Cómo?

—...

Yamame suspiró, y miró fija a los ojos de su amigo—. Sabes que puedes confiar en mí. En Kisume también, incluso si a veces tiene una conducta algo infantil. Si lo deseas, no le haremos saber a nadie lo que ocultas. Pero, por favor, ¿qué es? ¿Quién eres realmente?

...para qué ocultarlo. Ella era una buena amiga.

—Yo... —Keikuro suspiró, tomándose un momento para continuar—. Bueno, era inevitable. Creo... No, ha llegado la hora de recordarle al mundo quién soy realmente. Revelar el poder de los eclipses, una vez más.

—¿...qué?

—Yamame, ¿jamás te lo has preguntado? ¿El por qué pese a mi título, el poder que manifestaba no era nada fuera de lo común? —le dijo, ahora con una expresión de total seriedad en contraste a su nerviosismo de segundos atrás—. Soy el youkai de los eclipses. El Majestuoso y Misterioso Fenómeno Astral. El poder que he demostrado tener por tantos años no es comparable con lo que realmente soy capaz de hacer.

Majestuoso y Misterioso Fenómeno AstralWhere stories live. Discover now