Capitulo Único 📞

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Movió su mano un poco temblorosa, de su bolsillo sacó su teléfono celular. Desbloqueó la pantalla y marcó aquel número que se sabía de memoria. Segundos antes de presionar el botón verde chequeó su reloj, 30 minutos. Aún tenía tiempo.

Finalmente hizo presión con su dedo pulgar en la pantalla. Estaba sentado, en el suelo. Bastaba un pequeño movimiento para que se sintiera doloroso e incómodo, pero realmente no tenía el derecho de quejarse acerca de eso.

Dos tonos bastaron para que la llamada fuera contestada.

-Hola cariño- La dulce voz de su novio inundó sus sentidos, haciendo que olvidara la incómoda superficie en la que se sentaba. -¿Como has estado? Pensé que me llamarías a la hora del almuerzo...- Reprochó como si se tratara de un niño. Aunque no podía verlo, sabía que estaba haciendo un tierno puchero en ese mismo instante.

-Lo siento mi amor, el trabajo consumió todo mi tiempo. Pero, ¡hey! Prometí que te llamaría y lo estoy haciendo- Reprimió el gemido que quería salir de sus labios. Su estómago lo estaba matando y jura que no puede sentir sus piernas.

-Ya veo...- Suspiró y por el otro lado de la línea se escuchó como un objeto desconocido, pero sin mucha masa, era azotado contra una superficie ligera. -¡Estoy perdiendo la cabeza! No puedo más...-

El mayor solo atinó a reír. Su pequeño DeJunnie estaba estudiando literatura, probablemente le habrán dejado alguna tarea acerca de inventar una historia y se habrá pasado las horas comiéndose la cabeza pensando en que escribir.

-¿Cuanto llevas escrito?- Le preguntó e intentó cambiar de posición, elevando un poco su abdomen y recostando más la cabeza hacia el muro, pero le seguía doliendo el cuerpo.

-No llevo nada, ni siquiera tengo una idea general de lo que voy a hacer...-

Escuchó como los pies de su pequeño pataleaban contra el suelo de madera. Probablemente tendría quejas de los vecinos del departamento de abajo en unos minutos. La pareja de ancianos era muy irritable, pero eran un pan de Dios de todas formas.

-Kun Ge~- Le llamó con aquel tono melodioso y que rebalsaba dulzura. -¿Cuánto te falta? Necesito que estes aquí para darme inspiración- El mayor volvió a reír y soltó un jadeo por lo bajo.

-Creo que me va a faltar mucho bebé, pero no desesperes. ¡Se que vas a poder crear una historia maravillosa!- Ambos siempre se daban aliento de esta forma, y les encantaba saber que podían ayudarse mutuamente; aún estando a millones de kilómetros nunca dejarían de ser el soporte del contrario.

-¿Podrías darme alguna idea?- Imitó una voz de un niño que apenas aprendía a hablar, arrastraba las vocales y hacía sonidos de B en vez de la D. Sonaba dulce y atroz al mismo tiempo. Atropellaba las S y resaltaba las R.

-¿Yo? ¿Por qué?- Cuestionó burlándose del quejido infantil que soltó el menor. Su risa le causó un fuerte dolor en su abdomen.

-No lo se. Tu eres el inteligente de la relación, no yo- Era "cierto". Kun trabajaba en un centro de investigación muy importante. Había estudiado astrofísica y había conseguido una maestría en una universidad muy prestigiosa de China.

El era el cerebro de la relación. Mientras tanto, XiaoJun era la creatividad. No solo estudiaba literatura para convertirse en un escritor famoso, sino que le encantaba pintar y dibujar. En su cabeza creaba complejas historias que iban de un lado al otro. Sin embargo, los mejores también tienen bloqueos.

-Hmm...- Hizo una pausa en la cual le dió un vistazo a su reloj. 25 minutos. Aún hay tiempo. -¿Por que no creas la historia de dos chicos que están atrapados en un bucle de tiempo? Ya sabes, repiten el primer día de su vida por toda la eternidad- Finalizó la idea. A XiaoJun le había encantado.

The Call 📞 ㅡ XiaoKun Donde viven las historias. Descúbrelo ahora